domingo, 10 de marzo de 2013

DIOS SALVE AL PSOE




Cien años de ... y cuarenta de corrupción

Dios salve al PSOE

Dios salve al PSOE que de hundirlo ya se encarga Rubalcaba. Podría ser el título de una novela de humor en la que diferentes personajillos entre saltimbanquis y bufones circenses representan el mundo de la picaresca, del trinque, de la traición y de la burla tan arraigado en la sociedad española desde que el mundo es mundo. Aquí no es necesaria la imaginación del autor; basta con seguir el día a día de los personajes reales y el argumento está servido. La parodia de sí mismo del personaje principal cuando arremete contra el adversario es la antología del género humorístico.

Por desgracia no se trata de una novela de humor sino de la vida misma que nos ha tocado en suerte, donde los personajes son reales y el guión se escribe día a día. El empeño de Rubalcaba en seguir capitaneando el barco ha conseguido encallarlo dejándolo al vaivén de olas corruptas y traidoras tempestades.

El PSOE, como otros partidos de izquierda nació a la sombra de la revolución industrial que dio un vuelco total a la forma de vida hasta entonces conocida del mundo occidental. Durante cien años vivió abrazado al marxismo hasta que un probo dirigente del llamado clan de la tortilla le dio la vuelta a la misma.
En ese periodo de más sombras que luces el PSOE demostró su dificultad para acomodarse fuera del poder. Apoyaron junto con UGT la dictadura de Primo de Rivera porque les fue bien y tuvieron el protagonismo que el dictador negó a otros movimientos como la CNT. El mismo Largo Caballero fue Consejero de Estado; pero envanecidos por el poder acumulado, no dudaron en abandonar al dictador para abrazar la causa revolucionaria soviética y como consecuencia enarbolar la bandera republicana.
Largo Caballero
           
Instaurada la República en 1931, los socialistas colaboraron con el gobierno de Azaña y una vez promulgada la Constitución de 1931 y convocadas elecciones generales en 1933, que ganaron las derechas, no dudaron en traicionar de nuevo al sistema y en 1934, los mismos que tres años antes habían favorecido el advenimiento de la República, se alzaron contra ella en la revolución de Asturias, haciéndose como siempre únicos administradores de la verdad y la razón y cargando sobre sus adversarios las causas que justificaban su deslealtad.

Una vez más no fueron capaces de asumir las razones de su derrota en las urnas y buscaron fuera de la legalidad la forma de recuperar el poder .Una vez sofocada la revolución de 1934 (causa y principio indiscutible de la guerra civil), se lanzaron a la aventura de crear un frente con aquellas formaciones con las que días atrás estaban enfrentados, el Frente Popular que, al estilo de la revolución francesa sembró el terror a lo largo y ancho del país alcanzando su momento de éxtasis con la ajustada victoria en las elecciones de 1936.
Resultados electorales en 1936
Durante la travesía del desierto posterior a la guerra civil, los socialistas que huyeron de la dictadura vivieron al margen de los acontecimientos dejando en manos de los comunistas la lucha contra el nuevo régimen y esperando a la sombra los frutos que los vencedores de la gran guerra dejaran caer.

Ya en 1979 una nueva generación de socialistas, becados en gran parte por las exiguas arcas de la República en el exilio y por la Internacional y protegidos por los alemanes en su deriva del marxismo a la socialdemocracia, en un ejercicio de pragmatismo acabaron aparcando su vocación marxista acomodándose a los nuevos tiempos que la restauración democrática exigía. González hizo lo que el guión le demandaba. Desmanteló el ejército franquista y lo encuadró en una organización supranacional, la OTAN, que limitada notoriamente su capacidad de decisión. Estableció el “Estado del bienestar” aspiración y fin último de la socialdemocracia y consiguió la entrada en la Comunidad Europea aunque por la puerta trasera. El gobierno socialista de González fue el artífice de la mayor reconversión industrial habida en España y de un volumen de privatizaciones jamás imaginado, circunstancia que no tienen en cuenta sus herederos ante la tibieza privatizadora del Gobierno actual. Tan grande fue la remoción que sus avispados seguidores dieron fin a los cien años de honradez que el PSOE pregonaba a los cuatro vientos. Felipe sembró España de corruptos y sinvergüenzas que brotaban como hongos, principalmente allí abajo en la tierra de “María Santísma”, la suya.

Una cosa no se le puede negar a González, su sentido de Estado. Aparte de la nefasta aventura de los GAL, Felipe mantuvo a raya a los nacionalistas y no cuestionó el modelo de Estado nacido en la Constitución de 1978. Aquellos socialistas creían en España o al menos lo aparentaban pero su mensaje siempre fue muy claro al respecto.

