¿Cree que las instituciones públicas se quedan cortas
a la hora de trabajar y concienciar a la sociedad sobre la Violencia de Género?
La solución comienza por las aulas
Cuarenta y tres mujeres asesinadas en lo que va de año es algo que una
sociedad que presume de civilizada no se puede permitir. Claro que si a eso
vamos, hay tantos actos incivilizados en el devenir diario de esta sociedad
egoísta en la que el individualismo se sitúa por encima de los derechos
de los demás. Esta es la sociedad del consumismo en la que se tiene todo y no
se comparte nada y al decir nada, ni siquiera la responsabilidad que se derivan
de los actos voluntariamente aceptados.
Hay sectores de la sociedad con unas carencias intelectuales que les impide
comprender que el mundo del Siglo XXI es distinto a todo lo anterior y la
evolución hacia la igualdad en nuestra sociedad occidental no puede estar
sometida ni atajada por la involución personal de determinados individuos,
etnias o culturas.
Las medidas que puedan tomar las Instituciones son casi siempre a
posteriori, cuando el mal está hecho o en ciernes, pero sería conveniente
determinar qué responsabilidad tienen los que con sus actitudes, políticas o
determinaciones influyen para que todo esto ocurra. Cual es la
responsabilidad de los movimientos feministas, a veces fanáticos; la de los
jueces que sienten una inclinación especial contra una de las partes; la
de los abogados del suculento negocio con sus consejos interesados y
trampas legales; la de los políticos que con la ofrenda floral y el discurso
vacuo tranquilizan sus conciencias; la de la sociedad en general que en su alocada
carrera hacia ningún sitio no permite la vida familiar que hasta ahora hemos
conocido y disfrutado.
La solución a la violencia de género comienza en las aulas. Aquí lo que
falta es educar y enseñar a convivir en el respeto a los derechos individuales
y colectivos de las personas. La educación en valores, contraria al
individualismo que ahora se imparte; en la generosidad frente al egoísmo
y en la solidaridad frente a la indiferencia. Más vale prevenir que curar, dice
el refrán y para este caso, como anillo al dedo.
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