EL RESCATE BANCARIO III
EL RESULTADO FINAL
El declive de las Cajas de Ahorro
tuvo como punto de partida la Ley
31/1985 de 2 de Agosto de Regulación de las Normas Básicas sobre Órganos Rectores
de las Cajas de Ahorro, Ley por la cual Felipe González puso las Cajas en
manos de los políticos, convirtiéndolas en la “banca pública” de las CCAA, que las
utilizaron para la financiación de macro proyectos, en muchos casos solo para poner
de manifiesto la megalomanía de sus promotores. Hasta esas fechas las Cajas se
habían limitado, salvo excepciones, al
ámbito provincial y habían centrado su actividad principalmente en los negocios
locales, el campo y el pequeño comercio. La industria y el gran comercio
estaban en manos de los siete grandes Bancos privados de la época, Central, Hispano,
Santander, Banesto, Bilbao, Vizcaya y Popular; gran parte de la actividad bancaria
del comercio exterior era monopolizada por el Banco Exterior de España.
Con én comenzó el escándalo |
La mala gestión de los políticos,
que carentes de formación bancaria se
hicieron dueños de los Consejos de Administración, condujo a situaciones en las
que los criterios bancarios fueron sustituidos por otros de carácter político y
el fin primordial de las Cajas que era
el de atender las necesidades de financiación del pueblo llano, cambió de
destinatario siendo a partir de entonces su finalidad la de financiar proyectos
políticos de las CCAA y negocios privados de empresarios y especuladores
próximos al poder. Tal es el caso del Aeropuerto de Ciudad Real o la millonaria
financiación de las viviendas de “El Pocero”.
Con la llegada de la crisis el
sistema empezó a resentirse sobre todo por la gran exposición de las Cajas al riesgo
inmobiliario. El 29 de Marzo de 2009 se intervino la Caja de Castilla La Mancha
para salvarla de la quiebra. El infausto Zapatero no se lo creía pero su
Ministro de Economía Pedro Solbes empezó a tenerlo claro y ante la ceguera de
su jefe presentó la dimisión al mes siguiente. Apenas transcurrido un año y a
pesar de que la sustituta Elena Salgado calificó lo de la CCM como un caso
aislado y se mantuvo en la fortaleza del sistema bancario español, cayó Caja Sur, la Caja del Obispado de Córdoba,
poniendo de manifiesto que el sistema estaba corrompido y arruinado. En ambos
casos Unicaja se negó a hacerse cargo de las dos Cajas, lo que obligó al
Gobierno, con la cómplice colaboración del Gobernador del Banco de España,
Fernández Ordoñez, a deshacerse de ellas sin dejarlas quebrar. La primera se
vendió a Cajastur en condiciones aun no aclaradas y la segunda, en subasta
pública por 350 millones, fue adjudicada a BBK, la Caja vizcaína ahora
Kutxabank.
Ante la situación creada,
Zapatero, Salgado y MAFO, el trío que
más daño ocasionó a la economía española moderna, optaron por favorecer con
dinero público las fusiones entre Cajas, sin más criterio que el de la rapidez,
sin importar el nivel de saneamiento, la distancia o la zona de influencia. Los
varones autonómicos se opusieron a que sus “bancos públicos” salieran de sus
manos y promovieron fusiones que resultaron altamente gravosas como las
efectuadas en Galicia con Caixa Galicia (La Coruña) y Caixa Nova (Vigo, Orense
y Pontevedra), que se convirtió en Nova Caixa Galicia y las llevadas a cabo en
Cataluña, donde fusionaron las Cajas de Sabadell, Tarrasa y Manlleu (Unnim) y Caixa Cataluña, Tarragona y Manresa (Catalunya
Bank), todas nacionalizadas posteriormente y vendidas con grandes pérdidas para
el erario público.
