viernes, 6 de junio de 2014

EL REAL ENCAJE DE BOLILLOS






EL REAL ENCAJE DE BOLILLOS

Que no es que se  vayan a adornar las bocamangas de la realeza y la nobleza con puñetas hechas de encaje sino que la Casa Real y la clase política van a tener que hacer un  imaginativo encaje de definiciones, funciones y situaciones en el primer caso y un encaje de ideas y de modernidad en el segundo.
Para empezar, el protocolo establecido por Zarzuela y Moncloa evoca el concepto de “maricomplejín” que se tiene de Rajoy y el complejo de la Casa Real que vende el cambio cómo si de una huida hacia adelante se tratara. Va a ser un nombramiento a hurtadillas. Amparados en la fácil escusa del ahorro se va a realizar el cambio sin boato, esplendor ni grandeza. A diferencia de las monarquías occidentales, aquí vamos a dar posesión al Rey pobre o al pobre Rey, quién sabe, sin coronación, sin asistencia de Jefes de Estado, sin nada. Y no es porque yo desee expresamente que haya ceremonia de coronación, desfile en carroza y presencia internacional, no, a mí todo eso me da igual pero al País no le beneficia  porque hay que vender la marca España y para ello hay que empezar a vender la imagen de nuestras Instituciones. No deja de ser contradictorio que el Rey o el Príncipe acudan sistemáticamente a la toma de posesión de los dictadorzuelos sudamericanos y aquí, al hecho histórico que significa la consolidación de la Monarquía se haga con miedo y casi a escondidas.

La nueva Familia Real

Al nuevo Rey le toca encajar en la nueva corona las definiciones de lo que es cada miembro de la casa, la situación de cada uno de ellos y las funciones que les corresponden. La coincidencia en la Zarzuela de la residencia del “Rey padre” –la “Reina madre” se irá a vivir a su casa de Londres- y el despacho del Rey no parece que cuadre demasiado a no ser porque se imponga el concepto de modernidad y popularidad que obligue al Soberano a tomar el metro para ir cada mañana de su casa al despacho. Las infantas Elena y Cristina se quedan sin sueldo y sin continuidad en la Casa Real, que va a estar formada exclusivamente por el Rey Felipe VI, sus padres y su descendencia. Gran alivio para el nuevo Rey quitarse del medio el problema del cuñado y la hermana. Los flecos en cuanto a la situación legal del “Rey padre” imagino estarán pactados de antemano y las cualidades de buen vendedor de las bondades de España y las excelentes relaciones internacionales no caerán en saco roto sino que se seguirán valorando.
Pasado el día 19 los españoles iremos sumiendo el cambio sin más sobresaltos; pendientes eso sí de los retos que se plantean al nuevo Rey desde el secesionismo catalán y vasco. Si este asunto llega a feliz término, es decir que se solucione de forma no traumática y la economía remonta como puede leerse en todos los indicadores, el reinado de Felipe VI, no siendo un camino de rosas,  no va a ser tan problemático como algunos pronostican.

Los actuales Reyes también formarán parte de la Casa Real

Los Partidos políticos harán su encaje de ideas y de ellos se espera, al menos de los moderados, que trasmitan a las nuevas generaciones la oportunidad y bondad del sistema al margen de las connotaciones románticas ideológicas y les enseñen que puede hacerse todo compatible sin renunciar a nada pero respetando siempre lo pactado. El futuro próximo del PSOE es preocupante porque la deriva montaraz de algunas federaciones pone en peligro la estabilidad y el respeto al compromiso de Estado que debe existir entre las fuerzas políticas más representativas. También por la ausencia de líderes carismáticos con ideas de Estado suficientemente claras y el exceso en cambio de mediocridad.

La izquierda radical es simplemente la incomodidad del grano en el culo y conforme avance la economía y el bienestar, la sociedad la pondrá en el lugar que le corresponde. La izquierda unida, plural y variopinta deberá aprender a vivir en una sociedad civilizada, moderna y  progresista pero desprendida de los tics revolucionarios propios de tiempos pasados y regímenes dictatoriales de ahora. Si esta izquierda creyera en los Santos, tendrían un santo mayor Marcelino Camacho y un santo menor Santiago Carrillo. De ellos deberían aprender la lección y quitarse del medio a toda la morralla dirigente que ahora les confunde.

Paco del Hoyo. "Arriba Periscopio" 06/06/2014 

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