lunes, 20 de octubre de 2014

EL ÓRDAGO CATALÁN Y EL FUTURO (II)

No hay mal que por bién no venga. (genial Forges)


PIERDEN UN ÓRDAGO PERO GANAN LA PARTIDA (II)



Hay otros responsables que no debemos olvidar. Los socialistas catalanes convertidos al nacionalismo y el gobierno tripartito de Montilla no solo dejaron Cataluña en la ruina sino que ayudaron a consolidar la fuerza de los independentistas de ERC. El compromiso de Zapatero con una reforma del Estatuto, que nadie reclamaba y que de hecho fue aprobado por el 50% de un 30% de votantes, es decir, por el 15% del censo. La ambigüedad de los socialistas salta a la vista. Para unas cosas PSOE y PSC son los mismos y para otras son diferentes, en cada caso según la conveniencia. No es extraño que Rubalcaba reactivara el concepto de federalismo asimétrico de Maragall, seguido a pies juntillas por todo el aparato del PSOE y asumido como propio por “Pedro I el Guapo, caudillo de socialistas”.

Ahora se hace el tonto, es feliz en las nubes
 Aquí es donde los independentistas tienen la partida ganada, en la indefinición de los socialistas en cuanto a lo que es la nación española y la forma de Estado. El socialismo de nuevo cuño no cree en España. Ya lo dijo Zapatero: “el concepto de nación española es algo discutido y discutible”. Los socialistas pretenden quitarse de encima el problema catalán modificando en su favor y a costa del resto de los españoles el modelo de Estado. El federalismo en boca de Pedro Sánchez no es más que una abstracción que queda muy bien de cara a la galería pero que es incapaz de definir y concretar.


El Estado federal, habida cuenta de que la descentralización de la Administración española es muy superior a la de algunos estados federales europeos, solo se justifica si lo que se pretende es, por una parte la renuncia de cada uno de los españoles a la soberanía nacional, convirtiéndola en una soberanía local que solo alcanza los límites de la CCAA; por otra y ya que hemos concretado la soberanía a nuestro territorio regional, conformar un Estado federal de adhesión voluntaria y con capacidad de decisión sobre la permanencia en el mismo; finalmente y una vez llegado a este punto, dar el carácter de asimétrico al nuevo federalismo de forma que haya algunos Estados o Comunidades federados con condiciones diferentes y más favorables al resto.

"Otro vendrá que bueno me hará" (Zapatero dixit)
 Este sería el encaje ideal para los independentistas catalanes. La renuncia de los españoles a la soberanía nacional; la constitución de un Estado Federal de libre adhesión y sin obligación de permanencia; la concesión de un status especial para Cataluña que contemple un régimen fiscal similar al foral del País Vasco y Navarra;  un sistema judicial distinto e independiente y una política exterior al margen de la del Estado; tiempo suficiente para la creación de una estructura estatal que pueda permitir en cualquier momento la aventura secesionista.


Esto es lo que los socialistas quieren para España y Cataluña, sin percatarse de que los independentistas catalanes pretenden únicamente exprimir al Estado Español hasta situarse en una posición de despegue en solitario. Romper España para agradar a Cataluña, seguida del País Vasco, Galicia y El Bonillo, que también dicen ser naciones, es la cobarde actitud de quién no quiere enfrentarse al problema y busca conseguir calmar los ánimos a golpe de talón, a riesgo de hacer bueno el refrán que dice que “el que da pan a perro ajeno pierde el pan y pierde el perro”.


Los independentistas catalanes tienen la partida ganada. Dentro de un tiempo, Dios quiera que lejano, desaparecerá el bipartidismo y llegará a gobernar la izquierda en coalición frentepopulista. Aprovechando la debilidad de la misma, será el momento propicio para que  los independentistas salgan a la calle a decir que nos dejan y no habrá nadie que los pare. Para entonces Artur Mas convertido en bronce presidirá plazas y avenidas y será homenajeado como el padre del moderno independentismo catalán.


Feria de Tradiciones de Yeste (Albacete) 24/26 Ocrubre

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