Desaparecidos de la escena
política Zapatero, Salgado y MAFO, el Presidente Rajoy y ante un proceso de reestructuración del
sector, desordenado y anárquico, aprobó
en Febrero de 2012 la Ley de Reforma del
Sistema Bancario con la intención de poner orden y disipar las dudas de los
foros internacionales. La sorpresa vino de la macro fusión de Bankia, donde
habían ido a parar Caja Madrid, Caja Canarias, Caja Laietana, Caja Ávila, Caja
Segovia, Caja Rioja y de postre la devastada Bancaja, principal causante de la
quiebra que fue evitada con una inyección millonaria que obligó a España a
solicitar una ayuda especial para rescatar ésta y otras entidades en igual o
parecido estado y que la Troika concedió hasta un montante de 100.000 millones
de Euros, de los que se dispuso de menos de la mitad.
Los tres, ciegos de conveniencia |
Las ayudas de la UE para sanear
la banca han ascendido a 592.000
millones de Euros, de los cuales Alemania ha dispuesto de 144.150, Reino Unido
de 122.800 y España de 88.140. En España la mayor parte se la llevan las
entidades nacionalizadas: Bankia 22.000 millones y las posteriormente vendidas,
Catalunya Bank 12.000, Nova Caixa Galicia 9.000 y Banco de Valencia 5.500. El
resto con menores cuantías se lo reparten las restantes. Entre los compradores,
BBVA se hizo con Unnim por 1 € y
Catalunya Bank por 1.187millones de Euros. Caixa Bank compró Banca Cívica por
977 millones de Euros y Banco de Valencia por 1 €. Banco Sabadell compró la CAM
por 1 €. El precio de compra se vería incrementado con el importe de riesgos no
cubiertos que pudieran haber sido adjudicados a las entidades compradoras.
La crisis bancaria no fue ajena
al resto de países de la UE pero ellos se adelantaron a España a la hora de poner
el remedio. No dejaron quebrar a sus entidades y las reflotaron con ayudas
millonarias. Visto lo cual, en España y a pesar de que hubiera sido conveniente
en algunos casos, no se dejó quebrar a ninguna entidad, socializando el
quebranto que ahora nos va a costar a los españoles alrededor de 70.000
millones de Euros. El Fondo de Garantía de Depósitos no alcanzaba a cubrir la
totalidad de los ahorros de los impositores (en el caso de las Cajas) y menos con
los mínimos impuestos por la UE. La liquidación del sector hubiera dejado
arruinados a miles de ahorradores españoles y en la calle a miles de empleados
con salarios de clase media alta, lo que confiere al “rescate bancario” un
carácter social indiscutible por mucho que ahora se pretenda darle la vuelta. Ciertamente
el rescate resultó costoso y buena parte de su importe fue a parar a manos de
los equipos directivos que salieron de las fusiones con los bolsillos llenos a base de jubilaciones de lujo e indemnizaciones escandalosas ante la
indiferencia de Zapatero y Salgado.
El rescate, aunque a primera
vista nos parezca exagerado y se vaya a recuperar muy poco de lo invertido,
seguramente habrá sido menos costoso que una quiebra de todo el sistema de
Cajas de Ahorro, que hubiera agotado los fondos de garantía de depósitos y de
garantía salarial y además hubiera arrastrado en la caída a otras entidades solventes
acreedoras de éstas. Creo necesario recordar que el rescate bancario español se
hizo para sanear y reestructurar el sector de Cajas de Ahorro. Los grandes
bancos españoles ya se habían adelantado años antes; de hecho, los siete
grandes de los años ochenta han quedado reducidos a dos, Santander y BBVA, dos
Bancos solventes de gran tamaño y con importante presencia internacional.
La izquierda española siempre
trata de meter en el mismo saco a toda la banca, por cuestiones ideológicas y
por esconder sus vergüenzas por la responsabilidad en la gestión de las Cajas,
de la que la izquierda fue especial protagonista. Lo cierto es que los Bancos y
Cajas bien gestionados han sobrevivido a la crisis y han ayudado al sistema
haciéndose cargo con beneficios dudosos de las entidades nacionalizadas y
vendidas. Santander, BBVA y La Caixa
(ahora Caixabank) son el ejemplo de lo que afirmo. Los Bancos son entidades privadas
donde los accionistas invierten para obtener beneficios de una actividad
sometida a las leyes del mercado y a las de carácter nacional e internacional.
