EL NUEVO DEPORTE DE LA AUDIENCIA NACIONAL:
LA CAZA DEL CHINO
Resulta
que hay una cosa que se llama justicia universal y que se dedica a perseguir
aquellos crímenes cometidos contra la humanidad por personas, instituciones armadas, terroristas,
narcotraficantes, etc. etc. Gracias a la justicia universal Garzón ha promovido
el juicio al franquismo y a los franquistas y de hecho en Argentina hay orden
de arresto contra ciudadanos españoles que participaron en el viejo régimen. No
importan las amnistías habidas en estos setenta
años y sobre todo la del 15 de Octubre de 1977. Claro que de nada sirve que un país
perdone a sus malhechores en aras a una nueva era de convivencia pacífica si
hay otros países firmantes del tratado de Roma que no lo entienden así.
En
el caso de los dirigentes chinos, se les acusa de crímenes y genocidio a la
población del Tibet en los años 80 y 90 del pasado siglo. Presentada la demanda
por el Comité de Apoyo al Tibet y admitida por la Audiencia Nacional, que
supuestamente ha forzado al juez Ismael Moreno a ordenar la búsqueda y captura
del expresidente de China Jiang Zemin y el exprimer ministro Li Peng, Qiao Shi, exjefe de la seguridad china; Chen
Kuiyuan, secretario del Partido Comunista de China en Tíbet, y Peng Peiyun,
ministra de Planificación Familiar en los años 80.
De
los 141 Estados firmantes del Tratado de Roma, ninguno ha caído en tomar en
consideración las atrocidades cometidas por estos personajes en el régimen
comunista chino. Ha tenido que ser España, la tierra de Don Quijote, la que dé
ejemplo al mundo mundial de Estado justiciero –desfacedor de entuertos- aunque ello
nos lleve a la ruina pero habiendo ganado en la honra.
Yiang Zemin, ex presidente de China |
Bastante
coño nos importa a nosotros lo que hicieran los chinos en el Tibet hace más de
cuarenta años, lo mismo que a Garzón y los argentinos lo que hizo Franco por un
lado y Carrillo por otro hace setenta. Los chinos van a estar ahí, esperando a
los agentes judiciales de Ismael Moreno para que los traigan y los condenen a
miles de años y sin aplicarles la doctrina Parot. Si fuera Torrente, el brazo
tonto de la ley, no habría problema, cogería a los primeros cinco chinos que
encontrara en la calle y a la trena con ellos, al fin y al cabo se dice que los
chinos no tienen carné de identidad; tiene uno el presidente y los demás llevan
fotocopia.
Pero
resulta que a los chinos no les ha gustado la bravata de la Audiencia y su Juez
Moreno y han llamado a capítulo al embajador español en Pekin, Manuel Valencia,
y le han cantado las cuarenta, es decir, las cuarenta mil inversiones que China
tiene en España y sobre todo la del 20% del total de la deuda del Reino de
España, que peligra. Aparte de dejar de considerarnos el socio más fiel en la
UE que ya de por sí es trascendental.
Es
España, más que Quijotes somos gilipollas. En plena crisis, con cinco millones de parados y pidiendo a
gritos que vengan inversiones extranjeras que creen puestos de trabajo, cuatro
trasnochados parientes de un lama tibetano al que se le dio nacionalidad
española han conseguido de los tribunales lo que miles de españoles llevan
esperando, celeridad. Cuando nuestros juzgados están atascados de causas sin
solucionar, que tienen más lista de espera que la sanidad catalana, ahora van y
se preocupan porque unos chinos, que eran unos bordes, cometieron no sé cuántas
tropelías contra otros chinos, qué a saber cómo eran; y todo esto después de
cuarenta años. ¿Por qué no abren también la causa contra los crímenes de Napoleón
en España y Rusia o contra Julio Cesar en la Galia y la Hispania?. En fin, ya
lo dicho el alcalde andaluz Pacheco, la justicia es un cachondeo. Más vale que
Rajoy ande listo mandando al garete la llamada justicia universal y aplique el
ejemplo de Campalbo, un pequeño pueblo de la sierra de Cuenca, que cuando
fueron los milicianos de algún pueblo vecino a matar al cura, salieron los del
pueblo diciendo: “el cura es nuestro y si hay que matarlo ya lo mataremos
nosotros”.
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