jueves, 20 de noviembre de 2014

FISCALES ENFRENTADOS. MILITARES QUE OPINAN





 UNOS CALLAN, OTROS HABLAN

El Fiscal Jefe de Cataluña, Romero de Tejada
Hoy he vuelto de mi retiro espiritual en la Sierra del Segura, concretamente en la aldea más agraciada de Yeste, Góntar, donde he fundado solar siguiendo a  mis antepasados de las montañas cántabras. Tanto es así de espléndida que ya fue habitada por iberos, romanos y árabes y no fueron pocos los que de estos últimos se quedaron a vivir allí tras la conquista de Granada. He dejado lista la caldera para hacer el aguardiente que luego compartiré con mis amigos.


Vuelto al mundanal ruido no salgo de  mi asombro de la cantidad de cosas que cuentan que ocurren y a la velocidad que ocurren, tanta que lo que ahora es primicia dentro de diez minutos es cosa pasada. Recordad que os dejé escrito días atrás en relación con la Fiscalía catalana que “perro no come perro” y efectivamente así ha sido. El independentismo catalán ha conseguido amedrentar a la población y es muy difícil ponerse de perfil quienes tengan pretensiones de futuro en los negocios o la política. La reacción tardía del Fiscal General  del Estado no le quita mérito aunque haya tenido que echar mano del Consejo Fiscal, pero no sirve de nada si lo que se denuncia ha de ser juzgado por la misma casta que no vio razón alguna para ir contra la altanera y chulesca patochada de Artur Mas, elegido para gobernar a todos los catalanes y autoerigido en gobernante de solo unos pocos. Ningún juez catalán va a condenar a Mas como tampoco lo harán con Pujol. Para cuando la justicia catalana  quiera pronunciarse, de Mas no se acordará nadie y Pujol habrá rendido cuentas ante el Altísimo. Esta es una de las razones de la quiebra del Estado, el que la Justicia esté descentralizada y sometida al poder político de cada taifa, recordad si no el caso de Banca Catalana y otros similares que cayeron en el olvido.

Consejo Fiscal en su reunión del 19 de Noviembre
 Pero voy a dejar a los Fiscales en su guerra interna y voy a centrarme en los ecos que me llegan de la pataleta montada por la izquierda a costa de unas palabras del general Domínguez Buj, Jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra, pronunciadas a lo largo de una conferencia titulada “Un Ejército para el Siglo XXI”. En referencia a las situaciones políticas de 1808 y 1898 viene a decir que "España asiste a un proceso que históricamente se produce siempre que el poder central es débil" y que por consiguiente, "Cuando la metrópoli se hace débil, se produce la caída". 


Aunque no hizo referencia alguna a la debilidad del Estado surgido en 1978, bien por convicción o por aquello de que “a buen entendedor…”Yo, interpretando que fue por lo segundo, coincido con su reflexión y considero que el Estado nacido tras el acertado suicidio político de las Cortes franquistas, por otra parte única vía pacífica posible, nació ya débil y enfermizo porque se originó tras la renuncia de una derecha acomplejada que para redimirse cedió ante la izquierda y el nacionalismo, al tiempo que se aseguraba la continuidad de su influencia en las nuevas formaciones de UCD y AP. Aquellas cesiones ante los nacionalismos, consagradas en la Constitución de 1978 son las que ahora permiten que Artur Mas y sus secuaces se rían del Estado a carcajada limpia y los vascos –más burros pero más nobles- que encajaron como pudieron el fracaso de Ibarretxe, estén pensando en que “cuando los barbas de tu vecino …”. Las que permitieron que los terroristas de ETA se hicieran con Ayuntamientos y Diputaciones en el País Vasco y Navarra y los separatistas de ERC sean los que parten el bacalao en Cataluña. La Constitución de 1978 llegó más allá que la de 1931 por el complejo de unos y al deseo de resarcimiento de otros. Si pretendía unir en la variedad lo que consiguió fue aumentar las diferencias. Cambió un Estado unitario y centralizado por un reino de taifas. En vez de reformar el modelo anterior potenciando administrativamente Ayuntamientos y Diputaciones creó aparatos intermedios a los que permitió transferir las competencias propias del Estado hasta hacerlo prácticamente inexistente en algunas áreas. La Constitución de 1978 no ha unido a los pueblos de España, más bien está colaborando a su desintegración.
El general Domínguez Buj
 Coincido también en su espíritu concialiador cuando afirma en alusión al desafío catalán  que este asunto no se soluciona por la vía de la fuerza y que el Estado debe "ganarse las mentes y los corazones de todos los españoles" para que encuentren más ventaja en seguir juntos que separados. Observo la excesiva alusión al sometimiento de los  Ejércitos a lo dispuesto por el Gobierno, innecesaria en un momento en que todos nuestros aliados lo asumen como principio fundamental de la democracia.


No estoy de acuerdo cuando afirma que las Fuerzas Armadas "no son garantes de nada", sino que son la "herramienta que tiene el Gobierno para hacer cumplir la ley y la Constitución". En cambio la Constitución establece en su Artículo 2: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles …” y establece en su Artículo 8.1: “ Las fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”. De esto, ¿debo entender que las Fuerzas Armadas tienen una responsabilidad constitucional real e incluso  ajena a los designios del Gobierno de turno, que pudiera por cuestiones de índole político anteponer los intereses de una parte a los del todo?. ¿Cuál sería la postura de las Fuerzas armadas en el hipotético caso de que un Gobierno autorizara a una CCAA un referéndum vinculante para la secesión de la misma y éste le resultara favorable?. El total sometimiento de las Fuerzas Armadas al poder civil debería ser revisado en las Constituciones europeas para no repetir lo que parte de la  Wehrmacht aceptó de Hitler.


