GRECIA, QUE SE MOJE EE.UU.
No hace mucho apuntaba yo en este blog que el problema
de Grecia no es tanto económico, que lo es y grave, sino político-estratégico.
Decía también que en la solución del problema griego chocan los intereses
económicos y de supervivencia de la UE con los intereses puramente estratégicos
de EE.UU. y la OTAN.
Grecia es un país veterano dentro de la OTAN y su
situación era estratégica en tiempos de la guerra fría y lo sigue siendo en
estos momentos del naciente imperialismo ruso encabezado por Putin. El grave
error de la UE fue aceptar a Grecia como socio sin haber averiguado que era un
Estado con una organización social primitiva para los tiempos que corren, con
una gran influencia del modelo económico y cultural turco al que estuvo sometida muchos años.
En la Grecia actual apenas existe la Hacienda Pública
tal y como nosotros la conocemos. Apenas se recaudan impuestos, la corrupción
alcanza límites insospechados, la economía sumergida equivale al 30% del PIB, los
funcionarios tienen sueldos desorbitados, los pensionistas siguen cobrando
después de muertos, los gastos de defensa por su eterna disputa sobre Chipre
son exagerados y ruinosos. Grecia ha utilizado los fondos europeos no para
construir infraestructuras, carreteras, autopistas, aeropuertos, modernizar la
industria y la agricultura, recuperar su patrimonio histórico y fomentar el
turismo etc.; nada de eso; el dinero ha ido a parar a políticos, funcionarios,
empresarios y corruptos en general.
Lagarde, Draghi y Juncker, los otros tres de la partida |
Pero no solo han dilapidado las ayudas a fondo perdido
de la UE sino todo el dinero prestado por los organismos internacionales, BCE y
FMI, en total unos 240.000 millones de Euros, de los cuales 26.000 millones
fueron prestados por el Gobierno de Zapatero, dinero generado con el sudor de
los españoles y que va a ser muy difícil recuperar. El Gobierno del socialista
Papandreou engañó a la UE con los datos del déficit público, que era el doble
del que informaron y el PIB baja año tras año desde el comienzo de la crisis y
la deuda pública alcanza ya el 177% del PIB, con una mayoría contraída con
acreedores internacionales. Deberíamos enviar a Montoro en comisión de servicio a Grecia un par de años, al menos para que saque para cobrar lo nuestro.
Grecia es un pozo sin fondo y las pocas reformas
iniciadas por el Gobiernbo conservador de
Samaras se quedaron en nada con la llegada de la extrema izquierda
encabezada por Tsipras. Su órdago a la UE rematado con el referéndum del pasado domingo pone a la UE en el riesgo
de que si cede habrá sentado un precedente para que otros países les sigan y si
no cede supondrá la salida de Grecia de
la moneda única con las graves consecuencias que esto puede acarrear.
Tsipras, el insolente que ha echado el órdago |
Y EE.UU ¿Qué pinta en todo esto?. La postura americana
es la de defender sus intereses estratégicos en el Mediterráneo oriental y para
ello Grecia es punto capital. La caída de Grecia en manos de Putin significa
que a cambio de la ayuda económica habrá otras contraprestaciones y Grecia
podría caer en la órbita militar rusa y salir de la OTAN. Para la UE también es
un riesgo a contemplar pero de momento ellos
son los que pagan. Si en EE.UU. tienen tanto empeño en que esto no
suceda deberán empezar por aflojarse el bolsillo y ayudar a los países de la UE
que más fondos han comprometido o bien hacerlo a y través del FMI. No sé hasta
qué punto estaría permitida la injerencia de EE.UU. en los asuntos internos de
la UE pero lo cierto es que si tanto les preocupa el desenlace de la crisis
griega, deben poner remedio con hechos, no con presiones ni palabras. “Hechos
son amores y no buenas razones”.
Lo ideal sería que la UE diera con la solución del
problema sin la ayuda del Tío Sam pero hay demasiada descomposición y
demasiados intereses particulares dentro de ella. Los enemigos internos, a
saber el Reino Unido y las nacientes formaciones políticas de extrema derecha y
extrema izquierda, están expectantes ante lo que pueda pasar para obtener
réditos en su favor. Las palabras del emergente Pablo Iglesias y las del exánime
Cayo Lara no dejan lugar a dudas. El neosocialismo insípido de Sánchez nada
entre dos aguas. Mientras tanto, Tsipras ha echado órdago a la grande y su
mayor carta es una sota, pero es un órdago y hay que aceptarlo y ganar.
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