miércoles, 2 de julio de 2014

¿YO ELIJO A MI ALCALDE?





¿YO ELIJO A MI ALCALDE?

Parece ser que el PP se ha puesto las pilas, más bien creo que por necesidad que por convicción. Hay elecciones municipales y autonómicas en la próxima primavera y hay que preparar el terreno, echar cuenta de las nuevas adhesiones  y de las infidelidades para premiar unas y castigar otras, en las listas claro.

Con esto del revuelo levantado  por la abdicación de D. Juan Carlos todo el mundo se acuerda de la Constitución y de los cambios que hay que hacerle para curarla de sus males congénitos. Entre las cosas que pudieran ser más urgentes está la de aclarar el derecho a la sucesión en la Corona y la reforma de la legislación electoral. El derecho de los vascos a quedarse con Navarra no por menos urgente es menos importante, y como éste otros muchos artículos.

El PP, en un intento de hacer uso del término “regeneración”, que ya figuraba entre los propósitos de Aznar sin llegar a utilizarse, ha pensado haciendo seguidismo del discurso de Rubalcaba, que hay que cambiar la Ley Electoral para adaptarla si no a los nuevos tiempos sí a las nuevas conveniencias. Dice el oráculo socialista que la idea de los populares es la defensa numantina de las alcaldías de Madrid y Valencia y por eso hablan de la elección directa del alcalde.

Imagino que lo que tienen in mente será la votación sobre listas abiertas en la que el que más votos saque sea el alcalde, pero ¿y si la gente vota por afinidad política o por simpatía a un determinado número de candidatos ajenos al partido del más votado?, habrá entonces una mayoría política contraria al edil electo que hará imposible la gobernación del municipio.  ¿Realmente alguien en todo el espectro político ha pensado en el sistema de listas abiertas?; al contrario, cuando éstas salen a relucir, en los Partidos tocan madera. “Vade retro satanás” se dicen en sus interiores. Las listas abiertas son el principio del fin de la hegemonía de la autocracia partidista y se permiten en el Senado, con todas las argucias legales conocidas, porque es una cámara a la vez legislativa y decorativa que da prestigio exterior a cambio de vacuidad interior.


La reforma de la ley electoral en lo que concierne a Ayuntamientos y CCAA debería permitir gobernar a quienes cosechen el mayor número de votos, facilitándoles a la vez la obtención de la mayoría suficiente, recurriendo a la segunda vuelta o eliminando las coaliciones poselectorales de Partidos que concurrieron con programas diferentes aunque pertenezcan a la misma familia ideológica. En el ámbito nacional, la ventaja de las formaciones nacionalistas frente a otras de implantación nacional no tiene justificación alguna, si acaso aquello de que más vale un PNV y una CiU conocidas que unas IU y UPyD por conocer.

El anuncio del PP es un brindis al sol; flor de un día de ocurrencias para calmar al personal pero sin traducción posible a la vida real. En principio cualquier reforma necesita consenso si se pretende que sea efectiva y duradera y en este caso no puede haberlo porque la oposición socialista no estará en condiciones de negociar nada hasta al menos el final del otoño. En esas fechas la máquina electoral ya estará engrasándose y  no habrá tiempo material para modificar nada. Menos aún si de lo que se trata es de modificar la Constitución en lo que concierne al aspecto electoral; en este caso los plazos superarían incluso al tiempo que resta a la celebración de elecciones generales.

En resumen y para no hacerme pesado, los populares han lanzado el globo sonda para nada porque lo que han de sondear ya lo conocen. El pueblo quiere más democracia directa y menos poder de las cúpulas partidistas. La verdadera democracia consiste en que el pueblo elija a sus representantes  directamente, no a los que los Partidos han colocado por fidelidades reconocidas. Como eso atenta contra la misma línea de flotación de las formaciones políticas, la reforma electoral es una utopía que solo habita en las mentes de los  soñadores, los demagogos y los que nunca tendrán poder para implantarla. Yo, que soy un soñador, espero poder elegir a mi alcalde antes de que el alzheimer o la muerte me alejen de este mundo.

 Paco del Hoyo. "Arriba Periscopio" 02/07/2014


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