domingo, 22 de julio de 2012

SANIDAD castellano-MANCHEGA


VESTÍBULO DEL HOSPITAL DE VILLARROBLEDO

MANIFESTACIÓN EN EL HOSPITAL DE MANZANARES

Hubo una vez que pensábamos que éramos ricos. Creíamos haber hecho el milagro de la transición política y nos llenábamos la boca de decir que éramos la décima potencia mundial. Corría el dinero, no en fajos sino a espuertas. Los paletos del ladrillo, con vaqueros raídos y chupa de cuero sin poder abrochar por la barriga, camisa desabotonada luciendo cadena de oro, “peluco” de igual metal y BMW en la puerta, vendían milongas de pisos de papel a precio de diamantes. Los Concejales de obras se forraban con las recalificaciones y licencias. Era la época del trinque sin más, la del saco lleno donde todo entraba y todo salía, sin más límite que la cabida de la mano. ¡Qué tiempos aquellos!, cuando los móviles se llamaban “ladrillos” por su tamaño y alguien estrenaba el AVE a Sevilla hablando todo el camino con un teléfono de plástico sacado de un expositor de Amena. Cuando íbamos por la cara a hacernos la vasectomía (la capazón, dicen en mi pueblo), ponernos tetas de plexiglás, morros de puta vieja o dejar de ser macho para ser hembra y viceversa. Cuando buscábamos una aspirina en el cajón de la abuela y encontrábamos desde crema facial hasta laxantes o un consolador de propaganda que le regalaron en un viaje del Imserso. Esta era la España “Grande” y “Libre”, que lo de “Una” ya se había quedado en el camino.

Don Genaro, el médico de cabecera del pueblo se convirtió en el Doctor Martínez del Centro de Salud y Mariano, el practicante, siguió siendo Mariano pero “el ATS”. En mi pueblo, que no veíamos una ambulancia nada más que cuando traían a alguien en las últimas, crecieron éstas como setas y hasta había dos mujeres para dar los números, por la mañana y por la tarde y tres más para la limpieza. El viernes a medio día, Don Genaro y Mariano desaparecían del pueblo dejando en su puesto a unos que venían de fuera y que la gente les llamaba “Los Periguayos”. Decían de ellos que eran tan atentos que al menor tropiezo te enviaban en una ambulancia a urgencias del hospital más próximo, no como Don Genaro que apuraba hasta el último momento y cuentan que se le murió uno en el camino. Además, comentaba una abuela que el sábado era el mejor día porque el “médico nuevo” le hacía las recetas de su Pepe y su Emilia sin preguntarle.

En el pueblo de al lado, un alcalde del partido, que llevaba gobernando tres legislaturas, había prometido en su campaña un hospital para la comarca. Los prebostes del partido no podían negar al edil tal pretensión en pago de las atenciones recibidas, “patas negras”, cacerías, orgías y otras insignificancias, así que tomaron la decisión de construirle un gran hospital que no envidiaría al de la capital. Dicho y hecho. Al fin y al cabo, se decían, un país que es décima potencia mundial tiene que tener una asistencia médica de categoría y fijaos si la tenemos que ¡ojo al dato!, hasta los ingleses, alemanes, portugueses y árabes vienen a operarse en España.

El caso es que, comentaban, si se lo damos a éste, hay otros pueblos en las mismas condiciones y … Si a éste sí, comenta uno, a éste también y a éste y a éste otro aunque no sean del partido, por el qué dirán. Si, coño, a todos. Ningún pueblo de nuestra comunidad estará a más de cincuenta km. de un hospital. Castilla la Mancha es al progreso como el pez al agua. ¿Quién hablaba de problemas de financiación?. No hay tales. La aportación de la UE, el gobierno central y una operación crediticia a largo plazo de nuestra caja regional lo cubrirán todo. Además, se retrasa la construcción y las reformas de los centros de salud que teníamos previstas y la gente no dirá ni pio si sabemos vender bien la cercanía de los hospitales.

Y así, con argumentos parecidos a estos se fue formando el mapa sanitario de Castilla la Mancha con un esquema que trascendía las provincias y creaba un aparato burocrático, muy al estilo socialista, de cargos, vicecargos, carguillos, asesores, comisarios, machacas y el del botijo; este último imprescindible en cualquier estructura sociata. Se crearon ocho “Áreas de Salud” en Albacete, Cuenca, Guadalajara, Ciudad Real, Alcázar de San Juan, Puertollano, Toledo y Talavera de la Reina, que a su vez subdividieron en treinta y seis “Distritos de Salud”, de los que dependen los Centros de Salud, Centros de Atención Primaria, consultorios, etc.

Proliferaron los hospitales construidos con criterios estrictamente políticos y en contra de la opinión de los profesionales del sector. Albacete, Hellín, Almansa, Villarrobledo, Ciudad Real, Puertollano, Valdepeñas, Alcázar, Manzanares, Tomelloso, Toledo, Talavera, Cuenca y Guadalajara, de forma que, por ejemplo, el Área de Toledo con 469.000 habitantes tiene un hospital mientras la de Alcázar con 261.000 habitantes cuenta con tres. Por provincias, el origen de los dos presidentes castellano-manchegos se hace notar: Ciudad Real 6 hospitales, Albacete 4, Toledo 2, Cuenca 1 y Guadalajara 1. Por superficie, Cuenca con 15.000 Km. cuadrados de terreno difícil tiene un hospital y Alcázar con 6.000 Km. cuadrados de pura Mancha tiene tres. Por distancias ya es de risa, Ciudad Real de Puertollano 40 km. Tomelloso de Alcázar 33 Km., de Manzanares 39 Km. y de Villarrobledo 45 Km.; Manzanares de Valdepeñas 30 km. y de Alcázar 48 km. ¿Qué les parece la herencia del tándem “Bo & Ba”?. De cine, ¿verdad’

Todo esto era cuando la crisis no existía y cuando aún existiendo se negaba. La crisis por fin llegó y la próxima entrega servirá de repaso de lo que ocurrió después, es alucinante.
           El Pueblo de Albacete, Domingo 22 de Julio de 2012


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