¿ESPAÑA, UNA UTOPÍA?
Acabo
de leer el “Manifiesto fundacional de VOX”, el Partido político con el que
Santiago Abascal, José Mª. Ortega Lara y unos pocos más pretenden hacer de
España una utopía.
La
síntesis programática de VOX podría ser suscrita por cualquier españolito de
centro, derecha, derechona, demócrata
cristiano, liberal y cabreado, porque
refleja todo aquello que estamos hartos de sufrir e incapaces de cambiar.
Es
curioso que no arremeten contra la Constitución de 1978, que es a mi entender la cuna de la corrupción y la
ruina política, moral y económica de la España actual pero lamentan “que sea continuamente ignorada o despreciada”.
No
dejan títere con cabeza en el espectro político. Consideran al bipartidismo
incapaz de afrontar y consensuar, por egoísmo propio, las reformas
institucionales, sociales y económicas que España necesita. El bipartidismo es
el caballo de batalla para todos los partidos con aspiraciones de bisagra y
abrigan esperanza porque son cada vez más los españoles que consideran a PP y
PSOE incapaces de afrontar la realidad tal como la percibe la gente de la
calle.
Consideran,
igual que muchos españoles, que el Estado de las Autonomías no han servido sino
para corromper y dividir a los españoles.
Es
cierto y así lo estiman, que el Estado constitucional ha degenerado en Estado de
partidos, donde una oligarquía inamovible, ajena al sentir popular gobierna a
los españoles, habiéndose pasado de una dictadura revestida de “democracia
orgánica” a otra dictadura camuflada como “democracia oligárquica”. Un Estado
donde la división de poderes es una quimera, con un total sometimiento al poder
ejecutivo de esos reducidos grupo oligárquicos, donde los jueces están
politizados y al legislativo le quitan el bozal para votar sí o no cuando viene
al caso.
Consideran
la indisoluble unidad de la Nación española como algo irrenunciable y achacan a
la Ley de Partidos y a la Ley Electoral, cuya reforma plantean, la fuente de
donde han surgido y tomado fuerza los nacionalismos.
La
educación, la familia, la economía liberal, el Estado unitario y la
regeneración política son pilares donde se asienta el ideario político de VOX y
su planteamiento.
Los promotores de la nueva formación política |
Las
actuaciones que VOX compromete en su programa vienen a ser las siguientes:
Nueva Ley Electoral, en la que el ciudadano
se sienta mejor representado, donde las listas sean abiertas y se sustituya el
sistema actual de proporcionalidad.
Nueva Ley de Partidos, donde la democracia
interna y la transparencia sean la constante.
Suprimir las subvenciones a Partidos, Sindicatos y Patronal.
Pasar del Estado Autonómico al
Estado Unitario,
descentralizado administrativamente, donde solo haya un Gobierno, un Parlamente
y un Tribunal Supremo.
Poder judicial independiente, con renovación de los cargos según
establece la Constitución.
Eliminar el Tribunal Constitucional y trasladar la jurisdicción
constitucional al Tribunal Supremo.
Reforma del Régimen Local con descentralización
administrativa provincial y reducción drástica del número de municipios.
Nueva Ley de Trasparencia y Buen Gobierno que
permita claridad en la gestión y administración de los fondos públicos.
Seguramente es lo que piensan los políticos de nosotros (foto:estrelladigital ) |
Es un
programa fácil de vender porque coincide con lo que muchos españoles queremos
después de visto lo visto. Si este programa lo plantearan PP o PSOE yo no
tendría inconveniente en votarlo. El problema radica en que este programa,
lógico, necesario y popular, que no populista, lo presenta un naciente Partido
encabezado por dos “huídos” del PP, por más razón que lleven, acompañados de
unas pocas figuras poco conocidas y sin un líder carismático que aglutine en
torno a él todo el desencanto del centro derecha y de la izquierda moderada.
Por otra parte es un programa utópico, a lo sumo con algo de porvenir a largo
plazo so pena de una revolución social provocada por la desaparición de la
clase media, empeño en el que están “sociatas” y “peperos”.
El sistema
actual no consiente reforma alguna de lo esencial. La clase política se ha
instalado en los capilares del tejido social y todo lo maneja y controla sin
que haya posibilidad alguna, salvo por la fuerza, de un voluntario harakiri
como ya hicieran las Cortes franquistas. Es lamentable pero es así. Nada puede
esperarse de cambio y regeneración mientras el sistema actual subsista y este
sistema solo se puede acabar cuando la ciudadanía, hastiada de tanto
sinvergüenza, tire por la calle del medio y se movilice contra este modelo de
Estado de unos pocos.
Franco
descartaba cualquier movimiento revolucionario porque había creado la clase
media española y de ello presumía. El nuevo régimen está destruyendo la clase
media y con ella la única base de estabilidad con la que cuenta el país. Solo la rápida salida
de la crisis puede hacer a los españoles mirar para otro lado. Si el final de
la crisis se demora, como así parece, porque en vez de trabajar por
solucionarla estamos gastando las energías en peleas internas de patio de
vecinas, el caldo de cultivo revolucionario estará servido y las consecuencias
pueden ser imprevisibles. El egoísmo, la cobardía, la inmoralidad y la ausencia de miras de la clase política
actual nos conduce al desastre.
VOX
pretenderá canalizar pacíficamente las demandas de la ciudadanía pero ésta dudo
que arriesgue por aquello de que “más vale lo malo conocido…”. Ya pasó con el
partido Sociedad Civil, de Mario Conde. La abstención va a ser la que recoja el
fruto del desencanto ciudadano. Los dos grandes partidos dirán que se dan por
enterados pero no variarán un ápice sus planteamientos. A VOX le esperaría en
todo caso una larga travesía en el Grupo Mixto del Congreso y poco más.
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