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| ¿Será verdad la bajasa del IBI? |
El debate parlamentario es la herramienta de que disponen los grupos políticos para presentar, defender, aprobar o rechazar sus propuestas o iniciativas. Habitualmente y con carácter periódico se suele llevar a cabo un debate amplio sobre la política desarrollada por el gobierno en cuestión, en los cuatro niveles en los que actualmente se desarrolla la actividad política en España, nacional, autonómico, provincial y local. Aparte de permitir desfogarse a los miembros de la oposición o sacar los colores a algún miembro del gobierno para poco más sirven.
La gente, el pueblo llano pasa de esos pesados y somnolientos debates en los que si acaso interesa algo son los rifirrafes entre políticos más o menos fogosos y exaltados. Las encuestas posteriores sobre quien ha ganado el debate las manipulan los medios de comunicación y cada cual arrima el ascua a su sardina.
Nuestro sistema de mayoría, bien absolutas o convenidas poselectoralmente, quita el interés a cualquier discusión parlamentaria. El opositor se luce con su discurso si su oponente gobernante no se lo chafa y viceversa. Al final se vota lo que ya se sabe y todos salen contestos de haber cumplido con su papel, que no va más allá de una representación teatral en la que cada uno tiene su papel y todo el mundo conoce el desenlace.
En el caso de Albacete, como ocurre en Toledo o Madrid, la frase más oída seguramente será “y tú más” y continuamente se hará referencia a la herencia para encubrir los propios errores o la falta de actividad o de resultados. Seguramente, en una encuesta a pie de calle podrían contarse con los dedos de la mano los ciudadanos que tienen elaborada una opinión sobre el debate de hoy. El pueblo vive al margen de todo esto. Pasa de los políticos en la misma proporción que los políticos pasan del pueblo.
Francisco del Hoyo, articulista del diario EL PUEBLO de Albacete
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