domingo, 28 de octubre de 2012

Opinión, 23/09/2012 VAYA SEMANITA

VAYA SEMANITA

Despedí la Feria el domingo cenando en un chiringuito y tomando después un mojito en la planta superior del templete.
El lunes, de vuelta al trabajo, sentía la misma sensación de estrés que cuando vuelves de vacaciones, ajeno a lo que iba a dar de sí la semana más completa del año, hasta ahora. Estaba expectante por escuchar las paridas de Rubalcaba en la entrevista de TVE y a medio día suenan las alarmas en todos los medios: Esperanza Aguirre presenta la dimisión. Qué putada para D. Alfredo por robarle las portadas y para los liberales del PP por haberlos dejado huérfanos. El “laissez faire” de Esperanza ha colocado a Madrid a la cabeza de las regiones españolas y ha creado en el partido una corriente liberal, para muchos, la única capaz de sacar al PP del complejo, la ceguera y el empecinamiento en los formalismos de lo “políticamente correcto”. Madrid ha perdido una presidenta única e irrepetible. El PP ha perdido a Esperanza y la esperanza de alternativas al anquilosado aparato directivo y al concurso de las ideas. Mariano Rajoy se empeña en hacer solo el camino dejando a los mejores en la cuneta y los pocos que le siguen andan a la greña, unas por el poder y otros defendiendo espurios intereses ajenos a la gobernación del país. Mal agüero para Mariano que está perdiendo comba en casa y fuera de ella.

Acaba el lunes con la entrevista a Rubalcaba, esperpéntico en los contenidos, patético en los gestos, repetitivo hasta el aburrimiento, encantador de serpientes y vendedor de humo. Sabe que el rescate es casi inevitable pero lo rechaza porque teme que vamos a ser investigados a fondo y de su gestión en el gobierno de Zapatero va a salir mucha basura. Lanza el bumerán de las pensiones y suelta la parida del día: “Es una vieja pretensión de la derecha, que baja la pensión a la gente”. A su regreso, el bumerán le impacta en la testa recordándole que el único gobierno que bajó las pensiones fue el suyo, el socialista. Puesto a hablar del nacionalismo catalán coloca a Cataluña y a España en el mismo nivel de interlocución. Abjura de la Constitución, como toda la izquierda, haciéndose predicador del federalismo, en el que dicen haber creído siempre pero que aparcaron al redactar y votar la misma. Él, que es responsable junto con Zapatero del desafecto creado en Cataluña por todo lo español, pretende culpar a Rajoy de auspiciar el desencuentro. Repito una vez más, patético; vamos, en estado puro.

El martes nos sorprende Carrillo muriéndose. ¡Cuánta palabra inútil se ha pronunciado en estos días alabando a ese “pequeño saquete de maldades”!, como lo definiera Felipe González. El que dicen ser mayor criminal de guerra del campo republicano ha muerto sin ser condenado gracias a personajes como Garzón y para escarnio a los vencedores, investido Doctor Honoris Causa en Alcalá de Henares, muy cerca del cementerio de Paracuellos, que debería llevar su nombre. El mito de su participación en la transición es eso, un mito. Aceptó al Rey y a la Bandera “por imperativo legal” como dicen los vascos, es decir, porque no tenía otra alternativa. Él libró el pellejo pero al PCE lo hizo añicos. Hablan de su valor por permanecer de pie en el 23-F. ¡Qué sarcasmo!. A Carrillo le daba lo mismo estar sentado o de pie. Tejero decidió dejarlo esperar al juicio de Dios y ahora, en el 2012, comparece ante el Altísimo cuando hace ya años que la Iglesia declaró oficialmente extinguido el infierno. ¡Qué ironía!

El jueves toda España, desde Portbou a Tarifa, estaba pendiente de la visita teatral, farolera y amenazante del Chávez catalano-español. Se fue por donde vino, “con el rabo entre las piernas”, eso sí, soñando con el preparado recibimiento triunfal de carteles, banderitas y bocadillo, como con Franco, al que sueña parecerse. Fue David a ver a Goliat y le presentó batalla. Volvió a Barcelona en olor de multitudes para coger la honda y lanzar la piedra. A ver si tenemos suerte y los empresarios catalanes le colocan en la honda un bumerán, como el de Rubalcaba. Rajoy prefiere afrontar el problema económico al político. El primero se lo dan resuelto, solo hace falta aceptar; para el segundo hay que echarle… y de eso parecen andar escasos en Génova y en Moncloa. “La Constitución de la risa”, así denominada por el efecto que causa en catalanes y vascos, tiene un artículo 155 que también causa la risa si es Mariano Rajoy el encargado de aplicarlo. Razones hay. Falta coraje, sobra miedo y abundan los traidores. Esto no tiene remedio.

Llega el viernes el Ministro Wert con la reforma de la educación. Con lo fácil que es decir “Ley de Educación de tal año” en vez de LOE, LOGSE y ahora LOMCE (manda nuevos, como decía Trillo). Intento valiente y necesario pero inútil. Valiente y necesario porque somos el culo del mundo en educación primaria y secundaria y de nuestras endogámicas universidades no figura ninguna entre las cien mejores mundiales. Inútil porque muchos de sus planteamientos chocan contra la tendencia de la izquierda de igualar a todos por abajo y crear un país de proletarios analfabetos, cuidándose ellos de educar a sus hijos en los colegios de élite para perpetuar su continuidad. Inútil porque choca también con los intereses de las CCAA de corte nacionalista o separatista. Si Cataluña se pasa por el arco del triunfo las decisiones del Constitucional que afectan a asuntos fundamentales del Estado no va a dudar ahora en mandar a Wert a la papelera de reciclaje. Si los catalanes y vascos tuvieran rasgos naturales perfectamente definitorios, es decir, si fueran negros, amarillos, gigantes o RH-7, no repararían tanto en la imposición del idioma, la historia y el medio natural. Desgraciadamente de lo único que disponen es de una lengua de ámbito reducidísimo y de una historia y geografía manipuladas donde Elcano y López de Legazpi fueron traidores a Euskadi y el río Ebro es un río catalán explotado por los españoles.




 

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