LA MILHOJA ESPAÑOLA Y LAS
REDES
En España es tal la proliferación
de noticias alarmantes o escandalosas que su actualidad es tan efímera y tal su
amontonamiento que a veces se le forma a uno un lio en la cabeza que no sabe
dónde centrar su atención. A la milhoja
nacional no dejan de acumularse capas.
Durante días el intento de
secesión de Cataluña ha monopolizado los medios haciéndonos olvidar que en
Sevila la Juez Alaya sigue descubriendo tesoros en la cueva de Alí Babá
andaluza. El descubrimiento de otra cueva de Ali Babá, esta vez en Cataluña y
con un número reducido de ladrones, el clan Pujol, hace saltar todas las alarmas del
independentismo que se queda en paños menores y el “España nos roba” se les
anuda en la garganta. Al tiempo se descubre que unos
caraduras que actuaban como directivos o consejeros de Caja Madrid
contribuyeron a la quiebra de la entidad
haciendo uso de ingentes cantidades a través de unas tarjetas funcionalmente generosas y fiscalmente opacas.
Esta situación, que aún colea, ha quedado
nublada por la noticia del lamentable contagio de una auxiliar de enfermería
que ha atendido a los dos fallecidos por ébola en el Hospital Carlos III y que,
si bien en el primer caso no hubo incidente que lamentar salvo el fallecimiento
del misionero, en el segundo caso y al parecer por una imprudencia de la
afectada y una ocultación de su relación con el mismo, no solo se ha contagiado
ella sino que es posible que haya puesto en peligro la salud de las personas
con las que se relacionó en los días siguientes al fallecimiento del segundo
afectado.
Cuando las redes echan humo sobre
el ébola –seguiré ahora con ellas- se
descubre que lo de los cien años de honradez de UGT vuelve a saltar por los
aires al comprobar que un símbolo del sindicalismo minero asturiano, Fernández
Villa, se cae del pedestal asentado sobre un cimiento de millón y medio de
euros cuya procedencia dice desconocer que no fuera por otra vía que la del
ahorro.
El país echa humo y las redes
sociales también. ¡Qué buen invento y que malo al mismo tiempo esto de las
redes sociales! Y no ellas en sí mismo sino en la utilización que de ellas
hacemos. El caso del ébola como otros anteriores han sido utilizados en la red
de forma tan torticera que es difícil comprender que en un país que se presume
civilizado pueda haber tanto deshecho
humano que disfrute intoxicando y amedrentando a la sociedad a través de
mensajes inciertos , insultos desmedidos, descalificaciones infundadas, bulos,
falsificaciones de titulares de los medios informativos y un sinfín de
despropósitos más que han creado una alarma social innecesaria y peligrosa.
Una sociedad que produce gente como la que
sale a la calle de forma violenta a
defender la vida de un perro posiblemente contaminado de ébola con riesgo de contagio
para las personas, cuando a diario se sacrifican animales en las instalaciones
municipales por falta de acogida, es una sociedad enferma. Cuando esa sociedad
pasa por alto que en Cataluña ya van diez muertos en quince días a causa de la
legionella, esa sociedad está enferma. Y está enferma porque esa misma sociedad
es insensible al hecho de que en países
africanos están muriendo miles de personas, entre ellos cientos de niños, a
causa de la enfermedad y otros miles a diario por la hambruna que asola al
continente negro. Está enferma porque está vacía de humanidad y llena de envidia; porque odia y sobre todo porque
se deja manipular, síntoma claro de su indigencia intelectual.
En esta sociedad tan empobrecida
de espiritualidad, de relajada moral y
coeficiente intelectual bajo mínimos, el que sea capaz de dominar las redes
sociales es el amo. ¿Cómo se entiende si no el ascenso meteórico de una banalidad con coleta como es el tal
Pablo Iglesias?.
Aviso a navegantes en lo que ya es periodo preelectoral. El
mítin se queda en fiesta de partido, las cartas llenan papeleras. El
debate político se traslada a la radio,
la televisión y las redes sociales. Quienes dominen estos medios serán los que
nos gobiernen, véase si no el ejemplo de Cataluña. La sociedad ha cambiado, es una esponja. Quienes se
aferren a los viejos métodos están perdidos y pueden en su enrocamiento hacer que todos equivoquemos el camino.
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