A la izquierda plural, antediluviana, la de los
colorines de los gays y lesbianas, le ha faltado tiempo para salir a la calle a
alborotar el tinglado y hacer ruido como si en el griterío estuviera escondida
la razón. “El que más chifla, capaor”, esa es la consigna de la izquierda más
zurda, la de Pablo Iglesias, que a poco que se mueva se va a llevar por delante
al pre cadáver político de Cayo Lara y al emergente Centellas, ese que ha
brotado del suelo como en los huertos de “Amanece que no es poco”.
Hay quién se escandaliza de que
Pablo Iglesias sea estrella televisiva y recorra los platós hablando de las
bondades del régimen venezolano y prometiendo el oro y el moro a sabiendas de
que nunca va a tener ocasión de incumplirlo. No es malo que personajes como
este anden sueltos por los medios diciendo lo que piensan. Cuanto más habla más
yerra y a poco que lo haga será suficiente para que los bien nacidos vean clara
la intención del pajarraco. Eso sí, Pablo Iglesias es infinitamente más
inteligente que el agrícola Cayo Lara, que es como se diría en mi tierra “un
gasón con gafas”, y lo va a desplazar porque las nuevas corrientes de la
izquierda no aceptan la ortodoxia comunista y se mueven en el terreno de la
anarquía y el antisistema.
Cuanto más habla, más yerra ... |
Decía Cayo Lara en una soflama que “la democracia
está por encima del derecho de sangre”, en una clara confusión de la velocidad
con el tocino. La democracia es la forma que los ciudadanos eligen para regular
su relación entre sí y entre ellos y el Estado. Otra cosa es decidir qué forma
se da al Estado. En las democracias occidentales cuya forma de Estado es la
monarquía, constitucional o no, el derecho de sangre o herencia es un principio
aceptado generalmente. Olvida Cayo Lara que en Estados no democráticos y no
monárquicos, también existe el derecho de sangre; en Cuba, Fidel nombra
heredero a su hermano y en Corea del Norte ya va la “monarquía comunista” por
la tercera generación.
A Cayo Lara le queda un telediario |
Volviendo al título del artículo,
se anuncia para el viernes próximo una gran manifestación en todas las ciudades
en favor de la Constitución y de Felipe de Borbón. Yo entiendo innecesario que
el pueblo se manifieste para apoyar algo que está recogido perfectamente en la
Constitución y que no admite más interpretación ni discusión porque, como bien
dijo el Fiscal General del Estado, lo que no está en la Constitución no existe.
Salir a la calle cuando no hay una grave situación que lo justifique es para armar aún más ruido. La
verdadera manifestación se va a celebrar en el Congreso, donde más de
trescientos Diputados ya han anunciado su voto favorable, los enemigos del Estado
votarán en contra y los enemigos del Estado Español se abstendrán. En la calle
no hay nada que defender. Mal está que la izquierda antidemocrática pretenda
conseguir en la calle lo que no es capaz de conseguir en las urnas pero peor
está que el pueblo soberano, que se siente representado en las Instituciones,
pretenda sustituirlas saliendo también a la calle y arriesgándose además a ser considerado como otro bando más y que
puedan hacerse comparaciones entre quién aporta más a la “manifa”.
En la Constitución está
perfectamente regulada la situación que se ha producido con la abdicación del
Rey. Además, la Constitución es flexible y puede reformarse siguiendo los pasos
que ella misma establece. El que pretenda cambiarla que acepte las reglas del juego. Haciendo ruido en la calle no se
cambia nada y saliendo a contestar ese ruido menos todavía. La Manifestación
del día 6 sobra pero si al final se hace, por Dios que sea abrumadora.
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