martes, 30 de octubre de 2012

PRIMERO DE OCTUBRE

Esta entrada del día 1 de Octubre se había borrado y vuelvo a insertarla por constituir un homenaje a una compañera de trabajo, victima de la política del gobierno por incorporar al trabajo a los liberados sindicales. Hemos perdido mucho con ella y no hemos ganado nada con el incorporado pero a veces las cosas no son como uno quiere sino como las imponen.



A una mujer excepcional

Hoy ya no ha venido a trabajar Lola. Durante once años ha sido la alegría del departamento, “la alegría de la huerta”. Yo solo he tenido la suerte de compartir con ella y de disfrutar de ella algo más de tres años. He compartido los buenos y los malos momentos que el trabajo y la convivencia conllevan, los secretos, los chismes, las buenas y malas noticias, las preocupaciones, mi enfermedad, las historias de sus hijos y los míos, el café de las mañanas. He disfrutado de su alegría, de su belleza exterior e interior, de su saber estar, de su bondad, de su eficacia, de su chispa de humor, de su elegancia, de su feminidad. Lola es de las personas que no te dejan indiferente; cuando la conoces no deseas apartarte de ella, te atrae, puedes pasar horas hablando con ella sin notar el paso del tiempo y trabajando a su lado transcurre la mañana sin mirar la hora. Lola es la compañera que todos quisieran tener a su lado, es la mujer de la que todos están un poco enamorados.


No siempre el resultado de las buenas decisiones produce efectos positivos. En el caso de Lola, la correcta y necesaria decisión de hacer volver al trabajo a los miles de liberados sindicales que gozaban de unas eternas vacaciones, ha servido para poner fin a once años de interinidad en la Administración. Once años de trabajo de una calidad excepcional, sin escaqueos, sin bajas médicas, sin malas caras, sin protestas. Once años que morirían en la frialdad de un escrito de recursos humanos si no fuera porque en los últimos días se ha sentido arropada por sus jefes y por sus compañeros, todos a una en una manifestación de cariño, respeto y sentimiento, con el deseo de que muy pronto encuentre un nuevo camino que andar y trasmita a otras personas todas esas virtudes que la adornan. Lola es mucha Lola y allí donde vaya marcará estilo y época. Su sencillez le impide valorarse en su justa medida y no es consciente de las grandes cualidades y valores que posee. Cuando se los recuerdas te responde con una mirada de ingenua extrañeza y una sonrisa de agradecimiento. Así es de sencilla y de grande.


Sirvan estas líneas de homenaje a esta mujer íntegra, responsable, dulce y cariñosa, con el deseo de que siga por ese camino y no cambie y con la esperanza, bien fundamentada, de que en muy poco tiempo otras personas estarán a su lado disfrutando de tanto como nosotros vamos a echar de menos. Somos conscientes de que su vuelta será casi imposible pero siempre tendrá aquí su sitio, si no en la mesa de trabajo sí en nuestros corazones.

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