¿Los jóvenes de 16 años son lo suficientemente maduros para tomar la decisión de casarse?
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| Cualquier matrimonio de un menor debe ser investigado por el Estado |
Hoy por hoy, ni a los 16 ni a los 18
No sé cuántas novedades contemplará al final el II Plan Estratégico Nacional de Infancia y Adolescencia pero de momento hay que celebrar que un Gobierno se preocupe de verdad por los problemas de este colectivo, más allá de la aberración socialista del manual para masturbarse, el mapa del clítoris o la píldora del día después.
La infancia y la adolescencia son unos años críticos en los que el individuo se está “haciendo” y del entorno social en que se desenvuelve depende mucho el “producto hombre” final. El poner límite en la edad para contraer matrimonio o consentir relaciones sexuales podrá ser necesario a efectos legales pero poco práctico en la realidad. Más importante creo la vigilancia del cumplimiento de la enseñanza obligatoria y el sometimiento a la ley de las minorías étnicas que en este asunto son más radicales como la gitana y la musulmana.
Hablar de proteger la infancia cuando se consiente la adopción de menores por parejas homosexuales es tomarnos el pelo, sobre todo a los que creímos en las promesas electorales del PP, que vemos decepcionados como, en este y en otros casos, no se atreven a coger el toro por los cuernos.
Conforme está montada la vida actual en la que el concepto familia es, como diría Zapatero “discutido y discutible”, la infancia/adolescencia es una edad de riesgo que debe ser muy vigilada por el Estado, por ser un colectivo débil sometido a muchas influencias, dentro y fuera del hogar, que pueden ser determinantes en la salud física y psíquica de las nuevas generaciones.
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