jueves, 12 de marzo de 2015

"LA MANIFA"





“LA MANIFA”



Ayer a eso de las cinco de la tarde salí a cumplir con la prescripción médica de moda, ir a caminar al menos una hora. En la zona en la que resido tengo tres buenas opciones para cumplir con el mandato, el  circuito de La Pulgosa desde la Universidad está muy bien acondicionado pero al final piensas que vas por la Calle Ancha por la cantidad de gente que reconoces y saludas. Otra alternativa es la del camino de la Ciudad Deportiva hasta la Base. Éste tiene peor piso y además se ha convertido en el camino de los perros sueltos, que al tratarse de una zona periurbana debería estar más vigilada por los responsables municipales. La tercera opción, la más urbana, transcurre a través de la nueva circunvalación, desde la “glorieta de Windows” hasta el Hospital, bordeando las nuevas urbanizaciones de la zona; es la más cómoda.


Ayer elegí la tercera opción y poco antes de llegar a la glorieta de “La Casita” vi venir un coche de la Policía seguido de un grupo de gente, no más de veinte, con unas cuantas pancartas alusivas al tratamiento de la hepatitis C y unos gritos y consignas fabricados al efecto, llamando mi atención uno que pedía el fin de la dictadura. Presidía la comitiva una enorme bandera republicana cuyo extremo casi tocaba el suelo y cuyo portador apenas era capaz de manejar.


Aminoré la marcha para observarlos más detenidamente, sin llegar a comprender qué pintaba una bandera republicana en una manifestación para pedir mejores condiciones en el tratamiento de una enfermedad. Si no recuerdo mal, el Gobierno ha ofrecido a las CCAA, que son las responsables de la Sanidad, un fondo de dinero  a interés cero del que pueden echar mano para atender a los afectados por  este mal cuyo tratamiento es muy caro. Imagino que en nuestra Región no hayan sido ajenos a esta  situación y habrán puesto todos los medios posibles a disposición de los afectados, aún así respeto el derecho de estos a manifestarse para llamar la atención de los ciudadanos y exigir mayor implicación de las autoridades competentes.

Hay cosas que aún entendiéndolas me cuesta trabajo asumir. Entiendo que haya un grupo de gente que está disconforme con toda o parte de la gestión del Gobierno Autonómico o Nacional. Entiendo que esta gente se manifieste y disponga de todos los medios legales a su alcance para hacerse ver y oír. Entiendo que por aquello de “a rio revuelto…” haya algún aprovechado que quiera sacar rédito político del asunto y convierta la protesta en una reivindicación política de independencia o cambio de régimen. Lo que no puedo asumir es que si de verdad los que se manifiestan pretenden con ello buscar apoyos para que se les solucione su problema, transijan con este tipo de oportunistas que tergiversan y les roban el sentido de la protesta convirtiéndola en una reivindicación ajena completamente a la que se pretende.

Si los manifestantes consideran que estos detalles les dan más proyección están equivocados. Desde el momento en que se colocan bajo signos ajenos al motivo que les convoca pierden toda credibilidad. Para mí la manifestación de ayer no era la de los afectados por la hepatitis C sino la de un grupo de gente que defendía un modelo de Estado diferente al que tenemos y confundía esta democracia, sin duda la mayor disfrutada jamás por el pueblo español, con una dictadura cuyo fin reclamaban. Es una pena que la gente se deje embaucar y dominar por unos profesionales de la subversión y no haya nadie con las agallas suficientes para mandarlos a tomar por donde amargan los pepinos. Ocurre en todos los casos; hay un grupo de gente, antisistemas, okupas, antimonárquicos (que no republicanos), independentistas, sindicalistas pagados etc. que aprovechan estas situaciones y montan su circo particular, con o sin violencia pero siempre desvirtuando, entorpeciendo y degradando un derecho fundamental de nuestra democracia como es el de manifestarse pacífica y libremente.

En cuanto a lo de ayer, ellos verán, pero el hecho de que una gran bandera republicana ilegal presidiera la manifestación de un mínimo grupo que reclamaba mejores atenciones médicas es un despropósito, un error, un salirse de parva como se dice en el campo manchego, un no saber ni donde están ni lo que quieren. Son sencillamente carne de cañón manejada por cuatro desaprensivos que los manejan al tiempo que los desprecian. Estos, los unos y los otros, son la muestra de que los últimos cuarenta años no han creado mejores hombres que los cuarenta anteriores. Y quién no lo quiera ver así que no lo vea; yo que he vivido media vida en cada época, estoy convencido.


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