EL PP BUSCA
JÓVENES
Mientras la izquierda siguiendo su secular tradición se
descompone en grupúsculos donde lo importante es dominar a propios y ajenos, en
la derecha recrean el “Far West” y el patrón manda a sus vaqueros a reunir el
ganado, disperso desde las últimas tormentas electorales.
Dice Mariano Rajoy que hay que recuperar el voto joven que ha
huido a Ciudadanos, a la izquierda o ha
caído en el pasotismo. Para ello convoca la Conferencia Política con la que
pretende aclarar asuntos ideológicos y convencer a los jóvenes de que el camino
es el del centro-derecha liberal, lejos de la radicalización de la izquierda y
de la indefinición de Ciudadanos. Piensa
Rajoy, en un alarde de optimismo, que es hasta posible recuperar votos del 15 M.
La imagen del PP es la de un Partido viejo y de viejos, un
Partido de acomodados y comodones, de
poltronas y corruptos, de un aparato hermético en donde es muy difícil hacerse
un hueco. El PP está dominado por una
oligarquía gerontocrática, no por lo viejos que son sino por lo que parecen ser.
Las NN.GG. no son sino una comparsa que adorna los flancos de los escenarios
donde la oligarquía imparte dosis de ranciedad y podredumbre.
La juventud del PP huye a la izquierda porque la izquierda tiene al menos un mensaje,
demagógico en extremo, pero un mensaje. Huye a Ciudadanos porque, sin reparar
en la ambigüedad de la formación naranja,
allí encuentra sabia nueva, gente que dice cosas más próximas, gente que
está en la calle no en las poltronas o en los negocios. El PP para los jóvenes
es “el Partido de sus padres”, al que respetan pero del que huyen, porque el PP
no ha sabido hacer el cambio generacional, ni en las personas ni en la doctrina.
Nunca es tarde si la dicha es buena, dice el refrán, y parece
ser que al final Rajoy se ha dado cuenta de lo antiguo que parece y como él su
organización; por eso se ha lanzado a escenificar un cambio, más mediático que
efectivo, con el fin de recuperar lo que ya parece irrecuperable. Cierto es que
aparecen en el escenario personas más jóvenes que intentan a duras penas
transformar el mensaje y cambiar la imagen pero habrá que esperar a los
discursos para ver el verdadero fondo del anunciado cambio. Cambian el logotipo
por enésima vez y presentan unas siglas, esta vez verticales, coronadas por un
ave marítima sin determinar y encerradas en un círculo, es decir en sí mismos.
Es el símbolo que predomina en el subconsciente de la oligarquía dominante. En vez
de un círculo abierto hacia un lado, arriba o abajo para no levantar sospechas,
la mentalmente vieja clase dirigente o sus avezados pupilos han optado por el
círculo cerrado que representa la fuerza centrípeta, el centro donde todo
confluye pero nada escapa, el símbolo de la izquierda totalitaria, el de Podemos. Al menos el círculo de UCD tenía
dos colores, símbolo de pluralidad.
El PP debe rescatar para sus jóvenes los valores de la
derecha liberal frente a la izquierda totalitaria. La democracia en su más pura
esencia frente a la democracia
demagógica con la que la izquierda se llena la boca pero luego no practica. El
PP debe pregonar y convencer que la izquierda no es la reserva espiritual de
nada, ni es fuente de moralidad ni de ética
sino demagogia que utiliza la
desgracia ajena en beneficio propio. Debe hacer ver a sus jóvenes que el
mensaje de la izquierda es el de llegar a la igualdad haciendo tabla rasa y
obviando las cualidades y sacrificios individuales que hacen que el mundo
evolucione a mejores cuotas de prosperidad. El PP tiene que guiar a sus jóvenes
a conquistar la calle, a no acoquinarse ante las manifestaciones de ruido y
color de la izquierda, a salir a exponer sus razones para que la gente vea que
en el PP hay vida, mensaje y arrojo. La parsimonia de Rajoy es mortal, la
juventud quiere movimiento, quiere futuro, quiere trabajo, quiere fiesta, no
quiere inmovilismo y aburrimiento que es lo único que Rajoy trasmite.
La cúpula dirigente del PP debe perder el miedo al cambio generacional y tiene que buscar
líderes jóvenes con presencia en la calle, en los barrios, en las asociaciones;
líderes que arrastren, que sepan exponer su visión de los problemas de este
mundo, comunes a todos, y convencer a la sociedad de que sus soluciones son las
más idóneas. No deben permitir que la izquierda se apropie de asociaciones, de
movimientos ciudadanos, de los foros de
opinión. Hay que mover a los jóvenes dándoles actividad, medios y futuro; que
tengan muy claro por qué luchan y para que lo hacen y que tengan la ilusión de
que llegado el momento de asumir generacionalmente las responsabilidades
propias del mundo laboral, puedan hacerlo también de las del mundo de la
política.
Este fin de semana puede servir para mucho o para nada. El
lunes hablaremos de ello.
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