EL LUNES DE RESACA
Así se conoce en Sevilla al lunes
siguiente a la Feria, que además se considera festivo para facilitar a muchos
sevillanos recuperarse de una semana en la que muchos se ponen ciegos de “fino” y otros muchos ciegos de
envidia.
La feria de Sevilla es la feria
de las vanidades, no hay político, sindicalista, famoso o pedorrilla que no
hagan su desfile por las casetas o se dejen ver en la barrera de la Maestranza.
Pero la feria de Sevilla no es la feria de todos los sevillanos; solo de unos
pocos miles que pueden permitirse ser socios de una caseta y aguantar una
semana con resultado final de úlcera de bolsillo. Recuerdo en mi paso por
tierras sevillanas en la feria de 1986, cómo la gente acudía a las entidades
bancarias a solicitar el singular y sorprendente “préstamo feria”, que en mi
entidad era de cuantía fija de 50.000 Pesetas a devolver en doce meses y que,
ante mi asombro, concedí una veintena de ellos.
En la feria, si no tienes caseta no eres nadie
y si no tienes amigos que a su vez la tengan tampoco eres nadie. Y para los que
no son nadie, es decir sevillanos sin posibles y turistas de mochila, ya se
encargan el Ayuntamiento, Partidos y Sindicatos de montar carpas gigantes para
acoger a la plebe y la plebe se conforma y lo disfruta, porque a diferencia de
otras plebes, la andaluza adora a los poderosos, ya sean políticos o
terratenientes, y disfruta comiendo tocino y viendo como los otros comen jamón.
Salvo los irredentos de Gordillo que celebrarán la feria en los Mercadonas, el
resto de la plebe llena a rebosar las
casetas con siglas y aplaude a ritmo de sevillana al político y sindicalista de
turno que hace la visita de rigor para hacerse la foto con el más desharrapado
para luego seguir camino a las casetas de élite que es donde sienta sus reales.
En fin, la feria es así. No
entiendo cómo en algunas cadenas televisivas se han pasado la semana dando caña
a determinadas Instituciones por el derroche en la instalación de sus casetas.
Cierto es que Andalucía no está para juergas, pero, ¿Qué sería de Andalucía sin
juergas?. Los ciudadanos de a pie o los
visitantes no tienen otra alternativa que la de acudir a ellas si quieren
degustar un “fino” y unas gambas y lo que en todo caso pudiera llamar a
escándalo es el derroche exagerado en tiempo de vacas flacas, claro que, ¿qué les
supone este desembolso ocasional en
relación con lo habitualmente embolsado?, una minucia.
La resaca nacional de una
borrachera de odio, de incomprensión y de intransigencia no es cosa de un lunes
como la de la feria sevillana. Desgraciadamente se está convirtiendo en crónica
y ya es raro el día en que no asistimos a una muerte por problemas de
convivencia en pareja o como la de ayer
por venganza a saber de qué. Hemos perdido el norte. Aquí ya todo vale y no hay
quien le ponga remedio, ni Gobierno ni Oposición ni Judicatura ni Parlamento;
hasta se permite que personajes repugnantes como Pablo Iglesias, el de
“podemos”, compare el asesinato de ayer con cualquier suicidio por desahucio y
anime con su gesto a la venganza por cualquier ofensa proferida sobre todo
por la derecha. El odio y la cobardía
que circula por las redes sociales amparados en el anonimato son para echarse a
temblar. Creímos tanto en la libertad y nos asustó tanto ponerle coto que hemos
creado una sociedad de salvajes.
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