La salida de González del gobierno y de la dirección del partido fue traumática por cuanto no existía un líder natural aceptado por todos. A falta de éste, se les ocurrió hacer unas primarias para elegir al jefe y a la vez presidenciable, con el resultado que ya conocemos, gana el candidato no conveniente al aparato del Partido, Borrell, y es obligado a dimitir a favor del igualmente mediocre Almunia. El fracaso electoral posterior trajo como consecuencia la salida de Almunia dando el pistoletazo de salida a la carrera hacia la ruina moral n la que se encuentra sumido el PSOE.

Alfonso Guerra, culpable de la elección de Zapatero
De nuevo la deslealtad se convierte en marca del PSOE. Alfonso Guerra maquina contra su Partido, influenciado por viejos odios con lobos de camada distinta y retira la confianza al único pretendiente capaz de ofrecer continuidad en el proyecto y en el ideario socialista, José Bono, abandonando todo a un nuevo clan advenedizo, el de Valladolid, al frente del cual estaba el innombrable inútil que dejó España como un erial y al PSOE yermo de ideas y futuro. Un delirante personaje que llegó al poder tras un oscuro episodio de un tren de cercanías, del que algún día conoceremos la verdad y comenzó su mandato discutiendo el concepto de Nación Española ofreciéndolo como presente a los nacionalistas y reavivando los odios ya olvidados de una contienda civil en la que todos perdieron; haciendo guiños a una organización terrorista que estaba a punto de desaparecer y haciéndose rodear por una patulea de personajes de tres al cuarto que vaciaron las arcas del Estado en una política similar a la del felizmente desaparecido líder venezolano.

Convencido, sin reconocerlo, de la inutilidad de su equipo forzado por las circunstancias y sin posibilidad de recambio mínimamente decente dentro de un partido de taifas donde todos son hijos, hermanos o primos de alguien, echó mano de la vieja guardia, de los de siempre, certificando de este modo la incapacidad de regeneración ni siquiera generacional del PSOE. La llegada de Rubalcaba, Cháves, Bono, Fernández de la Vega, Salado o Solves sirvió para cerrar de nuevo el paso a las nuevas generaciones que están llamando a la puerta.


Desaparecido el que sin duda pasará a la historia como el peor gobernante español y para muchos el mayor traidor a España de todos los tiempos, acude a completar la ruina Rubalcaba, que después de haber cosechado la mayor de las derrotas de los socialistas, se aferra al poder maniobrando contra todos, urdiendo intrigas, líos y desavenencias . Otro caso más de la deslealtad de los socialistas, ya no solo por el 11-M o por el caso Faisán sino también por el abandono del principio constitucional de España como nación para caer en aventuras federalistas y su falta de apoyo a un Gobierno que lucha por restablecer la maltrecha economía tras la herencia que este mismo personaje contribuyó a dejar.

El hecho de que el 94% de los españoles desconfíe de Rubalcaba y que dentro del Partido ya se alcen voces clamando su salida, no es motivo suficiente para que el caudillo (con minúsculas) se retire junto a su mentor a contar las nubes. Solo le justifica el convencimiento que tiene de que él es una carga pero lo que viene detrás es el caos. Ni la aspirante de diseño, desposeída ya de su base de votantes ni el clonado zapateril de la capital imperial son repuesto válido para emular a Moisés en la travesía del desierto. El PSOE es como un olivo en el que cada prohombre ocupa su rama y cada año se cortan los brotes que crecen al pie del mismo. Cuando el árbol envejece y se convierte en leña no hay vástago que lo sustituya . El funcionamiento de un Partido serio de gobierno no puede caer en manos de inútiles segundones como Pepiño o Valenciano ni tiene fututo con líderes como Chacón o Page. Pueden ser buenos tuertos en el país de los ciegos pero nada más. Con esta deriva el PSOE va camino de dejar su espacio en manos de la izquierda independentista y la chusma multicolor, plural y variopinta que representan cayo Lara y el “cristo” (con minúsculas) de Marinaleda.

Rubalcaba, o él o el caos
be la esperanza de que parte de su base electoral se mantenga fiel y en Ferraz acierten al elegir el camino. A la vista de la descomposición que amenaza a España, se hacen necesarios dos Partidos fuertes capaces de arrinconar los nacionalismos y de regenerarse y limpiar de toda sospecha a la clase política. El PSOE hasta el momento hace lo contrario, duda de España, apoya a los independentistas y en cuanto a la corrupción ve la paja en ojo ajeno y no la viga en el suyo. Por eso, Dios salve al PSOE, que de hundirlo ya se encarga Rubalcaba.

Paco del Hoyo "Opinión ,El Pueblo de Albacete" 10/03/2013

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