domingo, 22 de diciembre de 2013

FELICITACIÓN NAVIDEÑA




Me sorprende cada vez más cómo en esta tierra llana manchega proliferan los renos, los trineos, los rechonchos abuelos barbudos vestidos de rojo, los adornos de acebo, los abetos de plástico o naturales para replantar, las bolitas rojas y las inmensas tiras de luz importadas por los chinos. En algún lugar, pocos más bien, se encuentra un “nacimiento”, con los personajes clásicos del mismo a excepción de la controvertida mula, que los más ortodoxos han eliminado siguiendo el pie de la letra las reflexiones del papa alemán. Debe ser a causa de la globalización y de la pérdida de influencia de la cultura cristiana mediterránea frente a la nórdica anglosajona que nos ha invadido de tal forma que ya dudamos a veces si nuestros ascendentes eran visigodos o vikingos.

Sea cual fuere, lo cierto es que en todo el mundo cristiano se celebra el nacimiento de Jesús de Nazaret, participando en determinados actos religiosos y sobre todo celebrando el encuentro familiar en Noche Buena. Otras religiones tienen igualmente sus días de evocación de acontecimientos singulares y, salvo aquellos que cayeron en la miseria espiritual del fundamentalismo, cada uno respeta los días sagrados de los demás.

Ocurre que en nuestra sociedad occidental y muy destacadamente en la española, esa miseria intelectual y espiritual que anida en los cerebros de muchos ateos de libro, impide o dificulta la conmemoración de un hecho capital en la religión cristiana. Esos ateos modernos  de encefalograma plano, en el mayor de los desprecios por las libertades de los demás, pretenden sustraer a la sociedad cristiana el protagonismo de su festividad. La cuadrilla de indigentes intelectuales del zapaterismo, en amalgama con lo más retrógrado de la izquierda cayolariana, pretende ahora sustituir la Navidad por una fiesta laica de invierno, igual que pretendieron sustituir el bautizo cristiano por la celebración laica de la venida al mundo, entrando en contradicción consigo mismos porque por un lado celebran el alumbramiento cuando por otro lado lo dificultan.

La Iglesia Católica ya pidió perdón en repetidas veces por su actitud fundamentalista a lo largo de los siglos. Ahora en cambio, en pleno siglo XXI  el integrismo islámico y el ateo están en pleno auge y su intransigencia contradice la defensa de los derechos humanos, de la que algunos descaradamente presumen. Desde la generosidad que debe regir nuestros pasos a lo largo de la vida, vamos a hacer partícipes a todos de nuestra alegría y nuestra fiesta, sin distinción de clases, colores, religiones, creyentes o ateos. A estos últimos  y en concreto a su representación hispana, se lo ofrecemos especialmente y les deseamos un feliz año 2014, al tiempo que lamentamos que su falta de imaginación, de ideas y de proyectos les lleve a la autocontemplación imitando o destruyendo lo de los demás. Setenta años de ateísmo oficial tras el telón de acero no terminaron con dos mil años de cultura y tradición cristiana. Aquí, por mucho que se empeñe la izquierda radical, es empresa fracasada. Su miserable condición humana basada en el odio y en la intransigencia no va a dejar semilla que les sobreviva. Para ellos también, feliz Navidad.

Francisco del Hoyo, articulista del diario EL PUEBLO de Albacete. Opinión Domingo, 22 de diciembre de 2013


                                                                 

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