SER O NO SER ESPAÑOL
La publicación un año
después del sondeo realizado por el CIS a petición del Ministerio de Defensa
sobre la españolidad de los españoles, no deja de ser curiosa por su contenido
y por la demora en su publicación.
En principio la muestra de
2.500 entrevistas, más o menos cincuenta por provincia en un país de cuarenta y
cinco millones de habitantes, un encuestado por cada ciento ocho mil españoles,
no parece que sea muy representativa a pesar de lo que diga la ciencia
estadística. Si se tiene en cuenta que no es este un problema que preocupe a la
población y sobre el que pueda tener formada una opinión meditada y si además
se valora el hecho de que la respuesta puede estar condicionada por el estado
de ánimo en una época de crisis económica y desafección a todo lo que suena a
política, el que los encuestados salgan por peteneras no debe considerarse nada
extraño.
La primera pregunta, así
de sopetón y no exenta de ambigüedad es si
estarían dispuestos a tomar las armas para defender a su país en el caso
de que España fuera atacada. Respuesta, 40% no, 16% sí y 22% probablemente.
¿Alguien antes de contestar se ha planteado por quién, cómo y cuándo?. Es
sorprendente oír de los encuestados que nuestros potenciales enemigos están en
Marruecos y en el Reino Unido. Deben estar influenciados por la situación de
Ceuta, Melilla y Gibraltar que con frecuencia son noticia, pero ello indica un
desconocimiento total del asunto, seña
de identidad de los titulados en la ESO.
España
tiene sus propios enemigos internos aparte de los que compartimos con el mundo
occidental. ETA y los separatistas se encargan, por vía violenta o pacífica, de
minar los cimientos del país con la finalidad de desmembrarlo. Contra los
primeros han actuado los cuerpos de
seguridad del Estado con la intensidad y el criterio impuesto por los políticos
de turno, con éxitos memorables y vergonzosas traiciones. Contra los segundos,
la bajada de pantalones del estamento político, judicial y de la sociedad en general ha sido bochornosa y humillante. Frente al
independentismo los Gobiernos han hecho dejación de su responsabilidad y han
dejado en sus manos herramientas como la educación que les han servido para ir
creando año tras año un sentimiento antiespañol que a estas alturas es muy
difícil de erradicar.
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Viñeta de estrelladigital |
De los
enemigos externos en poco nos diferenciamos de nuestros aliados occidentales.
El terrorismo de origen islámico patrocinado y alimentado por las monarquías
del petróleo y las zonas clásicas de inestabilidad del próximo y lejano oriente
a las que se unen las guerras de intereses del este europeo. La guerra fría
potenció la creación de repúblicas laicas en el norte de África, unas bajo la
influencia rusa y otras bajo la occidental pero todas vigilantes ante la
expansión del fundamentalismo islámico. El final de la misma y la ambición de
los bloques por mantener sus intereses, unido a
la creciente influencia de los dueños del petróleo, desestabilizó la
zona abriendo las puertas a los
movimientos más radicales del islam que la han convertido en un polvorín.
El cómo
actúan nuestros enemigos es algo a considerar en una época en la que los
ejércitos regulares clásicos tienen poca efectividad. Hoy nadie se plantea
invasiones masivas de territorios sin el riesgo de quedarse en el intento, vean
si no lo que pasó a Sadam Husein en su aventura kuwaití. Hay una nueva forma de
guerra en la que no hay que echar mano
de la movilización de la sociedad civil para solventarla. Los servicios de
inteligencia, unidos a los cuerpos y fuerzas de seguridad y a la colaboración
ciudadana son los sustitutos de esos ejércitos que seguramente actuaron por
última vez en la segunda gran guerra.
Así las
cosas, plantear al pueblo una pregunta como esta carece totalmente de sentido.
Si llegara el momento en el que hubiera que lanzarse a la calle a defender el
país, pasaría lo que ya ha ocurrido otras veces a lo largo de nuestra historia,
unos a favor y otros en contra,
ejércitos cristianos al servicio de reyes
moros, afrancesados
colaboracionistas con el invasor francés o milicianos gritando el muera España
y viva Rusia. Muchos catalanes y vascos se aliarían con el mismo demonio con
tal de destruir España y todos en general lucharíamos con uñas y dientes para
defender nuestras familias y nuestros bienes.
En cuanto a
la consulta sobre el sentimiento de españolidad no hay que rasgarse las vestiduras
porque una cuarta parte de los españoles se identifique como nacionalista no
español cuando las tres cuartas partes restantes se siente orgullosos de ser
españoles, aunque muchos de ellos valoren la doble identidad regional y
nacional, lo cual es lógico desde el momento en que se han bombardeado continuamente
los colegios con la doctrina disgregadora de la España de taifas.
El sistema
educativo se ha convertido en el principal difusor de la antiespañolidad y la
izquierda cerril, plural y variopinta, en estrecha comunión con el separatismo, en su agencia publicitaria. El
desprecio por los símbolos nacionales, himno y bandera no tienen parangón en ningún
otro país de nuestro entorno y todavía, después de cuarenta años, hay quién se
empeña en hacer coincidir estos con épocas ya superadas. España es el país de
las mil y una banderas por las que, aunque digan lo contrario, muchos españoles
se partirían la cara a poco que cuatro predicadores les llenaran la cabeza de
pájaros.
Poco me
importa que un fulano no se sienta español si ha nacido en España, vive en
España, trabaja y cotiza en España y tiene comprado su nicho en un cementerio
de España. Al fin y al cabo quiera o no lo es y el sentirse una cosa u otra es
algo estrictamente personal. Más me preocupan aquellos miembros de la
farándula, el deporte, las artes, la música etc.etc., envueltos frecuentemente
en la bandera española y agasajados y homenajeados por los de la casta política
pero que presumen de ser ciudadanos del mundo y como tales huyen con sus
capitales a los paraísos fiscales.
No hay que buscarle
tres pies al gato cuando las estadísticas nos invaden con muestreos de
población reducida. Ya conocen el tópico de que la estadística es la ciencia
por la cual cuando un individuo se come dos pollos y otro ninguno, estadísticamente
el consumo de pollo es de uno por individuo. Comenta la prensa que el estamento
militar está consternado por los resultados de la encuesta y culpa a los
políticos de su desapego al patriotismo. De esto habría mucho que hablar porque
si bien es cierto que gran parte de la izquierda abomina de los uniformes a no ser
que lleven en la gorra la estrella roja no es menos cierto que la población exige
más efectividad, más transparencia, mejor organización y sobre todo más proximidad a la sociedad y en
esto un examen de conciencia no vendría
mal a muchos.
Vamos a ver
las cosas desde el lado positivo. A una época de exaltación forzosa de los
sentimientos nacionales sucede otra que se fundamenta en otros valores frecuentemente
contrarios, basta repasar la historia, pero ello no impide que en los momentos
críticos el pueblo español haya reaccionado unánimemente contra la adversidad.
Aun así nuestras peleas de patio de vecinas son consustanciales con nuestro
genio y carácter. Termino con una cita muy significativa del “Canciller de
Hierro” Otto von Bismarck:
"Estoy
firmemente convencido de que España es el país más
fuerte del mundo. Lleva siglos queriendo destruirse a sí mismo y todavía no lo
ha conseguido".
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