Las Cajas de Ahorro fueron entidades públicas, que ejercieron su actividad en
competencia desleal con el resto de la banca, no tenían que rendir cuentas a
nadie, fueron gestionadas por advenedizos de la política no profesionales del
sector y a consecuencia de todo ello hubieran quebrado de no ser intervenidas,
nacionalizadas o rescatadas. Esa es la gran diferencia.
Si bien el sector ya parece
saneado y estabilizado, la crisis aún dura y sus consecuencias se dejan notar a
diario. Son muchos los perjudicados por las preferentes que todas las Cajas
vendieron como plazos fijos y muchos también los perjudicados por operaciones
hipotecarias que en su momento se hicieron y que en condiciones normales de
mercado jamás se hubieran realizado. La Ley
de Segunda Oportunidad del Gobierno de Rajoy no es ni más ni menos que una
serie de parches que tapan unos cuantos agujeros. Los acuerdos extrajudiciales
requieren voluntad por ambas partes; la
responsabilidad hipotecaria no se extingue con la entrega de la vivienda; la
deuda de los garantes o avalistas perdura igualmente aunque se haya ejecutado
la hipoteca y entregada la vivienda; es decir, salvo en ocasiones especiales
que requieren el cumplimiento de muchas condiciones, no se podrá exonerar al
deudor del pago total de la deuda.
La Ley de Segunda Oportunidad no es suficiente |
Lo curioso es que las Leyes no
contemplan la posibilidad de que las Entidades Bancarias puedan ser responsables
de determinadas operaciones con desenlace fatal. En España lo último que se
deja de pagar es la hipoteca. Cuando una familia ha tenido que hacerlo es
porque ya no le alcanza para comer. En este sentido, la Lay debería obligar a
la banca y a las financieras y fondos que adquirieron carteras de préstamos a
renegociar las operaciones que tengan alguna posibilidad de ser viables.
Además, antes de que un Juzgado decretase la ejecución de una hipoteca debería
estudiar detenidamente el expediente que dio lugar el préstamo y comprobar que
la Entidad actuó en todo momento sin salirse del código de buenas prácticas bancarias.
Comprobando que la vivienda no estaba sobretasada; que la garantía personal de
prestatarios y avalistas estaba justificada con ingresos reales o nóminas
legales; que la capacidad de endeudamiento
contraída por el préstamo era asumible por el prestatario en los porcentajes recomendados,
que no deben superar un máximo del 40% de los ingresos netos familiares; que el importe del préstamo no sobrepasara en
demasía al de la compra, salvo para los gastos de escrituración, aunque esto ya
de por sí constituye una mala práctica; comprobar que la oferta vinculante no
esconde nada en letra pequeña y aclara debidamente todos los pormenores de la operación;
que en la Notaría se leyó íntegramente la escritura y se explicó al prestatario
cualquier duda al respecto.
Todos estos extremos deberían estudiarse por los
Jueces antes de decidir sobre el fin de un préstamo hipotecario, porque en
muchas ocasiones el cliente ha comprado lo que la entidad le ha obligado a llevarse y
además imponiéndole una serie de productos que atentan por sí mismos contra el
equilibrio ingresos/préstamo, este es el caso de la obligatoriedad de suscribir
un plan de pensiones con cuota mensual cuando ya la cuota del préstamo está
ajustada al límite. Es necesario determinar qué parte de responsabilidad debe
asumir la entidad que pretende ejecutar una hipoteca en función de la transparencia,
legalidad y ética de la operación. No deben cargarse toda la responsabilidad
siempre sobre los prestatarios. En muchos casos ellos fueron las víctimas.
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