jueves, 4 de septiembre de 2014

LA ESPAÑOLIDAD CUESTIONADA






SER O NO SER ESPAÑOL


La publicación un año después del sondeo realizado por el CIS a petición del Ministerio de Defensa sobre la españolidad de los españoles, no deja de ser curiosa por su contenido y por la demora en su publicación.

En principio la muestra de 2.500 entrevistas, más o menos cincuenta por provincia en un país de cuarenta y cinco millones de habitantes, un encuestado por cada ciento ocho mil españoles, no parece que sea muy representativa a pesar de lo que diga la ciencia estadística. Si se tiene en cuenta que no es este un problema que preocupe a la población y sobre el que pueda tener formada una opinión meditada y si además se valora el hecho de que la respuesta puede estar condicionada por el estado de ánimo en una época de crisis económica y desafección a todo lo que suena a política, el que los encuestados salgan por peteneras no debe considerarse nada extraño.

La primera pregunta, así de sopetón y no exenta de ambigüedad es  si estarían dispuestos a tomar las armas para defender a su país en el caso de que España fuera atacada. Respuesta, 40% no, 16% sí y 22% probablemente. ¿Alguien antes de contestar se ha planteado por quién, cómo y cuándo?. Es sorprendente oír de los encuestados que nuestros potenciales enemigos están en Marruecos y en el Reino Unido. Deben estar influenciados por la situación de Ceuta, Melilla y Gibraltar que con frecuencia son noticia, pero ello indica un desconocimiento total  del asunto, seña de identidad de los titulados en la ESO.

España tiene sus propios enemigos internos aparte de los que compartimos con el mundo occidental. ETA y los separatistas se encargan, por vía violenta o pacífica, de minar los cimientos del país con la finalidad de desmembrarlo. Contra los primeros han actuado  los cuerpos de seguridad del Estado con la intensidad y el criterio impuesto por los políticos de turno, con éxitos memorables y vergonzosas traiciones. Contra los segundos, la bajada de pantalones del estamento político, judicial  y de la sociedad en general  ha sido bochornosa y humillante. Frente al independentismo los Gobiernos han hecho dejación de su responsabilidad y han dejado en sus manos herramientas como la educación que les han servido para ir creando año tras año un sentimiento antiespañol que a estas alturas es muy difícil de erradicar.

Viñeta de estrelladigital
 
De los enemigos externos en poco nos diferenciamos de nuestros aliados occidentales. El terrorismo de origen islámico patrocinado y alimentado por las monarquías del petróleo y las zonas clásicas de inestabilidad del próximo y lejano oriente a las que se unen las guerras de intereses del este europeo. La guerra fría potenció la creación de repúblicas laicas en el norte de África, unas bajo la influencia rusa y otras bajo la occidental pero todas vigilantes ante la expansión del fundamentalismo islámico. El final de la misma y la ambición de los bloques por mantener sus intereses, unido a  la creciente influencia de los dueños del petróleo, desestabilizó la zona abriendo las puertas  a los movimientos más radicales del islam que la han convertido en un polvorín.

El cómo actúan nuestros enemigos es algo a considerar en una época en la que los ejércitos regulares clásicos tienen poca efectividad. Hoy nadie se plantea invasiones masivas de territorios sin el riesgo de quedarse en el intento, vean si no lo que pasó a Sadam Husein en su aventura kuwaití. Hay una nueva forma de guerra en la que no  hay que echar mano de la movilización de la sociedad civil para solventarla. Los servicios de inteligencia, unidos a los cuerpos y fuerzas de seguridad y a la colaboración ciudadana son los sustitutos de esos ejércitos que seguramente actuaron por última vez en la segunda gran guerra.

Así las cosas, plantear al pueblo una pregunta como esta carece totalmente de sentido. Si llegara el momento en el que hubiera que lanzarse a la calle a defender el país, pasaría lo que ya ha ocurrido otras veces a lo largo de nuestra historia, unos  a favor y otros en contra, ejércitos cristianos al servicio de reyes  moros,  afrancesados colaboracionistas con el invasor francés o milicianos gritando el muera España y viva Rusia. Muchos catalanes y vascos se aliarían con el mismo demonio con tal de destruir España y todos en general lucharíamos con uñas y dientes para defender nuestras familias y nuestros bienes.


En cuanto a la consulta sobre el sentimiento de  españolidad no hay que rasgarse las vestiduras porque una cuarta parte de los españoles se identifique como nacionalista no español cuando las tres cuartas partes restantes se siente orgullosos de ser españoles, aunque muchos de ellos valoren la doble identidad regional y nacional, lo cual es lógico desde el momento en que se han bombardeado continuamente los colegios con la doctrina disgregadora de la España de taifas.

El sistema educativo se ha convertido en el principal difusor de la antiespañolidad y la izquierda cerril, plural y variopinta, en estrecha comunión con el  separatismo, en su agencia publicitaria. El desprecio por los símbolos nacionales, himno y bandera no tienen parangón en ningún otro país de nuestro entorno y todavía, después de cuarenta años, hay quién se empeña en hacer coincidir estos con épocas ya superadas. España es el país de las mil y una banderas por las que, aunque digan lo contrario, muchos españoles se partirían la cara a poco que cuatro predicadores les llenaran la cabeza de pájaros.

Poco me importa que un fulano no se sienta español si ha nacido en España, vive en España, trabaja y cotiza en España y tiene comprado su nicho en un cementerio de España. Al fin y al cabo quiera o no lo es y el sentirse una cosa u otra es algo estrictamente personal. Más me preocupan aquellos miembros de la farándula, el deporte, las artes, la música etc.etc., envueltos frecuentemente en la bandera española y agasajados y homenajeados por los de la casta política pero que presumen de ser ciudadanos del mundo y como tales huyen con sus capitales a los paraísos fiscales.

No hay que buscarle tres pies al gato cuando las estadísticas nos invaden con muestreos de población reducida. Ya conocen el tópico de que la estadística es la ciencia por la cual cuando un individuo se come dos pollos y otro ninguno, estadísticamente el consumo de pollo es de uno por individuo. Comenta la prensa que el estamento militar está consternado por los resultados de la encuesta y culpa a los políticos de su desapego al patriotismo. De esto habría mucho que hablar porque si bien es cierto que gran parte de la izquierda abomina de los uniformes a no ser que lleven en la gorra la estrella roja no es menos cierto que la población exige más efectividad, más transparencia, mejor organización  y sobre todo más proximidad a la sociedad y en esto un examen de conciencia  no vendría mal a muchos.

Vamos a ver las cosas desde el lado positivo. A una época de exaltación forzosa de los sentimientos nacionales sucede otra que se fundamenta en otros valores frecuentemente contrarios, basta repasar la historia, pero ello no impide que en los momentos críticos el pueblo español haya reaccionado unánimemente contra la adversidad. Aun así nuestras peleas de patio de vecinas son consustanciales con nuestro genio y carácter. Termino con una cita muy significativa del “Canciller de Hierro” Otto von Bismarck: "Estoy firmemente convencido de que España es el país más fuerte del mundo. Lleva siglos queriendo destruirse a sí mismo y todavía no lo ha conseguido".




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