¿ES HORA DE DAR EL SIGUIENTE PASO?
A los 95 años, el fundador de Fuerza Nueva y líder de la
ultraderecha en la transición, ha muerto en su casa de Madrid. Para los que no
lleguen a los cuarenta y tantos este personaje no les dirá nada, es más, se
asombrarán al saber que en la España de la transición hubo algún movimiento o
partido de extrema derecha, el más representativo de ellos, Fuerza Nueva, fundado
por Blas Piñar en Octubre de 1976 y disuelto en Noviembre de 1982.
Blas Piñar fue tras la muerte de Franco el defensor de una
causa perdida. Permaneció fiel al Movimiento sin acatar nada de de lo que él
consideró un cobarde suicido político de los herederos del franquismo. Él creyó en un franquismo sin
Franco y en el convencimiento de que el dictador lo había dejado todo atado y
bien atado , se lanzó con gran alarde de energía personal a poner en tela de juicio
a los que cedieron a las presiones de los
movimientos de izquierda y al plan del
nuevo Monarca de olvidarse de quién lo puso y crear una España para todos pero
contando con todos.
No acertó Blas Piñar en
su pronóstico. La sociedad española había interiorizado la música del “Libertad
sin ira” y ya no era posible la marcha atrás. El lema de Fuerza Nueva “Dios,
Patria y Justicia” podía haber sido válido de haberse desprendido de todo el
envoltorio franquista. El lema era perfectamente defendible pero sin Franco ni
nada que lo recordase. El mensaje del harakiri de las Cortes franquistas había
calado igualmente en el pueblo, que se dio cuenta al momento de que no tenía
sentido vivir mirando al pasado y dejó el protagonismo a las corrientes
liberalizadoras capitaneadas por Suarez bajo el mandato del Rey. No había lugar
para la ultraderecha porque no tenía sentido salvo por su carga nostálgica.
El 20 de Noviembre de 1982, tras el golpe de Tejero y la
pérdida del escaño en el Congreso, Blas Piñar decidió disolver Fuerza Nueva,
desapareciendo con ellos el discurso de la involución o quedando limitado a grupúsculos residuales que
aún perviven. Aquel no era el momento. La sociedad no lo demandaba sino todo lo
contrario. Solo sirvió para cerrar los pasos durante muchos años a una nueva
derecha que pudiera surgir de la insatisfacción y el descontento con esa derecha organizada con los conversos del
franquismo y la democracia cristiana que dio origen a la que ahora nos
gobierna.
Si entonces no se acertó en la oportunidad, hoy cada día se
muestra más necesaria una derecha a la derecha del PP, vacía de nostalgias de
glorias pasadas, alejada de los postulados fascistas y del nacionalcatolicismo, con la cabeza y los
pies en el Siglo XXI y cuyo lema pudiera ser “Patria, Justicia y Libertad”, dejando de poner a Dios como testigo de sus actos y
reservándole su lugar en la intimidad de cada persona.
Un partido que ponga
la unidad de España como encabezamiento de su ideario, en manifiesta oposición
a quienes transijan con el separatismo vasco-catalán y el terrorismo de ETA. Un
partido que luche contra la corrupción política e institucional, que abogue por
el final de la división de España en reinos de Taifas, que vuelva, dentro de
los más puros principios democráticos, al modelo de Estado unitario donde la
solidaridad interregional y la justicia distributiva sean una constante. Un
partido que, sin caer en actitudes xenófobas, ponga a cada cual en su sitio y
no consienta que los derechos individuales de los españoles sean pisoteados por
colectivos foráneos que atentan contra nuestra cultura y nuestras costumbres.
Un partido que, respetando la permanencia en organismos supranacionales y más
concretamente en la UE y en la OTAN, trabaje para colocar a España en el lugar
que le corresponda, sin que la fuerza de la burocracia europea controle cada
movimiento de nuestras vidas. Un partido que haga del nacionalismo español el
parapeto contra los nacionalismos alemán, inglés o francés. Un partido que,
defendiendo la riqueza lingüística de las regiones españolas, permita que todos
seamos capaces de entendernos en una única lengua, luchemos bajo una única bandera
y forjemos un modelo de Estado en el que las diferencias sirvan para enriquecer
no para dividir.
Hoy es posible pensar en esto, antes no. La acomodaticia
derecha gobernante, sin dejar de mirarse al ombligo, está permitiendo que esta
vieja piel de toro se cuartee y acabe hecha girones. La apatía, la falta de
amor propio, la pereza, la relajación de los valores y una cobardía extrema son, entre otros muchos,
los pecados capitales de una derecha
gobernada por una élite adormecida e irresponsable, que hace dejación de
sus principios y de sus deberes.
Antes no era posible; ahora sí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario