lunes, 6 de julio de 2015

PAGE, POR FIN REY DE TOLEDO




PAGE, POR FIN REY DE TOLEDO

Sabíamos que podía llegar pero no creíamos que tan pronto. El monaguillo de Bono ha llegado aunque por accidente a la primera meta  y aguardará paciente la caída de Pedro Sánchez para conquistar la segunda, porque entre otras carencias, el delfín solo conoce el oficio de la política que aprendió de su protector desde temprana edad.

Podemos, tanto criticar a la casta y al final bastó una cena con Iglesias
García-Page es el político profesional que nuestra democracia debe evitar. Un puro ejemplar de la casta que Podemos decía aborrecer y al que ahora ha permitido gobernar tan solo haciéndole firmar un panfleto de mínimos. Cosas de Podemos, que poco a poco nos van enseñando el plumero. El monaguillo de Bono  ya hizo sus estudios siendo concejal de Toledo y las malas lenguas murmuran sobre si la licenciatura  fue un regalo institucional. Desde los dieciocho años está subido al coche oficial y sentado en la poltrona. Nunca ha trabajado en un oficio digno. (La política como oficio es una perversión y una infamia) No conoce al pueblo si no es por la foto que le muestran sus aduladores. Su visión de la gente  es desde la ventanilla del coche oficial, saludando a los niños que ondean las banderitas regionales o desde el balcón bajo el que le han congregado a la militancia y a los abuelos del hogar del pensionista. De García-Page no se sabe si es capaz de hacer o no algo productivo porque nunca lo hizo. Toda su trayectoria personal se ha basado en  medrar y trepar para llegar al poder. Ya lo tiene; ya ha tomado la alternativa, ha elegido su cuadrilla y empieza a torear, veremos ahora si es capaz de hacerlo y a la vez sacudirse el yugo de Podemos y las confesiones con Bono, sus dos apoderados. 

!Olé mi nene!
 Sabíamos que podía llegar pero confiábamos en que Cospedal iba a saber mantener su reino. No ha sido así. Su indumentaria monjil y su mirada fría y distante no han calado entre los manchegos. Su gobierno ha sido como el de aquellas familias clásicas de la burguesía, en las que el padre autoritario administra con acierto la hacienda pero reparte poco  cariño entre  la cónyuge y la prole.

Ya lo decía el Evangelio de San Mateo (Mateo 6:24 “…Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro…”). Lo de servir en Madrid y en Toledo le ha acarreado  la pérdida de ambos, el segundo ya perdido y el primero de aquí a poco salvo que un milagro lo remedie.

He aquí mi producto, dirá Bono
Cospedal no quiso dejar en manos de nadie su responsabilidad en el Partido. Cierto es que  fue una época turbulenta en la que estuvo sola ante el peligro del affaire Bárcenas y de la siega bajo los pies que le hacían a diario  desde Moncloa, por eso no confió en nadie, cosa que si hizo en mala hora en Castilla La Mancha, donde no supo controlar a una Administración creada por los socialistas, con unos cuerpos superiores llenos de estómagos agradecidos, llegados al cargo tras dudosas oposiciones. 

Delegó en Consejeros que no supieron conectar con el pueblo. Posiblemente hicieran bien las cuentas pero no supieron venderlas a los electores, que diariamente eran intoxicados por informaciones torticeras cocinadas en los mismos despachos de la Administración que ellos nunca controlaron. Quiso poner a trabajar a dos colectivos privilegiados, los de sanidad y educación pero sus Consejeros Echániz y Marín no lo consiguieron, aunque la gestión de este último haya sido premiada con la Subsecretaría del Ministerio. Por último, y no me canso de repetirlo, delegó su poder en validos provinciales de una mediocridad vergonzosa, véase si no lo que piensan del valido Antonio Serrano los miembros del PP albaceteño que no le deben favores.

Esa cara se nos quedó a muchos. Por su culpa.
 Sabíamos que podía llegar y llegó y no por méritos propios del candidato socialista. Llegó por culpa de la mala gestión política de Cospedal y su equipo. La responsabilidad de Cospedal es doble en este caso, primero, porque ha dado lugar a que un mindundi de la política, que no le llega a la altura de los talones, le haya arrebatado el puesto; segundo, porque hemos perdido cuatro años y todo lo que Cospedal ha hecho y pensaba hacer va a ser destruido y olvidado; nada por bueno que sea tendrá continuidad. Se trataba de echar al PP y a la gran odiada Cospedal y lo han conseguido, aunque y lamentablemente ella y el PP no se lo pusieron demasiado difícil.


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