LAS ESTRELLAS EN EL CIELO, NO EN LOS JUZGADOS
Hoy he vuelto a ver la imagen de la repugnante reunión de
los asesinos de ETA y otra vez me ha revuelto el estómago. Si esto me pasa a mí
que no tengo familiares o amigos víctimas de la banda asesina, que sentirán los
que, teniéndolos, tienen que tragarse la rabia y sujetarse las manos para no
correrlos a hostias. No me cansaré de repetirlo, ETA ha derrotado al Estado
gracias a la traición del infame Zapatero y a la pasividad cobarde de Rajoy,
ayudados ambos por el indigno Tribunal Constitucional y por los jueces
estrella, que recogieron el testigo de Garzón y lo pasean con descaro por los
tribunales.
Aunque no en la misma proporción, también me ha revuelto el
estómago la imagen del juez Pedraz, ese juez que va de moderno, con melena de
ejecutivo, llamando la atención por donde pasa y chupando cámara como cualquier
otra figura mediática. Posiblemente el juez Pedraz sea una buena persona,
responsable y cumplidora con su obligación pero desgraciadamente no es esa la
imagen que da y yo, a la vista del envoltorio, me inclino a pensar que lo que
se ve por fuera es una muestra de lo que hay por dentro.
Qué manía la de los jueces modernos de convertirse en
estrellas mediáticas. Yo siempre he tenido la idea de un juez serio,
respetable, alejado de los mundanales vicios, con una cierta inclinación hacia
el poder y los poderosos, discreto y con un círculo muy limitado de amistades.
Después he ido descubriendo que la carrera judicial es para muchos el pasaporte
al poder y a la fama. No acabo de comprender como las rancias familias
terratenientes de Ciudad Real o Jaén son las mayores proveedoras de jueces al
sistema. Solo lo entiendo desde la
lógica de acaparar poder para poder seguir manteniendo esa ranciedad que
les hace situarse por encima de los demás.
De los cuatro jueces más mediáticos en la actualidad, Santiago
Pedraz, Pablo Ruz, José Castro y Mercedes Alaya, solo justifico a esta última
porque está haciendo un trabajo serio y difícil, sufriendo todas las zancadillas,
impedimentos, dificultades, campañas y
acoso, que solo una persona con una especial firmeza es capaz de
soportar. Qué lástima que su trabajo vaya a caer en saco roto en el momento que
impute a aforados y el juicio a la Cueva de Alí Babá pase a manos de la
Audiencia Nacional o el Tribunal Supremo, que igual da atrás que a la espalda.
Sin dudar de la integridad de los otros tres, sí se les
puede echar en cara su extremada lentitud. Yo quisiera pensar que esa lentitud
es debida a la complejidad de lo investigado o a la escasez de medios de la
justicia y me sublevaría descubrir que el juez Ruz seguirá mareando la perdiz
hasta ver arruinado y descompuesto al PP o que el juez Castro ha abrazado la
causa republicana. Mal asunto cuando en la vida se va de guapo o de progre y
peor aún si se tienen responsabilidades como las de estos personajes.
Las estrellas deben estar donde están, en el firmamento.
Nunca presidiendo los juzgados.
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