CUATROCIENTAS ENTRADAS
Acostumbro a celebrar las entradas por cientos y las visitas
por miles. Termino el año con 400 entradas en las dejo ver mi sencilla opinión sobre los
asuntos de actualidad o sobre los problemas que nos acosan.
No puedo evitar ser beligerante con la izquierda actual y
sobre todo con la deriva del PSOE, al que me gustaría ver como un partido
fuerte, de gobierno y con una idea clara de España como la tuvieron en los años de la transición hasta la llegada del
peor gobernante de la Historia, Zapatero. No comparto tampoco la política
errática del PP, sobre todo en lo que afecta al órdago catalán y a la asunción
de los planteamientos zapateriles en cuanto a ETA. Estoy asqueado de la
corrupción que afecta a toda la clase política. Estoy harto de los políticos
profesionales que entraron en el partido después de su bautismo y ahí siguen,
defendiendo su poltrona sin interesarles un pimiento la opinión, la necesidad y
el sentimiento del pueblo. Estoy hasta el gorro de una Constitución que nació
para contentar a unos pocos y resarcirles de los agravios que dicen que
sufrieron con el franquismo. Fue una Constitución contra el pasado pero no
enfocada al futuro y ahora se desvela inservible. El régimen de funcionamiento
y financiación de los Partidos y los Sindicatos y el bodrio de ley electoral
que concede privilegios a los nacionalistas frente a los partidos de
implantación nacional, son tres cosas que exigen una solución inmediata; tan
necesaria como imposible de llevar a cabo en un sistema en donde no se concede
legitimidad a todo lo que hagan los demás aunque lo hagan con el mandato de las
urnas. Estoy temiendo que desde la izquierda radical, los movimientos
antisistema y los independentistas, se está pretendiendo romper el sistema
bipartidista con riesgo de convertirnos en una nueva Italia ingobernable. No
puedo ser optimista de cara al año que nos llega. España es un cuerpo en
descomposición. Un país que en vez de luchar por volver a ser la octava o
novena potencia económica mundial pierde el tiempo en disputas internas como
patio de vecinas. Un país en el que los valores tradicionales han sido
asociados a un régimen político que ya desapareció hace casi cuarenta años y
que hay que destruir, como si la amenaza del franquismo estuviera a la vuelta
de la esquina. Se ha confundido modernidad con pérdida de valores y una muestra
de la ruina social e intelectual de España es que estas Navidades el libro más
leído haya sido el de las memorias de una analfabeta, cliente de mil camas.
Vaya forma, se dirán, de celebrar las cuatrocientas
entradas. Lo único bueno que le veo es
que el próximo año no me van a faltar
asuntos que comentar. Va a ser un año de infarto.
Gracias a los que me aguantan, perdón a los que pueda
ofender y esperanza, la que tengo en equivocarme. Feliz año 2014.
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