Juramento del Rey Juan Carlos I |
39 AÑOS Y PARECE QUE FUE AYER
Cuando murió Franco tenía yo 24
años, estaba contento con mi oposición de Correos recién aprobada y hacía dos
meses de mi primer matrimonio. Fui
testigo directo de los movimientos que dieron lugar a la democracia actual, de
las deserciones, de las infidelidades, del oportunismo, de las zancadillas y
puñaladas por la espalda. Los que afirman que la transición fue modélica es
porque solo reparan en el resultado final pero hasta llegar a este hubo de todo.
El PCE había dado la cara durante
la dictadura y había sido capaz de organizar un sindicato fuerte cuyas células
y aunque parezca mentira se gestaron en gran parte en las sacristías de las
iglesias de barrios obreros. En el PSOE de entonces había cuatro dentro y otros
cuatro fuera de España; no habían hecho nada en esos difíciles años salvo
esperar a que cayera la fruta madura del árbol. A la muerte de Franco hubo un
vuelco en la izquierda que dio vida al PSOE y dejó postrado al PCE hasta
diluirlo en una coalición con porvenir incierto.
La socialdemocracia alemana fue el trampolín de Felipe González. El eurocomunismo de Carrillo no triunfó en la España del desarrollo con una emergente clase media. |
Tres fueron las razones de este
cambio en la izquierda española. La elección de Felipe González como Secretario
General del PSOE, regalo de Nicolás Redondo, y la renuncia al marxismo
encuadrando al Partido en la moderna socialdemocracia europea. La huida hacia
opciones más moderadas de una clase obrera cada día más acomodada y convertida a la sazón en clase media –Franco
decía que una revolución obrera sería imposible porque ya se había encargado él
en crear la clase media-. La tercera razón fue la militancia en el PSOE de muchos
renegados y oportunistas del antiguo
régimen, herederos muchos de ellos de destacados dirigentes del mismo que despuntaban en la Universidad o ya
ocupaban puestos de más o menos responsabilidad en la Administración; de hecho
y por ejemplo, muchos de los Funcionarios de Agricultura fueron atraídos a la
causa socialista por su implantación y autoridad en el medio rural.
La victoria socialista de 1982
afianzó los cimientos de la naciente democracia y la relación entre Moncloa y
Zarzuela aunque no exenta de tiranteces
fue muy productiva. El Rey fue consolidando su situación, sobre todo a partir
del golde del 23 de febrero y colocó a la Monarquía como la Institución más
valorada por los españoles. Fue una pena que los intereses y complejos de los
padres de la Constitución no acertaran a poner cada cosa en su sitio y
permitieran que la Ley Electoral diera lugar al estado de descomposición que actualmente
amenaza al país.
Han pasado 39 años. El reinado de
D. Juan Carlos ha sido modélico y fructífero. Los convulsos dos últimos años no
pueden ensombrecer una trayectoria de buenos servicios a España, máxime aún
cuando suponen una minucia en comparación con la corrupción generalizada de la
clase política española y de sus Instituciones. Quizás
haya que echarle en cara que no haya sabido catalizar la regeneración política
e institucional y no haya influido suficientemente para prever y reconducir la
deriva independentista del País Vaso y Cataluña.
La brevedad de este escrito no da
para entrar en más detalles pero al epílogo de esta andadura solo me cabe
mostrar públicamente mi agradecimiento a quien ahora nos deja y desear al nuevo
Rey una larga vida de exitoso servicio a España y a todos los españoles,
incluso a los que siéndolo pretenden dejar de serlo. 39 años y parece que fue
ayer.
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