EL GATO DE MI VECINO
Leo con estupor en la prensa de Albacete y en la nacional
que el Juzgado de lo Penal Nº 1 de Albacete juzga hoy a un hombre de 91 años,
sin antecedentes penales, por haber matado dos gatos siameses de su vecino que
habrían saltado a su patio. No conozco si los gatos causaron perjuicios al
demandado ni si éste se había quejado anteriormente al dueño de los felinos
pero me subleva el hecho de que el fiscal haya pedido ocho meses de prisión,
indemnización por el valor de los gatos y mil euros por daños morales.
Uno de mis vecinos tiene un gato, no sé si es o no de raza,
solo que tiene collar. Yo tengo dos pájaros en una jaula que suelo sacar al
patio cuando la temperatura lo aconseja. El gato de mi vecino se ha propuesto
comerse a mis dos pájaros y continuamente asalta la jaula por donde puede. Se
da la circunstancia de que mi vecino quiere a su gato pero yo quiero a mis
pájaros y solo por la prudencia que me aconseja la relación de buena vecindad y amistad, el gato
se está librando de que mi método de disuasión no sea tan violento como el de
este hombre de Villalgordo del Júcar.
Villalgordo del Júcar |
Hasta ahora la amenaza del gato no deja de ser más
voluntariosa que práctica pero si ello fuera a más, mi condición de ciudadano
educado me llevaría a dialogar con mi vecino en primer lugar y, en caso de no
haber respuesta positiva por su parte, presentaría denuncia ante el juzgado, no
sé si los gatos van por lo civil o por lo penal pero ya me informaría mi
abogado. Si hubiera sentencia desfavorable para mí por el hecho de eximir al
gato de responsabilidad por los actos derivados de su instinto y ni siquiera se
considerase el allanamiento de morada, aparte de no condenar al dueño por
irresponsabilidad en la custodia del animal, me vería obligado a recurrir a la
Audiencia Provincial y, de no mediar sentencia definitiva, seguir haciéndolo al
Tribunal Supremo e incluso al Constitucional, porque la incursión del gato en
mi domicilio atenta contra mis derechos individuales consagrados en la
Constitución.
Solo tras este largo
proceso y después de haberme gastado un riñón en costas judiciales y abogado,
optaría por gastar los últimos cien euros en una carabina de aire comprimido de
calibre 5,5 e intentar convencer al gato de que su osadía puede acarrearle
serios disgustos y, si viera que por parte del felino no hay voluntad de
arrepentimiento y modificación de la conducta, solo entonces le haría una
espera con los penosos resultados que ello conlleva. Después enterraría al gato
a cien kilómetros de las casas y como si no hay cadáver no hay asesinato, daría
el pésame a mi vecino y aquí paz y después gloria.
Esto me lleva a la conclusión de que el abuelo de
Villalgordo no ha tenido paciencia ni ha medido bien las consecuencias de su
decisión. Claro, con 91 años no tendría tiempo de realizar todos los trámites
que yo hubiera hecho y simplemente ha optado por tirar por la vía del medio.
Desde luego no comparto la actitud del abuelo, en absoluto, pero me sorprende por
otra parte la del fiscal. Ha considerado el hecho como un delito continuado de
maltrato animal. Imagínense si lo cogen matando toda la paridera de una gata
como con frecuencia se suele hacer en los pueblos. Este fiscal debería ser
trasladado a la Audiencia Nacional para ejercer la acusación en casos graves de
terrorismo, robo con violencia o con guante blanco, que está más de moda, sedición
y traición a la Patria, violencia callejera, ataques a los agentes del orden y
actos contra la autoridad legítimamente
constituida. Si por dos simples gatos pide ocho meses y no sé cuántos miles de
euros, en la Audiencia Nacional sería el terror de delincuentes, pidiendo para
ellos penas de muerte y otras mayores, todo un crack de la justicia. Tengo gran interés en conocer la sentencia que dicte el
juez, siquiera por comprobar si también sería meritorio para recomendarle
asuntos de más envergadura.
Esta es la España del esperpento. Todo lo que hoy nos
sorprende no es nada para lo que nos sorprenderá mañana. Es la España profunda de los dibujos de Goya.
Salen a la calle los asesinos de ETA con
bastante menos de un año por asesinato y en Albacete un fiscal pide ocho meses
para un viejo de 91 años que le ha matado dos gatos al vecino. Sencillamente
asombroso.
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