EL PSOE Y LA
OTRA IZQUIERDA
A veces cuando escribo se malentiende lo que quiero decir, no
por culpa de quién lo lee sino por deficiencias mías al expresarlo. Tal es el
caso de cuando comento algo de la izquierda y quiero por ello aclarar el por
qué no meto a todos en el mismo saco.
Desde que Felipe González cambió el rumbo del PSOE del
marxismo a la socialdemocracia, el PSOE se convirtió en un Partido de
centro-izquierda, bien diferenciado del resto de la izquierda dispersa en grupos,
a veces antagónicos y con solo una consigna común, la lucha.
PCE, PCPE, PT, ORT y hasta 41 Partidos de izquierda y extrema
izquierda ocupan esa parcela del pensamiento marxista; 74 si incluimos
movimientos, partidos o agrupaciones de carácter local o regional. Es la
izquierda que Pablo Iglesias pretende meter debajo del ala de Podemos, para
agrupar y para constituirse en el líder
de la unificación.
El PSOE de Felipe González gozó del sello de marca de
izquierda moderada, socialdemócrata y de gobierno. Hizo grandes cosas en este País
porque era necesario hacerlas, aún a costa de popularidad y de votos, muestra
de ello es que los Sindicatos le montaros dos huelgas generales de las de
verdad, porque entonces había sindicalistas de prestigio como Marcelino Camacho
y Nicolás Redondo.
El PSOE de Zapatero tiró por tierra todo lo conseguido hasta
el momento. Zapatero llegó a la cumbre, en el Partido y en el Gobierno por
casualidad, o por discutibles méritos propios. Desde el primer día le vino
grande el Partido y posteriormente el Estado. Despreció aquello que les hizo grandes,
la socialdemocracia, se embarcó en
empresas antiguas ya olvidadas y antepuso el Estado del odio al Estado de la
convivencia de su antecesor González. El resultado salta a la vista.
Rubalcaba no hizo sino
empeorar la situación y llevó al PSOE a mínimos históricos. Pedro Sánchez es
más Zapatero que Felipe y si continúa echándose en manos de la extrema
izquierda de y en torno a Podemos, las posibilidades de que el PSOE siga siendo
un Partido de gobierno disminuyen notablemente. El error de Sánchez puede ser capital. Hereda un
Partido centrado, de gobierno, el partido del centro izquierda socialdemócrata;
tiene tras él una izquierda anclada en el pasado, marxista y totalitaria pero
con un movimiento aglutinador que podría convertirla en opción si no de
gobierno al menos sí de decisión. Pedro Sánchez en lugar de consolidar la posición
del PSOE en su entorno natural se lanza al flirteo con unos y otros solo por
conseguir algunas cuotas más de gobierno local o regional que le justifiquen a
él ante los suyos. El abrazo del oso que le ha dado Pablo Iglesias puede
costarle un disgusto a él, a su Partido y al País si cae en manos de los Syrizas
españoles.
En resumen y para dejar clara cual es mi idea de la izquierda
cuando me refiero a ella, voy a reducir el espectro político a cuatro grupos
exclusivamente, el centro-derecha del PP, el centro-izquierda del PSOE, la
extrema izquierda y los nacionalistas. Cuando critico el radicalismo, el
oportunismo, la demagogia, la tomadura de pelo y el cinismo de la izquierda no
me estoy refiriendo al PSOE y si alguna vez lo incluyo lo hago visible.
La
extrema izquierda que emerge con cierta lógica tras los movimientos de
indignados por la crisis y por la corrupción política es la que debe
preocuparnos si su ascenso continúa y aquí es donde la izquierda moderada del
PSOE debe servir de freno, porque aun a pesar de la corruptela generalizada y del trinque institucional establecido como
norma, España ha gozado, gracias a los Gobiernos de centro-izquierda y
centro-derecha, de cuatro décadas de estabilidad política que ha permitido
altas cotas de bienestar.
Dejar España en manos del populismo totalitario de
Podemos y del resto del apolillado y trasnochado comunismo, sería
responsabilidad de todos pero en especial de quienes dirigen los destinos del
PSOE, si con su irresponsabilidad
convierten a un Partido de gobierno en una formación arrasada y desangrada.
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