martes, 29 de septiembre de 2015

EUROPA, ÚNICO DESTINO





EUROPA, ÚNICO DESTINO


El mundo libre, civilizado y próspero  tiene a los ojos del tercer mundo dos referencias, la vieja Europa,  el  norte del continente americano, es decir EE.UU. y Canadá y en menor medida  Australia. Fuera de estos poco hay en el mundo que atraiga con carácter universal aunque regionalmente existan  países destino de inmigración como pueda ser Japón, Corea del Sur y alguno más.


Europa es la referencia para la población  de las antiguas colonias, sometidas a un nuevo tipo de colonialismo económico y político. El primero, basado en la explotación de los recursos naturales y materias primas sin posibilidad de que los nativos tengan  acceso a la tecnología suficiente para organizar un mínimo y rudimentario entramado industrial. El segundo mediante el mantenimiento  de gobiernos corruptos y dificultando el acceso de la población a una educación que les permita mejores posibilidades de futuro.

ASÍ SÍ
El continente africano al completo tiene la mirada fija en la Europa que los colonizó, principalmente Inglaterra y Francia. La emigración subsahariana busca la entrada en la UE a través de España e Italia por razones de proximidad geográfica y los refugiados de las guerras que asolan el norte de Africa y próximo Oriente encuentran en Turquía, Grecia e Italia los lugares  de tránsito hacia la soñada Alemania, destino de la gran mayoría de ellos.


Pero si bien la inmigración subsahariana está en cierto modo controlada, las avalanchas de refugiados de las guerras del próximo oriente, sobretodo de Siria, no solo están desbordando la capacidad de Europa para buscar soluciones sino que le están sacando los colores por su ineficiencia, su egoísmo y su falta de cohesión.


La guerra civil que sufre Siria, a consecuencia de la cual millares de refugiados miran a la Europa colonialista como refugio y amparo de su calamidad colectiva, ha puesto de manifiesto  todas las debilidades  del viejo continente y de su organización política-económica, la UE. Hubo un tiempo en el que creí que la Europa civilizada hecha a base de encuentros y desencuentros a través de los siglos, tenía ya la capacidad de desterrar viejas rencillas, intereses espurios y localismos de aldea. La guerra de los Balcanes me convenció de lo contrario y el salvajismo mostrado por todas las facciones me llevó a la conclusión de que se ha aprendido muy poco de la historia y que las diferencias de raza, de secta o de religión se dirimen siempre a base de tiros y no de palabras.

ASÍ NO

Buena parte de Europa ha sido en su momento emigrante y refugiada pero  ha olvidado pronto las atenciones de quienes les acogieron y ahora son reticentes a  ser solidarios con quienes llaman a la puerta. Europa es un continente envejecido, caduco, aburguesado y auto contemplativo. El Imperio  Romano en sus postrimerías era también así y fue reemplazado por movimientos migratorios de quienes desde las fronteras envidiaban el modo de vida de sus ciudadanos. Roma no abrió las puertas sino que los combatió, pero cuando ellos ganaron el imperio fue devastado y destruido con resultado de siglos  de atraso en la cultura,  las ciencias, el arte y cualquier manifestación del saber.


Hoy de nuevo llaman a nuestras puertas. Todos los que lo hacen fueron en su momento colonizados y explotados por los europeos. Somos su referencia y única posibilidad. Hablan nuestros idiomas y muchos de ellos se han formado en nuestras universidades o se han educado en sistemas copiados de los nuestros. Los refugiados sirios en concreto son los más occidentalizados, más cultos y preparados y pueden ser sin lugar a dudas parte del  recambio generacional de esta vieja Europa. Sus frutos pueden asemejarse a los de los refugiados españoles en Méjico y otros países de Hispanoamérica en la segunda mitad del pasado siglo. Europa está destinada a convertirse en una amalgama de razas, culturas y religiones. Cuanto antes  seamos capaces de asumir esta realidad mejor podremos aprovechar las sinergias que estos movimientos migratorios producen. De nada vale cerrar las puertas so pena de arriesgarnos a que las echen abajo. La hospitalidad que ahora ofrecemos a regañadientes a  los refugiados sirios habría de entenderse en clave de continuidad y de integración. Hace falta sabia nueva para combatir la decrepitud poblacional y la endogamia cultural.

El invierno se echa encima, no hay que olvidarlo

Cierto es que la acogida no puede ser igual para todos y que los países de entrada, generalmente los más pobres y  recién salidos  de la miseria comunista, que  apenas pueden quitarse el hambre propia como para alimentar a los demás, pero ahí están los egoístas países del norte europeo, los que presumen de mayor renta per cápita y superior nivel de vida, que practican la estrategia del avestruz,  o los dirigentes de este conjunto disjunto de intereses y egoísmos que es la UE. Y qué decir de nosotros mismos, de los españoles. ¿Acaso hemos olvidado que fuimos un pueblo de emigrantes a finales  del S. XIX, pueblo de refugiados en los  años cuarenta del  S. XX y de nuevo emigrantes en los años sesenta del mismo siglo?


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