lunes, 28 de noviembre de 2011

CARTA A D. JOSÉ MARÍA





CARTA A D. JOSÉ MARÍA

Mi querido D. José María:

Son muchas las peticiones que me han llegado para que dedique mi página a comentar o a criticar sobre el “tabique modular de bricolaje” con el que has cerrado la Capilla del Rosario.

Voy a complacer a mis seguramente pocos lectores en cuanto a que atiendo su petición pero, contrariamente a lo que ellos desean, esta carta no es para criticarte sino todo lo contrario, para darte la razón.

Y ¿Por qué te voy a dar la razón?, pues muy sencillo querido amigo, porque el templo pertenece a la Institución que representas y tú, como administrador-mayordomo-conservador del mismo, puedes hacer en él lo que convenientemente estimes de cara a la conservación del edificio y al mejor funcionamiento de las actividades que en él de desarrollan.

Hasta ahora eras el único que no había dejado su impronta en el templo. Tus antecesores todos lo hicieron con mejor o peor suerte.

En los años cuarenta se rehabilitó después de su expolio en la guerra. Para aquel difícil momento se hizo lo que se pudo, sin más pretensiones.

Entre mediados de los cincuenta y los sesenta se desmanteló todo lo anterior, siendo al final mucho menos lo que se hizo que lo que se destruyó. Se decoró con aires modernistas de poco estilo y dudoso gusto, a excepción del mural de Víctor de la Vega, que “a falta de pan”… me parece maravilloso, aunque le hayan quitado el marco original los “técnicos en arte” del obispado.

En la década de los setenta se rompe el muro norte de la Capilla del Rosario para abrir unas portadas y encerrar el coche del cura. Las consecuencias no se ven desde fuera pero el debilitamiento de la estructura ha obligado a apuntalar gran parte de lo de dentro.

A mediados los ochenta se acomete otra obra ciertamente contradictoria; se rompe la armonía de la fachada y se techa el osario para convertirlo en capilla, que terminó convertida en almacén.

Ahora llegas tú y dejas tu huella con ese “tabique modular de bricolaje” de, en mi opinión, discutible necesidad y escaso gusto.

Bueno, pues como ves todos habéis hecho las reformas o empastes que habéis creído convenientes, con la aquiescencia, silencio y hasta a veces colaboración del pueblo. Haya gustado o no todo el mundo calla; eso sí, se murmura, se comenta, se disiente, se dice que van a hacer, que van a escribir, que van a ir a ver. Nada de nada, al final nada de nada. Aquí en Sisante puedes hacer lo que te venga en gana con la tranquilidad de que nadie te va a sacar los colores en público.

Yo no voy a entrar a valorar los criterios que te han movido a acometer esta obra. Para mí, estás en lo tuyo y como cada uno en su casa, gastas el dinero en lo que te parece más conveniente. Por mi parte nada que objetar a excepción de un pequeño matiz: Todo el mundo te ha oído repetir hasta la saciedad eso de que “la iglesia es vuestra, vosotros veréis …” o “ la iglesia es vuestra, podéis hacer lo que …”. Claro, a partir de ahora ya no puedes decir lo mismo porque si realmente la iglesia hubiera sido nuestra, hubiéramos considerado tu proyecto pero habríamos dado preferencia a la reparación de la inmensa gotera que cae justamente encima o a la consolidación del interior apuntalado de la misma capilla.

Las dos formas más utilizadas para el gobierno de estos edificios en las pequeñas comunidades son las que paso a describir y que sin duda conoces: La primera es la actual, la única que hemos conocido, es decir, el cura gobierna sobre el edificio, administra el presupuesto, pide dinero a los feligreses, al obispado, a los poderes públicos etc., acomete las obras que cree necesarias, justifica o no los gastos, expone o no las cuentas anuales y nadie se las pide porque a nadie le importan a no ser a sus superiores jerárquicos.

La segunda, la de las comunidades cristianas modernas y punteras, donde ellas mismas se administran, tienen un consejo económico que pide, administra, obra y justifica, presidido o no por el cura e incluso ajeno al mismo.

Seguramente con esta segunda opción tendría más sentido aquello de que “la iglesia es vuestra …”

Para terminasr quiero dejar bien claro que nuestra diferencia de gustos no merma en absoluto la estima y el reconocimiento en que te tengo.
Paco del Hoyo
Carta del Director “6 Flores”, Nº 23 Septiembre 2010

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