viernes, 20 de marzo de 2009



PREGÓN DE LAS FIESTAS DE MOROS Y CRISTIANOS DE QUINTANAR DE LA ORDEN

Mis queridos paisanos y amigos quintanareños:

Es un gran honor para mí poder estar con todos vosotros en el comienzo de las Fiestas de San Juan, Moros y Cristianos de este excepcional año 2.004 y asumo el reto de convertir en palabras de esperanza la triste realidad de los recientes acontecimientos.

Quiero que este pregón del año 2.004 al tiempo que anuncia una fiesta tradicional, popular y participativa , sirva para anunciarnos también la existencia de nuevos caminos, no exentos de dificultades y que, aún a tropezones, habremos de recorrer en el futuro más próximo si pretendemos que nuestra entrañable celebración mantenga intacta su propia esencia, sin que nadie pueda jamás establecer una similitud entre lo que fue y lo que está empezando a ser , si no impedimos que lo sea, la convivencia civilizada y enriquecedora entre dos mundos, el musulmán y el cristiano que en la individualidad y en el parsimonioso acontecer del día a día encuentran siempre más semejanzas que diferencias.

Ninguna de la religiones que sustentan espiritualmente los dos mundos nació beligerante. Las dos hablan de amor, de respeto y tolerancia. Las dos establecen principios morales y normas de conducta y ambas acotan las parcelas a las que la flaqueza de la naturaleza humana es más proclive. Su debilidad, como la de cualquiera de las otras religiones monoteístas se esconde tras la defensa del principio de exclusividad. La utilización de los términos “único” y “verdadero” o algún otro de igual parecido, han puesto en boca del hombre la excusa de utilizar el nombre de su Dios, “Único” y “Verdadero” para satisfacer sus ambiciones de poder y riqueza, amañando y convirtiendo los textos sagrados en auténticos manuales de guerra. Ésta y no otra fue la verdadera causa de las Cruzadas y ésta fue sin lugar a dudas la que inspiró la rápida expansión del Islam.

Nosotros nos hemos reunido aquí para rememorar y celebrar 781 años de guerras, crueldades, desavenencias y alborotada coexistencia pero también de permisividad, convivencia, mestizaje, hermanamiento, trabajo, intercambio, cultura; todo lo malo y lo bueno del choque de dos civilizaciones desconocidas entre sí; una procedente del Norte europeo y la otra del Norte africano.

Extremadamente bárbara la primera, no llegó a implantar su diversidad cultural porque halló más comodidad en la asimilación de una cultura romana, muy superior a la suya en todos los órdenes y de cuya mezcla nacería la nueva sociedad hispano visigoda.

Se impuso la segunda por su bagaje cultural más amplio, propiciado por la relación de vecindad con los imperios y culturas del medio y próximo Oriente y por las relaciones comerciales con los pueblos y reinos del Oriente lejano. La sociedad musulmana aventajaba a la cristiana en conocimientos y fue cantera de sabios inigualable en todo el mundo conocido. No se había conocido mayor esplendor desde los poetas, filósofos y emperadores de la Hispania romana. La sociedad cristiana dormía un profundo letargo cultural con alguna honrosa excepción de estudiosos clérigos, escondidos entre los fríos muros de algún monasterio.

Nuestra celebración se repite cada año con un significado auténticamente positivo. Evocamos lo bueno de cada cultura y lo mejor de la mezcla resultante de ambas. Salvo los episodios más virulentos protagonizados por las oleadas de fanáticos que en varias ocasiones cruzaron el Estrecho, la relación entre moros y cristianos no fue muy diferente de la que existió internamente en cada bando y cada uno aprovechó la debilidad del otro para afianzarse o expandirse y lo mismo hicieron, y con saña, entre ellos mismos.

Hoy el mundo islámico está en crisis. Anclado salvo alguna excepción en un sistema feudal obsoleto, con una población empobrecida e inculta, adoctrinada y manejada hasta límites insospechados por un estamento clerical muy poderoso, que nos trae a la memoria el recuerdo de nuestro pasado más tenebroso.

Culpan a nuestro mundo occidental de su calamitoso estado de involución. Eso es insostenible hoy en día pero no está exento de razón cuando se refiere a nuestro pasado más próximo. Los imperios coloniales hace ya que desaparecieron pero su herencia persiste y con ella sus intereses. Algo hemos hecho mal o hemos dejado de hacer para haber llegado a esta peligrosa situación de complicados análisis y más que difíciles soluciones. Entre el Islam y Occidente el abismo es cada día más profundo y quizás hagan falta muchas generaciones y no menos sacrificios para superar en el futuro lo que nosotros ya hemos recuperado y celebramos del pasado.

Deseo que nuestra fiesta sea el escaparate de la convivencia y el respeto; de la admiración por todo lo que en este mundo une y enriquece. Habrá quién sostenga que conmemoramos la victoria de los unos sobre los otros pero esto no es así. Pensar de esta forma significa quedarse en lo superficial. El remate folclórico de una contienda de siglos es solo eso, folclore. Lo nuestro es mucho más profundo. Es avivar la llama que subyace en lo más hondo de nuestras almas y no renunciar a ninguna de las circunstancias que contribuyeron a que hoy seamos lo que somos.


                                        Al Andalus, inmerso en tu grandeza
                                       de vergeles, agua y luz, contemplo
                                       que el brillo de tu sol es más intenso
                                       y las estrellas pregonan tu riqueza.

                                      Hurí quintanareña , despereza,
                                      pon tus mejores sedas y postizos
                                      que Dios prendado está de tu belleza
                                      y Alá quiere adornar su paraíso.


Paco del Hoyo, primavera de 2.004
(Leído por J.C.T. en las Festas de Moros y Cristianos de Quintanar de la Órden)

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