Desde el 3 de Marzo mi blog permanece callado. Hasta el 22 estuve expectante viendo las tropelías del Gobierno que no lo vió venir. Estos socialistas no ven venir nada, Zapatero no vió venir la crisis que nos trajo veinte millones de prados, Sanchez, más grave aún, no ha visto venir el virus que ha causado la muerte a más de veinte mil españoles.
El día 22 de Marzo fuí al Hospital Quirón de Albacete y ya no me dejaron salir. Un mes en el que estuve intubado durante trece días, nueve de ellos inconsciente y debatiéndome entre la vida y la muerte (mi familia ya fue avisada de que estuvieran preparados para todo). Felizmente mi organismo reaccionó bien y participó en la lucha contra el virus; hoy puedo decir que lo he vencido. Estoy reponiéndome en casa después de aprender a andar de nuevo y este es mi primer artículo, que quiero dedicar a agradecer a los profesionales que me han tratado, su valor, su entrega y su gran calidad humana y profesional.
ETERNAMENTE
AGRADECIDO
Hace un par de días que estoy en
casa después de haber pasado un mes en el Hospital Quirón de Albacete, haber estado al
borde de la muerte y habiendo conseguido vencer al virus. De las dos formas en
que podía haber vuelto esta ha sido la mejor, la otra hubiera sido en un frasco
de cerámica con mi nombre. Yo no me hubiera enterado del viaje al otro mundo,
mi mujer que me llevó al hospital y mis
hijos sí lo hubieran sufrido. Momentos antes de entrar en la UCI les envié un
mensaje que podía sonar a despedida; “Estoy bien, os quiero mucho, cuidad de
vuestra madre”.
Mi experiencia en la UCI será
inolvidable después de despertar tras nueve días intubado y dormido, intubado
primero y extubado después. Todos hemos pasado por un hospital en diversas
ocasiones, la mayoría de visita, e incluso hemos llegado a la UCI a ver unos
minutos a algún familiar, pero todo eso queda muy lejos de lo que es la
realidad de esta Unidad y de quienes prestan sus servicios en ella. En mis
largas horas de insomnio, sin apenas poder moverme ni hablar, dejas trabajar a
la mente que por su cuenta va creando realidades paralelas de forma que llegan
momentos en que no sabes si estás dónde estás o en otro mundo de ficción.
Cuando realmente estás consciente
sufres la molestia de la intensa luz, más parecida a la de un estudio de cine y
hasta te distraes con el ajetreo del personal repartiendo a cada enfermo sus
tratamiento, el dictado periódico de los controles numéricos de cada uno, la
rítmica rotura de ampollas para preparar las numerosas bolsas que cuelgan de
cada cama y el machaqueo en mortero de
alguna medicina que no se da en estado líquido. Oyes todo y estás pendiente de
lo que dicen de ti en los cambios de turno. Por la noche, en el poco tiempo que
se apagan las luces intentas dormir sin conseguirlo; entonces entras a formar
parte pasiva de la tertulia del personal en el único rato que tienen de
relajamiento; así oyes como una se lamenta de que tiene que llevar ella la casa
porque su pareja no encuentra trabajo, otro habla de las dudas sobre si van a
cobrar horas extras y una enfermera veterana enseña a una recién llegada cómo
funciona una máquina repitiendo varias veces el apagado y reinicio de la misma.
Si bien la UCI en estado de
consciencia , intubado, sin habla ni movilidad es un auténtico martirio, hay
algo que suple de sobra la soledad y el abatimiento, es la calidad humana de
las personas que están a tu cuidado. Yo pienso que para trabajar en la UCI hay
que tener una madera especial y aparte
de sus amplios conocimientos del oficio ser excelentes psicólogos que
saben transmitir a cada paciente y en cada momento la palabra de ánimo que les
ayuda a seguir luchando. Mi experiencia con todo el personal que me ha tratado
es igualmente inolvidable. ¿Cómo explicar a la enfermera, sin poder hablar, que
tienes ansiedad?. Una de ellas pacientemente te va enumerando una larga lista
de posibles causas, dolor de tal o cual parte, gases, mareo, estreñimiento,
etc.. Ante la dificultad de aclararlo, otra compañera me lleva un blog de notas
para que intente escribirlo. Por más voluntad que pongo, escribir con la mano
izquierda con movilidad muy reducida y con el brazo derecho inmóvil con
multitud de vías y tubos, es tarea casi imposible. Lo intento y la enfermera
juega pacientemente con las posibles interpretaciones sin llegar a a concretar
ninguna. Llega el momento en que me rindo, cierro los ajos y dejo escapar
algunas lágrimas; ella sigue unos minutos acariciándome la mano y dándome
cariñosas palabras de ánimo. Entonces obra el milagro, me quedo relajado y
dormido, el fuerte estado de ansiedad ha desaparecido. ¿Cómo olvidar esa voz
fuerte con acento caribeño que te da una palmada y te grita “adelante hermano
Francisco”?.
El Personal sanitario es el gran
desconocido. Salvo los más próximos de atención primaria o de consultas, del
resto conocemos muy poco, de su trabajo, de su preparación y en este caso de su
valor. Son muchos los profesionales que se han lanzado al ruedo sin los test
previos para conocer su situación, con la única arma y defensa de su profunda
vocación, que de todas las profesiones vocacionales la de los sanitarios está
por delante y a distancia.
Yo agradezco infinitamente la
labor que están prestando en estos momentos tan difíciles. Tengo familiares y
amigos en la profesión y vivo de cerca la situación por la que están pasando.
En lo referente al lugar donde he pasado el último mes, el Hospital Quirón de
Albacete, no sería justo si no reconociera públicamente y trasmitiera el
profundo agradecimiento que siento hacia el personal, tanto de la UCI como de
la planta, que me hayan atendido personalmente o no, qué importa, la calidad
profesional y humana alcanza a todos por igual.
Reconozco y me consta que el
personal de la sanidad privada no está igualmente tratado que el de la pública.
Las empresas privadas de sanidad prestan un valioso servicio pero con el
legítimo fin de obtener a cambio unos beneficios. Albacete tiene la suerte de
contar con una Facultad de Medicina (de entre las mejores de España) y una
Facultad de Enfermería, auténticas fábricas de profesionales con excelente
formación que salen al mercado laboral, público o privado, esperando consolidar
su situación profesional. Aquí es donde la ley de la oferta y la demanda se
impone y en Albacete es mucha la oferta
de titulados y la empresa privada aprovecha la situación. Injusto pero lógico,
es nuestro sistema económico capitalista liberal. Yo pediría a la Compañía
sanitaria privada líder en España que reconozca y valore la excelentísima
calidad humana y profesional con que cuenta en su plantilla y sepa corresponder
con justicia a sus demandas.
Quiero despedirme mostrando otra
vez mi eterno agradecimiento al personal sanitario en general y al del Hospital
Quirón en particular, por su vocación, por su espíritu de servicio demostrad o
con un valor incalculable y por su inmensa calidad humana y profesional. Ellos
son los héroes de este triste episodio que asola España y el mundo. Todos han
dado lo mejor que tenían, muchos incluso la vida. La sociedad y la historia no
olvidarán lo que han hecho. Han sido en la tierra los auténticos Ángeles de la
Guarda.
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