Con lo que menos estoy de acuerdo y es obvio es con la pataleta de la oposición de izquierdas a los que faltó tiempo para pedir el cese y presionar al Ministro de Defensa para que le hiciera retractarse. Es impresionante la fobia que la izquierda más radical tiene a los Ejércitos, hasta el punto de que el Secretario General del PSOE habla de suprimir el Ministerio de defensa y el líder de Podemos aboga por una salida de España de la OTAN. Esa izquierda a la que les molesta de los militares hasta que hablen pero cuya ayuda  imploran cuando se ven con el agua al cuello o con el trasero ardiendo. 


Conviene conocer la opinión individual de los  mandos de las Fuerzas Armadas en cuestiones de suma importancia para el Estado. Obedecer no está reñido con pensar y nuestra Historia está plagada de personajes ilustres que simultanearon la pluma con la espada. Hoy me desayuno con otras declaraciones de un Teniente General, Rafael Comas, Jefe del Cuartel General Terrestre de la OTAN con base en Bétera. En una conferencia en el Fórum Europa Tribuna Mediterránea afirma que no sería malo implantar de nuevo el servicio militar obligatorio y pone como ejemplo a Noruega, un país pacifista en tiempos modernos, que ha implantado el servicio militar obligatorio para las mujeres.

El General Rafael Comas
 Una opinión nada desdeñable desde el momento en que debemos empezar a considerar que los enemigos nuestros y de nuestro entorno ya no son los ejércitos regulares del Este de Europa  sino los movimientos terroristas nacidos al Este y Sur del Mediterráneo, alimentados por el odio islámico hacia Occidente y mantenidos por las monarquías feudales del petróleo. Para esta situación la defensa del país escapa de la tradicional del ejército regular y la implicación del ciudadano será o deberá ser cada día más intensa, de forma activa en la vigilancia y denuncia de aquello que levante sospechas como de forma pasiva, conociendo y sabiendo utilizar los diferentes medios y elementos de autodefensa que el Estado deberá poner a su servicio. Ya no se trata de ir a un cuartel a pasar una temporada en régimen de milicia con desfile incluido; se trata simplemente de formar dentro de los establecimientos militares o a través de las redes al personal civil para que sepa cómo debe reaccionar ante un hipotético caso de ataque terrorista en cualquiera de sus modalidades, con gases u otros productos químicos etc. etc.. No se trata tampoco de crear un estado de terror entre la ciudadanía, sino de hacerle ver necesaria la preparación ante lo que pueda sobrevenirle y que ya conoce por la información que se recibe a diario de otros rincones del mundo y que mañana pudiera ser del nuestro.


Frente a estas opiniones constructivas y necesarias encontramos el lamentable caso del teniente Luis Gonzalo, autor de la novela “Un paso al frente”, en la que de boca del protagonista, el teniente Guillermo Fernández, denuncia casos de corrupción en el Ejército y que ya tiene abiertos varios expedientes que pueden suponerle la expulsión del mismo. 


Lamentable porque el Ejército es una Institución jerárquica y disciplinada donde existen limitaciones en el comportamiento de sus miembros y donde sobre el papel existen medios de denunciar y la obligación de hacerlo de aquellos casos que puedan ensombrecer el prestigio de la Institución y como en cualquier causa civil, con las pruebas fehacientes de la irregularidad denunciada.

El teniente Gonzalo Segura
 La novela en cuestión, que lleva vendidos más de quince mil ejemplares, puede no ser la causa de los expedientes abiertos al autor sino el hecho de que el mismo haya utilizado los medios de comunicación para publicitar el texto, concebido como denuncia de actos ilícitos cometidos dentro de las Fuerzas Armadas. Aquí seguramente es donde se pierde la razón por no haber recurrido reglamentariamente a los medios y herramientas  establecidos al efecto. Posiblemente el contenido de la novela refleje situaciones reales y corruptelas enquistadas pero no es este el medio para destaparlas. Si yo durante mi servicio militar hubiera denunciado que, cuando nosotros disponíamos de un par de botas para los quince meses de entonces,  de mi Compañía  salían sacos llenos de botas sin estrenar con destino al Rastro, concretamente al puesto de un compañero al que vimos por el cuartel en contadas ocasiones, seguramente el que lo hubiera pasado mal sería yo. Hoy en cambio esto mismo puede hacerse con garantías pero siguiendo los cauces establecidos dentro de la Institución o bien abandonando la misma y recurriendo a la justicia ordinaria. Sea como fuere, lo que sí creo es que, independientemente de que las formas no sean las correctas, si el contenido de la novela encierra la mínima posibilidad de que el autor esté en lo cierto, se debe investigar de oficio y aclarar asuntos que pudieran calar en la sociedad, tan sensibilizada con los casos de corrupción que a diario nos sorprenden.


De vuelta al principio, mañana veremos por dónde sale la Fiscalía, qué pasa en el PSC y si a la Pantoja le van a permitir asistir al entierro de la Duquesa de Alba.









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