Era de esperar el resultado que
se produjo ayer en la votación en el Congreso. Prácticamente todos habían
anunciado ya la intención del voto pero eran esperadas las intervenciones de
los portavoces para conocer el contenido de sus discursos. Al final 19 votos en
contra y 23 abstenciones frente a 299
votos a favor y 9 ausencias.
En lo que al voto se refiere, dos
de los Diputados socialistas que habían disentido de la postura oficial del
Partido hicieron novillos y el tercero, el exalcalde de San Sebastían, Odón
Elorza, dio la nota como es costumbre en él.
Jamás voy a entender a este personaje, a caballo entre el socialismo y
ETA que se ha pasado la vida poniendo una vela a Dios y otra al diablo.
De los nacionalistas y más ahora en pleno auge
del independentismo no se podía esperar otra cosa. Los vascos no votaron la
Constitución por un quítame allá esas pajas y a pesar de haberles regalado la
opción de Navarra. Los catalanes no obstante no solo votaron a favor de la
Constitución sino que además tomaron parte en su redacción y de ella sacaron
una suculenta tajada con la que decían estar satisfechos, pero el jodido
alzheimer les ha atacado fuerte y les ha hecho olvidar lo que pactaron.
Del voto en contra que decir. Si
lo que se propone es votar una Ley Orgánica que permita la abdicación del Rey,
como así establece la Constitución, o se vota en favor para permitir la salida
del Monarca o se vota en contra para impedir la abdicación. No cabe otra
lectura del escueto texto de la Ley. Lo demás es teatro, que digo, teatro me
parece demasiado; lo de ayer era como ir por la calle con la cabra Catalina y
la escalera. El Partido Comunista de Carrillo votó a favor de la Constitución y
sus huestes llegaron incluso a votar en buena parte a favor del ingreso en la
OTAN. De los proetarras y demás residuales no cabía esperar otra cosa; están
dentro del sistema solo para derribar el sistema.
Y hablando de los discursos, ayer
y hoy todos los medios coinciden en que Rajoy hizo un discurso aclaratorio de
cual era la propuesta que se hacía a sus señorías, dejando claro que las
desviaciones que IU y los nacionalistas hacían del contenido de la Ley se salían de parva.
Rubalcaba hizo un buen discurso
de hombre de Estado. En ello coinciden casi todos los medios, comentaristas y
tertulianos. Situó al PSOE en el lugar que corresponde a un Partido de gobierno
y propuso como tareas al nuevo Rey asuntos tan importantes como la cuestión
territorial o la reforma de la legislación electoral. Siempre he creído y lo he
dicho que la abdicación del Rey se adelantó debido a la salida de Rubalcaba del
Partido. Visto lo que viene en el PSOE sería imprevisible la reacción del nuevo
aparato en este caso. El Rey ha sabido hacerlo en el momento más oportuno.
El discurso de Cayo Lara no fue
sino la fotografía de su propia miseria intelectual y humana. Ya hice
referencia días atrás a Marcelino Camacho y Santiago Carrillo como los santos
mayor y menor de la izquierda más izquierda y estoy seguro de que si ayer
hubieran levantado la cabeza se hubieran vuelto avergonzados de oir la soflama
cayolariana que de nuevo vuelve a confundir la velocidad con el tocino, la
monarquía con la democracia. Si acaso tuvo algo de novedad es que no iba
dirigido a los miembros de la Cámara sino a los seguidores del nuevo profeta
Iglesias para hacerles volver al redil.
Lo de los nacionalistas fue como
he dicho antes la cabra catalina y la escalera. Los vascos sobre todo fueron
unos titiriteros de aldea que volvieron a representar el miserable espectáculo de la justificación
de sus muertes como alternativa al terror del Estado. Basura impropia de una
Cámara de personas elegidas para legislar y no para atentar contra el Estado
haciendo apología del terrorismo. Nos hemos pasado tres pueblos a la hora de
establecer derechos y libertades. En las Cortes republicanas se amenazaba de
muerte a las personas. En las Cortes democráticas permitimos que se amenace de
muerte al Estado y a sus Instituciones. Hemos ido a peor, qué duda cabe.
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