martes, 7 de abril de 2015

EL DOMINGO DE PASCUA





EL DOMINGO DE PASCUA

El Domingo de Pascua, como todos los años vuelvo a la mayor urbe manchega después de haber cumplido con los Santos, con la familia y tratándose de Sisante, con la Mahou. Carril único desde la AP-36 hasta Albacete, un lento que te precede asustado por los bolardos y a contemplar el paisaje, ¡qué remedio!.

Los primeros días de esta singular semana los pasé en mi retiro espiritual de la Sierra del Segura. Para llegar a Góntar hay 36 km. desde Yeste, del que es pedanía, teniendo que atravesar 7 km. de la Provincia de Jaén que comienzan con un  cartel que anuncia “Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas”. 7 km. de angustia en los que te arriesgas a perder un juego de ruedas y de amortiguadores, eso si no tienes mala suerte y en un despiste o al cruzarte con alguien vas a parar en algún pino que te impida caer al rio Segura. Es la carretera que comunica Yeste con Santiago de la Espada (Jaén), con escala en Las Juntas donde el Zumeta se une al Segura. Desde allí hasta Santiago se anda bien, con cuidado en invierno por los hielos y en verano por los turistas, pero los fatídicos 7 km. del Parque Natural no hacen honor al rimbombante cartel. En Góntar ya es otra cosa, con razón la poblaron los tartesios, luego los romanos y después los moros. Paz por el día, jabalíes hozando en los bancales por la noche y, excepcionalmente este año, grillos cuyo gri gri gri choca contra la otra ladera del Segura y el eco amplifica el número de cantores.

Este el el tramo mejor
 Jueves Santo, cambio de pueblo. Esto de tener dos pueblos sirve sobre todo para perder  el tiempo en los traslados. La nueva Semana Santa de Sisante surgió en el año 2000 tras un jubileo en el que los cofrades conquenses enseñaron a los sisanteños a organizar los desfiles procesionales. En mis años jóvenes, con los estómagos llenos de lebrillos de cuerva en la taberna del Pozo Viejo , sacábamos a San Juan que era el de menos peso. Otras imágenes más pesadas permanecieron encerradas durante muchos años a pesar de que los curas salían a la plaza a hacer gente como si de un fuego se tratara. En aquellos años desfilaban las pocas imágenes una tras otra y detrás de ellas, Alcalde, Cura,  Sargento y el pueblo llano; en alguna ocasión una banda de tambores y cornetas. Los bares no ponían terrazas y además cerraban las puertas y apagaban algunas luces al paso de las procesiones. La gente iba tras los Santos, no se quedaba en la calle a verlos pasar; hasta incluso en la década de los cuarenta el cura obligaba a desfilar en filas distintas a hombres y mujeres. ¡Qué tiempos!.

Entre el año 2000 del Jubileo y el 2011 con la celebración del III Centenario de la llegada a Sisante de la imagen del Nazareno de “La Roldana”, se han visto los mejores desfiles procesionales, ya con acompañamiento de Banda de Música local, Pasos adornados y con andas muy pesadas que hace necesaria una buena presencia de banceros. Nuevas Cofradías bien organizadas; variedad de hábitos y capirotes, mezcla de religión y folclore y hasta de culturas, que la borrica del Domingo de Ramos se encargó a unos imagineros sudamericanos y les envió un híbrido de borrico y llama, al que alguien le dedicó estos versos: “Esto ya es una invasión / de monjas y de soldados, / médicos y practicantes. / En el pueblo de Sisante / hasta un borrico han comprado / a gente del Ecuador. / Una llama  de los Andes / que por borrico ha pasado / para llevar al Señor / y un Santo Bartolomé  / que sin puñal en la mano / cualquier santo puede ser, / y gracias a la “alianza / de las civilizaciones” /  hasta los santos sudacas / salen en las  procesiones”

La Borriquilla
 A partir del 2011 la calidad procesional ha ido cayendo y las Cofradías, por unas razones  o por otras, han disminuido notablemente en número de participantes, sobre todo la del Nazareno. Pero no es esto lo que quiero resaltar de la Semana Santa sino el desapego de gran parte de los lugareños y sobre todo de la multitud de visitantes, muchos de ellos hijos de oriundos del pueblo que en día emigraron. Las terrazas de los bares están llenas ocupando parte de la vía pública por donde transcurren las procesiones. La gente apenas si se levanta o guarda silencio al paso de éstas. El contraste del silencio procesional con el ruido callejero es desagradable y priva de solemnidad a estos actos religiosos que llenan las calles de nuestros pueblos y ciudades. El respeto por lo que sientan o crean los demás  se esfuma entre las cervezas, los gritos y la fiesta de quienes siendo ajenos a estos eventos no son capaces de conceder a los demás unos minutos de tregua.

La Semana Santa se ha convertido en el gran puente al que todo el mundo se apunta  y de paso en la contemplación de un fenómeno folclórico protagonizado por una gente que disfruta de una gastronomía especial en esos días y saca a las imágenes en procesión por las calles. Gente que a su vez ha convertido estos desfiles procesionales en puro folclore donde se compite en lujos de túnicas, andas , hábitos y colorido de capirotes. Las imágenes una vez terminada su función descansan arrinconadas hasta el año siguiente si el tiempo no lo impide.
Vuelta a casa, vuelta al trabajo, con cierto sabor agridulce y si alguien te pregunta cómo ha ido la Semana Santa por el pueblo se le contesta: ¡Ea, un año  más!. 


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