¿HAY ALGUIEN EN QUIÉN PODAMOS CREER?
Vuelvo al blog después de una
semana vagueando y de sorpresa en sorpresa. ¿Hay alguien, pregunto, en quién
podamos depositar la confianza en las urnas sin temor a ser engañados y
estafados?
El nuevo Régimen que nació en
1978 cuenta en la actualidad (finales de 2014) con más de 600 políticos
implicados en casos de corrupción, casi una centena de condenados y 30 en la
cárcel. Por CCAA, la más corrupta es Andalucía,
seguida de Valencia, Cataluña y Baleares. Las únicas que escapan
por el momento son Cantabria, Rioja y Navarra.
Desde el clan mafioso de los
Pujol hasta el recién descubierto granuja de Rato son muchos los servidores públicos que se han servido de lo
público en beneficio de sus bolsillos. La casuística es muy variada. Roldán
dejó en cueros a los huérfanos de la Guardia Civil; Vera aprovechó la supuesta millonaria ferretería de
su suegro; Pujol y sus chicos con el cuento de “España nos roba” dejaron las
arcas limpias y sus bolsillos llenos; Julián Muñoz encontró una mina en el
Ayuntamiento de Marbella; María Antonia Munar y Jaime Matas no perdieron el tiempo
en Baleares; Urdangarín aprovechó que
pasaba por La Zarzuela; Magdalena Álvarez, Gaspar Zarrias, Chaves y Griñán también
pasaban por San Telmo y no vieron nada; Correa y Bárcenas sí que vieron que el
PP era un buen negocio y entraron a saco; Granados iba de decente por las
tertulias televisivas hasta que se le vio el plumero; Rato, que nunca debió
meterse en la aventura de Bankia, acaba de liarla para poner a buen recaudo lo
que pudieran pasarle por la fianza del caso. Esto así por encima, para no
hacerme pesado.
En el PP quieren regenerar la vida política y
erradicar la corrupción; van de Quijotes en esta España de Sanchos. Permiten
que a Chaves y Griñán no les interroguen hasta pasar las elecciones andaluzas;
hacen la vista gorda en el caso de los Pujol y no hay detenciones ni registros;
en cambio consienten que a Rato lo
crucifiquen a un mes de las autonómicas, con detención televisada previo
chivatazo e inoportunas filtraciones de lo que durante años se ha investigado y
se consideraba secreto. En el PP quieren
ir de justicieros y piensan que el País les va a reconocer el que hayan actuado
sin piedad contra los suyos más que contra los contrarios. ¡Cuadrilla de
ingénuos!. La gente de la calle –y ya se encargará la izquierda de airearlo-
verá al PP como un Partido de corruptos y no como al Gobierno que puso la
primera piedra para luchar contra la corrupción. La propaganda de la izquierda
es malintencionada, constante y sumamente peligrosa, porque cuenta a la gente
no la verdad de los hechos sino lo que la gente quiere oír y porque de tan
repetitiva hace de la mentira verdad.
Rodrigo Rato ha traicionado a
mucha gente que creímos en él y le aupamos a un pedestal que no se merecía. Lo
que sentí cuando conocí la noticia no puedo describirlo con palabras. De pronto
se vino abajo todo aquello que creí y di por bueno. Hubiera esperado cualquier
cosa de terceros y cuartos niveles pero nunca de aquellos a quienes creí
incapaces de albergar maldad alguna; es como si uno se viera engañado por su
propio padre. El daño es irreparable y la confianza está muy lejos de volver a
depositarse en quienes se tuvo. A diferencia de la izquierda que jalea y
aplaude a sus bandoleros y vuelve a votarlos, en la derecha, donde la moral
tiene sus fuentes, va a ser difícil volver a creer, aunque se les vuelva a votar, no por sus
méritos sino para evitar que el País caiga en manos de los que aplauden a los
ladrones y de los que aprovechan el rio revuelto para destruirlo. Difícil
coyuntura la que se nos presenta; elegir entre la moralidad y la conveniencia;
entre lo que creemos justo y lo que vemos necesario, entre las pocas
alternativas supuestamente fiables o quedarse en casa a esperar qué sucede.
El Régimen de 1978, como llaman
en Podemos, ha dado casi cuatro décadas de paz y prosperidad pero ha creado un
sistema de vida y de gestión de lo público que ha permitido que la corrupción
se haya incrustado en el tejido social y sea imposible eliminar por la vía de las
reformas, dando así la razón a quienes pretenden la regeneración por la vía de
la ruptura. Para los que tenemos ya cierta edad, nos da la sensación de que
hemos perdido el tiempo, de que todos los sacrificios que hicimos no han
servido para nada, de que hemos vuelto al punto de partida, de que hemos
fracasado. Termino como empiezo, ¿habrá alguien en quién podamos creer?.
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