Las mentiras de la Constitución
Ya
pasaron los tiempos en que el día de la Constitución era generalmente celebrado
o al menos se disimulaba. A estas alturas y pasados tan solo 35 años (una
eternidad en el constitucionalismo español) son pocos los que la celebran,
bastantes los que no encuentran el motivo para hacerlo y bastantes más
los que ya reniegan públicamente de ella. Ni nacionalistas ni independentistas,
CIU, ERC, PNV, BNG y Amaiur acudieron al Congreso, claro que todos ellos o sus
progenitores políticos se abstuvieron o votaron en contra de la Constitución y
desde el primer día han dado a entender que se descuelgan de ella, salvo cuando
les interesa utilizarla en su favor. Menos explicación tiene la ausencia de los
comunistas del PCE, hoy mayormente representados por IU, que sí votaron a
favor y convencieron además a los más escorados a la izquierda, ORT, PTE y PC;
aunque bien mirado sí que la tiene porque la Constitución suponía para ellos el
pasaporte para la legalidad indiscutible y ahora nadie se la discute.Tampoco se
explica mucho la ausencia en el Congreso de doce de los diecisiete presidentes
de CCAA, donde solo se contó con la presencia de los de Aragón. Castilla la
Mancha, Comunidad Valenciana, Murcia y Canarias. A los demás, concediéndoles un
voto de confianza, se les supone celebrando el evento en sus respectivas salvo,
claro está el vasco y el catalán, que estarían esquiando o de caza, huyendo
ambos de la factura que les pudieran pasar Amaiur y Bildu o los de ERC.
Al
final y como dije al principio, una celebración forzada, descafeinada,
protocolaria; algo que hay que hacer aunque cada vez sean menos los que quieren
hacerlo y es que la Constitución se forjó como una salida necesaria de algo que
ya no tenía futuro y los tan alabados padres de la misma actuaron como mercaderes
repartiéndose el negocio, esto para ti a cambio de esto para mí. En ese
forcejeo no se pensó en las consecuencias futuras del invento, grave error para
quienes representaban las diferentes corrientes del pensamiento de los
españoles y por tanto deberían conocer, por la experiencia histórica, las
reacciones a futuro de los mismos.
¿Hombres de buena fe, mercaderes, elegidos por el pueblo? |
Con el
tiempo los españoles hemos ido descubriendo las mentiras que encierra la Carta
Magna, unas que ya figuraban en el texto y otras derivadas de su mala
aplicación.
El
Artº. 2 ,“La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación
española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y
garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la
integran y la solidaridad entre todas ellas”. Introduce el concepto de
“nacionalidades” y lo diferencia del de “regiones”, cuando al principio habla
de la “Nación española” como única e indisoluble. Esto dio pie a catalanes y
vascos que hicieron del término “nación” la razón de su divergencia, animados
por nefastos personajes como Zapatero que llegó a calificar de discutido y
discutible el concepto de Nación española
En el
Artº. 3 cuando dice: “El castellano es la lengua española oficial del Estado.
Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla”. Si
existe el deber de conocerla es porque existe el deber de enseñarla. El Estado
engaña a los españoles cuando no es capaz de asegurar el derecho de estos a
utilizar la lengua oficial que en algunas CCAA ya no se enseña.
El el
Artº. 14 cuando proclama que “Los españoles son iguales ante la ley, sin
que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo,
religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o
social”. Nos está engañado en cuanto que estamos hartos de ver cómo no se
castiga la corrupción de los políticos y los ladrones de guante blanco y
corbata, famosos y demás, pasan por la cárcel como si fuera su cortijo y
salen a los dos días sin haber devuelto ni un céntimo de lo robado o
defraudado. Nos engañan cuando las sentencias de los jueces tienen una
carga ideológica que benefician a unos y perjudican a otros.
El
Artº. 117 cuando dice: “La justicia emana del pueblo y se administra en nombre
del Rey por Jueces y Magistrados integrantes del Poder Judicial,
independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de
la ley”. En la práctica está engañando a los españoles cuando desde el Poder
Ejecutivo se interviene en los nombramientos del Poder Judicial, el Tribunal
Supremo y el Constitucional, repartiéndose los nombramientos según la cuota de
poder político de cada Partido en cada momento, a la vez que todos los medios
económicos y materiales de que dispone la Justicia para ejercer su
función son administrados por el Ejecutivo.
...la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles... |
La
lista de engaños e incumplimientos que encierra la Constitución de 1978 son
demasiados para sintetizarlos en una página, pero lo cierto es que ya no
satisface a casi nadie, no nació con visión de futuro sino para arreglar cuentas
del pasado y no es capaz de obligar a quienes deben velar por ella a actuar con
la decencia y energía necesarias.
Con el
incumplimiento del Artº. 155 que dice “Si una Comunidad Autónoma no cumpliere
las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de
forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo
requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser
atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas
necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas
obligaciones o para la protección del mencionado interés general “,
habiendo sobradas razones para ello, la Constitución no sirve cuando depende su
cumplimiento de la debilidad o interés partidista del Gobierno de turno.
Solo
faltaba ya que, por cobardía para enfrentarse con el independentismo vasco y
catalán, la izquierda ya esté postulándose por otro modelo de Estado. Si tan
solo en treinta y cinco años la Constitución ya ha permitido que se violen los
derechos de igualdad de los españoles, que se viole igualmente la división de
poderes con claro dominio del Ejecutivo y que se viole el principio más sagrado
que es el de la unidad de la Nación española y ahora permite poner en duda otro
principio fundamental como es el modelo de Estado, esta Constitución no sirve
para los momentos que vivimos; y no es que haya que reformarla sino redactar
una nueva ,más acorde con el sentir del pueblo español y con los tiempos que
corren.
Francisco del Hoyo, articulista del diario EL PUEBLO de Albacete. Opinión Domingo, 8 de diciembre de 2013
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