EUROPA, ÚNICO DESTINO
El mundo libre, civilizado y
próspero tiene a los ojos del tercer
mundo dos referencias, la vieja Europa, el
norte del continente americano, es decir EE.UU. y Canadá y en menor
medida Australia. Fuera de estos poco
hay en el mundo que atraiga con carácter universal aunque regionalmente
existan países destino de inmigración
como pueda ser Japón, Corea del Sur y alguno más.
Europa es la referencia para la
población de las antiguas colonias,
sometidas a un nuevo tipo de colonialismo económico y político. El primero,
basado en la explotación de los recursos naturales y materias primas sin
posibilidad de que los nativos tengan acceso a la tecnología suficiente para
organizar un mínimo y rudimentario entramado industrial. El segundo mediante el
mantenimiento de gobiernos corruptos y
dificultando el acceso de la población a una educación que les permita mejores
posibilidades de futuro.
ASÍ SÍ |
El continente africano al
completo tiene la mirada fija en la Europa que los colonizó, principalmente Inglaterra
y Francia. La emigración subsahariana busca la entrada en la UE a través de
España e Italia por razones de proximidad geográfica y los refugiados de las
guerras que asolan el norte de Africa y próximo Oriente encuentran en Turquía,
Grecia e Italia los lugares de tránsito
hacia la soñada Alemania, destino de la gran mayoría de ellos.
Pero si bien la inmigración
subsahariana está en cierto modo controlada, las avalanchas de refugiados de
las guerras del próximo oriente, sobretodo de Siria, no solo están desbordando
la capacidad de Europa para buscar soluciones sino que le están sacando los
colores por su ineficiencia, su egoísmo y su falta de cohesión.
La guerra civil que sufre Siria,
a consecuencia de la cual millares de refugiados miran a la Europa colonialista
como refugio y amparo de su calamidad colectiva, ha puesto de manifiesto todas las debilidades del viejo continente y de su organización
política-económica, la UE. Hubo un tiempo en el que creí que la Europa
civilizada hecha a base de encuentros y desencuentros a través de los siglos,
tenía ya la capacidad de desterrar viejas rencillas, intereses espurios y
localismos de aldea. La guerra de los Balcanes me convenció de lo contrario y
el salvajismo mostrado por todas las facciones me llevó a la conclusión de que
se ha aprendido muy poco de la historia y que las diferencias de raza, de secta
o de religión se dirimen siempre a base de tiros y no de palabras.
ASÍ NO |
Buena parte de Europa ha sido en
su momento emigrante y refugiada pero ha
olvidado pronto las atenciones de quienes les acogieron y ahora son reticentes
a ser solidarios con quienes llaman a la
puerta. Europa es un continente envejecido, caduco, aburguesado y auto contemplativo.
El Imperio Romano en sus postrimerías
era también así y fue reemplazado por movimientos migratorios de quienes desde
las fronteras envidiaban el modo de vida de sus ciudadanos. Roma no abrió las
puertas sino que los combatió, pero cuando ellos ganaron el imperio fue
devastado y destruido con resultado de siglos
de atraso en la cultura, las
ciencias, el arte y cualquier manifestación del saber.
Hoy de nuevo llaman a nuestras
puertas. Todos los que lo hacen fueron en su momento colonizados y explotados
por los europeos. Somos su referencia y única posibilidad. Hablan nuestros
idiomas y muchos de ellos se han formado en nuestras universidades o se han
educado en sistemas copiados de los nuestros. Los refugiados sirios en concreto
son los más occidentalizados, más cultos y preparados y pueden ser sin lugar a
dudas parte del recambio generacional de
esta vieja Europa. Sus frutos pueden asemejarse a los de los refugiados
españoles en Méjico y otros países de Hispanoamérica en la segunda mitad del
pasado siglo. Europa está destinada a convertirse en una amalgama de razas,
culturas y religiones. Cuanto antes
seamos capaces de asumir esta realidad mejor podremos aprovechar las
sinergias que estos movimientos migratorios producen. De nada vale cerrar las
puertas so pena de arriesgarnos a que las echen abajo. La hospitalidad que
ahora ofrecemos a regañadientes a los
refugiados sirios habría de entenderse en clave de continuidad y de
integración. Hace falta sabia nueva para combatir la decrepitud poblacional y
la endogamia cultural.
El invierno se echa encima, no hay que olvidarlo |
Cierto es que la acogida no puede
ser igual para todos y que los países de entrada, generalmente los más pobres
y recién salidos de la miseria comunista, que apenas pueden quitarse el hambre propia como
para alimentar a los demás, pero ahí están los egoístas países del norte
europeo, los que presumen de mayor renta per cápita y superior nivel de vida,
que practican la estrategia del avestruz,
o los dirigentes de este conjunto disjunto de intereses y egoísmos que
es la UE. Y qué decir de nosotros mismos, de los españoles. ¿Acaso hemos
olvidado que fuimos un pueblo de emigrantes a finales del S. XIX, pueblo de refugiados en los años cuarenta del S. XX y de nuevo emigrantes en los años sesenta
del mismo siglo?
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