LA JURA DE BANDERA
Con motivo de la celebración del
día de las Fuerzas Armadas, se están celebrando en diversas unidades militares
actos de jura de bandera de civiles. En el caso de la Base Aérea de Los Llanos
en Albacete este acto se va a celebrar el día 30 de Mayo y en él vamos a
participar alrededor de ciento veinte civiles, de distintos sexos y edades;
unos renovando el juramento que ya hicieron como es mi caso, otros, los más
jóvenes entre los que se encuentras mis hijos y dos de mis sobrinos que ya no
realizaron el servicio militar obligatorio, lo harán por primera vez.
Puede parecer extraño en los
tiempos que corren que haya un colectivo de personas que quieran honrar a
la bandera jurando públicamente su
compromiso hacia ella y lo que significa, pero realmente no es así. Cualquier
español bien nacido debe sentirse orgulloso de tener una patria y unos símbolos
que la representan. Una patria que es el resultado de un proceso histórico
consolidado por los visigodos y, tras la invasión musulmana, por los
reinos que se unificaron bajo una misma
corona al final de la Reconquista; el Estado más antiguo de la vieja Europa.
La historia más reciente nos
muestra cómo algunos inventaron y promocionaron una opción identitaria distinta
de la que históricamente ha prevalecido
en el tiempo, amparados en la bonanza económica de una sociedad boyante a
consecuencia del desarrollo industrial a diferencia de la España rural,
caciquil y tradicional, anclada en el pasado. Otros vieron la forma de
diferenciar lo que simplemente era un cambio de régimen de lo que era un Estado
históricamente consolidado e inventaron nuevos símbolos que solo sirvieron para
separar, dividir y sembrar odio y
discordia.
El régimen surgido tras la guerra
civil dio al traste con toda la iconografía separatista o disgregadora y creó
la suya propia que, en lo que afecta a
la bandera, respetó la que ya lo era desde Carlos III. El nuevo régimen surgido
con la Constitución de 1978 optó por mantener la histórica insignia, con un
nuevo escudo no constitucional, regulado por Ley en 1981, diferente al
utilizado por la dictadura y que se había mantenido sin apenas variación hasta
esa fecha.
La bandera y el nuevo escudo
fueron aceptados por todos, hasta por
aquellos que en su momento crearon la bandera tricolor y lucharon por ella. La
desgraciada actuación del peor Presidente de la España democrática volvió a
reavivar las ascuas del odio y dio alas al renacimiento de la insignia
tricolor, no ya como símbolo del Estado sino de una facción defensora de
convertir el Estado monárquico en republicano.
Así las cosas, salvo en las
celebraciones deportivas masivas de carácter internacional, la bandera española
no es considerada símbolo que una a los españoles sino todo lo contrario. La
señera catalana, usurpada al antiguo Reino de Aragón, es el símbolo de la
independencia catalana. La ikurriña, bandera del Partido Nacionalista Vasco, ha
sido adoptada como símbolo del independentismo vasco; la tricolor como símbolo
de la izquierda republicana. Al final y tras el predicamento de unos y el
silencio de los otros, la insignia nacional está siendo vapuleada, ofendida y
maltratada.
El acto de juramento a la bandera
no hace a unos españoles mejores que el resto. Se trata simplemente de
reivindicar la condición de español y comprometerse en la defensa de lo que el
Artº. de la Constitución considera “la Nación española, patria común e
indivisible de todos los españoles”. La defensa de España es labor y
responsabilidad de todos los españoles, en la casa, en la calle, en el trabajo, en las instituciones, dentro y fuera de ella. Ante los continuos ataques al Estado,
a sus símbolos y a la Constitución de quienes pretendes desintegrar España, no
podemos mirar hacia otro lado; sería una cobardía. España no es solo nuestra.
Fue la España de nuestros padres y nuestros abuelos y nosotros tenemos la responsabilidad
de que sea también la de nuestros hijos y nuestros nietos. Somos un pueblo,
tenemos una patria y un símbolo que la representa, la bandera y no debemos
consentir que los intereses espurios de unos cuantos aprovechados sirvan para
inculcar al pueblo falsas raíces, falsas realidades y falsas promesas.
La jura de la bandera es un acto
de afirmación y de fe. No va contra nada
ni contra nadie. Es el compromiso de entregar, mejorada, la herencia recibida.
Es el acto de valentía de plantar cara al enemigo interno que intenta corroer
los cimientos de la nación. Es el hecho de mostrar a nuestros compatriotas que
no se puede esconder la cabeza bajo el ala ni dar todo por bueno. Esa debilidad
es la que aprovechan quienes pretenden destruir lo que durante siglos hemos
construido. Es el momento de dar la cara, de enseñar los dientes si es preciso,
de afirmar nuestra voluntad de seguir siendo españoles de la única España, de
dejar claro el mensaje de que llegado el momento nos tendrán enfrente.
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