PIERDEN UN ÓRDAGO PERO GANAN LA PARTIDA (I)
Está claro que Mas ha perdido el
órdago que echó a Rajoy y al Estado. Seguramente incluso no se va a quedar en
eso sino que va a perder también la presidencia de la Generalidad y el
liderazgo de una partido y una coalición que él mismo se ha llevado por delante.
Y si la “Justicia Catalana” fuera justa y rápida como así se espera que
sea en el caso Pujol, es posible que Mas
pierda hasta la camisa. Mas está en la línea que separa el presente del pasado.
Los estertores de su entorno anuncian un próximo final. Queda algún que otro
número circense, cuerda floja, doble salto mortal y poco más antes de que Mas
dé con sus huesos en la red. La apuesta catalana después de las elecciones estará
dirigida por otros y casi con toda seguridad por los republicanos de Oriol
Junqueras “el bizco” como así le llaman los adversarios políticos.
Ha sido efímera la gloria de Mas
como lo fue la de Ibarretxe, pero al
menos éste último tuvo el coraje de ir al Congreso a defender su plan en una
sesión maratoniana. Mas se escondió bajo las faldas de la mesa y envió a sus
secuaces al Congreso a vender el burro. Tan efímera como la de los dos
presidentes catalanes que osaron mear fuera del tiesto y cuyo final describe
Alejo Vidal-Quadras en un excelente artículo, ”De lo sublime a lo ridículo” que publica la Gaceta: “Un par de
ministros venidos de Madrid bastó para frenar los aspavientos seniles de
Francesc Maciá en abril de 1931 y tres cañonazos disparados casi con desgana
por el general Batet transformaron en un santiamén en octubre de 1934 a un
desafiante Companys en un tembloroso guiñapo”.
Mas está en la linea que separa el presente del pasado |
Pero si bien el “President”
jugaba solo de farol, Cataluña juega con las cartas marcadas cuando no
escondidas en la bocamanga, que para eso han servido treinta años de inmersión
lingüística, adoctrinamiento social y control de los medios de comunicación a
los que han dedicado ingentes cantidades de dinero, justo el que les ha sobrado
de lo que se han llevado ellos envuelto en la patriótica senyera –ahora
estelada-; dinero que hemos pagado entre todos y que en
agradecimiento y para colmo de descaro
nos han colgado el sambenito del “España nos roba” y como en aquel dicho,
además de cabrones les hemos puesto la cama.
Los experimentos de Maciá y
Companys se fueron al garete porque una guerra civil cambió las cosas. Su
memoria como la del cobarde Casanova que ahora homenajean, se fue borrando de
la memoria colectiva y en los años de la transición, el histórico Presidente
Tarradellas dejó claro su carácter republicano y catalanista pero no
independentista.
Fueron los años de la transición,
a partir de la llegada de Pujol, los que facilitaron el caldo de cultivo al
embrión independentista. El bodrio de Constitución que malparieron los
acojonados padres de la misma, la injusta
Ley del Régimen Electoral General, la
debilidad de dos Presidentes, González y Aznar, que se echaron en manos del
nacionalismo para gobernar España, el pérfido remate del impresentable Zapatero,
de infausto recuerdo, que puso en manos de los catalanes la herramienta de la
sedición y por último la inacción del indeciso Rajoy; todos ellos han sido
responsables de la ruptura social que ahora sufre Cataluña. Por acción o por
omisión los Gobiernos de la nación han dejado manos libres a los gobernantes
catalanes para hacer a su antojo incumpliendo sistemáticamente las leyes y las
sentencias de los tribunales.
En 1931 o 1934 no existía en Cataluña esa
conciencia nacional que ahora impera. Los medios de difusión y propaganda de
entonces nada tienen que ver con los actuales, el adoctrinamiento de la
sociedad, la escuela y la universidad tampoco. Durante la dictadura se fueron
reivindicando, sobre todo en la universidad, las señas de identidad catalana y
al final de la misma el nacionalismo estaba listo para irrumpir con fuerza en
la calle y las Instituciones, todo ello a pesar de haber sido Cataluña junto
con el País Vasco la gran beneficiada del régimen de Franco, hasta el hecho
simbólico de haber salvado de la quiebra por dos veces al Barcelona Club de
Futbol, convertido ahora en un pseudopartido independentista.
La situación actual de Cataluña
es responsabilidad de todos; de los que allí habitan en primer lugar por
haberse dejado convencer por una cuadrilla de
trileros que les han estado robando y engañando durante más de treinta
años; de los Gobiernos de Madrid por
dejación de su responsabilidad y del
pueblo español en general por haber hecho la vista gorda durante tanto tiempo.
Comparándolos durante años con los
vascos y el terrorismo de ETA llegamos incluso a considerarlos como el
nacionalismo bueno y dialogante, los buenos de la película, los que aunque siempre
previo pago, ayudan a la gobernabilidad de la Nación. ¡Qué equivocados
estábamos! (Continuará)
No hay comentarios:
Publicar un comentario