SANIDAD, EL JUEGO DE LOS RECORTABLES
Comentaba la semana pasada cómo entre Bono y Barreda habían creado en La Mancha la mayor concentración de Hospitales de toda España, nada menos que siete en un círculo de 150 km. de diámetro, Ciudad Real, Alcázar, Tomelloso, Villarrobledo, Manzanares, Valdepeñas y Puertollano para una población menor que la de cualquier hospital de Madrid. También comentaba las razones, que no eran otras que las de contentar a los caciques locales del partido, cuyos semilleros de votos fueron definitivos para mantener 30 años en el gobierno a “Bo & Ba”. Se las prometieron felices con el invento. Solo había que meter la mano, primero en el saco “de lo que había” y luego en el saco “de lo que no había”. El caso era construirlos (habría que ver quiénes fueron los beneficiarios de las contratas) y para colmo de cachondeo se decían: “Cuando vengan los del PP no podrán hacerlos pero sí podrán pagarlos”.
Llegó la jodida crisis cuando ya habían montado un sistema sanitario propio de un país rico imposible de mantener en una región pobre. No obstante y en su obcecación por negarla, dotaron todo de personal y medios a lo grande, ambulancias, helicópteros, transporte colectivo (autocar para trasladar al personal sanitario desde la capital a los pueblos) y transporte selectivo (los especialistas se trasladaban en taxi a pasar consulta en los hospitales de pueblo). El gobierno del PP ha tenido que enfrentarse a una deuda descomunal, muy superior a la que les dijeron y en parte ocasionada por este despilfarro en la sanidad. Se han encontrado con un abandono generalizado de la atención primaria frente a un aumento exagerado del gasto hospitalario y farmacéutico. El recorte no se ha hecho esperar y con él llegó el desmadre y la locura. El sistema es imposible de mantener. No hay presupuesto que aguante el gasto de los nuevos hospitales de La Mancha. El Consejero Echániz, rehabilitado por Cospedal ha entrado como elefante en cacharrería, con una prepotencia fuera de lugar y un programa sin definir lleno de improvisaciones. Pone en manos de gerentes contables la administración de los hospitales con criterios de rentabilidad y no de eficacia. Reduce personal indiscriminadamente sin valorar dónde y cómo. Cierra los centros de los pueblos privando a la población del servicio de urgencias. Se ensaña con provincias como Cuenca a la que deja con un solo hospital medio cerrado y 13 centros de salud de los pueblos sin urgencias, sobrecargando el hospital de Albacete donde éstas se ven sobrepasadas. Suspende la construcción del macro hospital toledano y cierra prácticamente los recién construidos que pondrá seguramente en manos privadas por la imposibilidad de mantenerlos.
Todo esto, se quejan amargamente los profesionales, hecho a salto de mata, sin un plan determinado ni reparto justo del sacrificio y además sin contar con la opinión de los mismos a los que tratan despiadadamente como si ellos fueran los culpables del desaguisado socialista. Trasladan a las plantas o a urgencias a enfermeras y auxiliares que llevan veinte años en consultas, sin más preparación ni actualización de conocimientos. Imponen un aumento de los horarios de trabajo de forma que los centros en Albacete cierran a las 15 h. pero están funcionando varias horas más con el consiguiente gasto de personal auxiliar y mantenimiento solo para que los médicos estén, sin poder hacer nada, las horas de más a que les han obligado. Los alcaldes de los pueblos afectados por el cierre acuden a los responsables de atención primaria y se encuentran con que cada día hay algo nuevo y ningún día algo definitivo. El alcalde que más grita vuelve a su pueblo con el centro de salud sin cerrar pero convencido de que los responsables son unos siervos, que no tienen idea de nada salvo la de mantener su puesto a costa de lo que sea.
Los extranjeros y otras etnias nacionales siguen colapsando las urgencias porque ellos no acuden a las consultas ordinarias. No se ha cortado la sangría de las de tarjetas europeas. Las listas de espera de consultas y pruebas se disparan; los quirófanos, dicen, solo atiendan lo urgente; el timo de los helicópteros se mantiene, sobrepasando en muchos casos el tiempo de las ambulancias y con un coste insoportable; en las aldeas de la Sierra pasa el médico consulta una mañana y por la tarde va una ambulancia o un taxi a llevar las medicinas prescritas, en cambio la gente tiene que trasladarse por sus medios a hacer rehabilitación en determinados centros que disponen de equipos y personal mientras hay otros con equipamientos completos y costosos sin funcionar, etc. etc.
Es muy difícil sintetizar en un folio todo el desastre que están produciendo el yuppie importado de Madrid y tantos otros contables metidos a cirujanos. Demasiada paciencia está teniendo el personal sanitario que está dando unas muestras de profesionalidad que los esbirros de “La Cozpedal”, como la llama la rojería, no son capaces de apreciar. Unos profesionales que no han puesto reparos a los recortes porque son conscientes de que estos han de llegar a todos pero que lamentan el desorden, la improvisación y el trato vejatorio que les están dando estos foráneos prepotentes que han tomado al asalto la consejería sin más criterio que el de ahorrar, sin saber cómo ni de dónde ni de qué. Los unos crearon la ruina, los otros no saben remediarla y mientras tanto las empresas privadas del ramo se frotan las manos a la espera de lo que caiga.
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