¿Qué pasa con los 65?
Ayer, a raíz de haber sorprendido a un hombre de 82 años circulando
en sentido contrario en una autovía, una cadena nacional de televisión
ocupó parte de su tiempo en cuestionar si las revisiones para renovar el
permiso de conducir son exhaustivas o por el contrario son
superficiales; si se debía permitir conducir a cierta edad, si la
estadística realizada por el colectivo tal o cual dice que a partir de
talo cual edad hay no sé cuánto más riesgo, etc. etc. A continuación
ofrece la opinión de un representante de las compañías de seguros que
desmiente todo lo anterior y asegura que los accidentes de las personas
mayores al volante son menos de la cuarta parte del total.
Hoy en esta cadena dedican un buen espacio de tiempo para hablar de
lo mismo y como ayer, estadísticas de dudosa elaboración y mínimo rigor
científico encargadas por determinadas asociaciones y colectivos.
Es lógica la preocupación que pueda existir en la sociedad por el
comportamiento de las personas al llegar a cierta edad. La aptitud
física disminuye con el paso del tiempo, la vista y el oído se
resientes, los reflejos menguan. A consecuencia de ello es igualmente
lógico que existan unos controles que determinen cuando una persona está
en condiciones de mantener el permiso de conducir o el de caza y que
en las familias exista la preocupación de cuándo deben decidir que el
padre o el abuelo dejen el coche encerrado.
Todo esto es normal si ayer no hubiera aparecido una edad en
concreto, los 65 años, edad que hoy se repite incansablemente en esta
cadena como si ésta fuera el principio de todos los males que en la
carretera ocurren. Se han oído auténticas barbaridades, hasta la de no
permitir conducir a partir de esa edad. ¿Por qué a los 65?, ¿solo porque
es la edad normal de jubilación? ¿ y por qué no a los 58 o a los 70?,
¿acaso hay una estadística científicamente fiable que diga que a partir
de los 65 existe un alto riesgo al volante?. La edad es determinante en
las personas pero no excluyente por sí misma. Hay personas que se
mantienen en plenas condiciones a los setenta y otras que a los
cincuenta están acusando profundo desgaste.
Ahora que se prolonga la jubilación a los 67 años vienen algunos
enterados a decirnos que a los 65 ya no valemos para nada. Seguramente
son los mismos listos que sí se fían de la capacidad de los abuelos para
llevar los niños al colegio, hacer la compra, dejarles la comida hecha
y permitirles de cuando en cuando un pellizco a sus ahorros.
Desde hace tiempo hay una campaña orquestada en el mundo laboral por
la que se considera la edad determinante para contratar, ejercer puestos
de responsabilidad, prejubilar, etc., en definitiva, prescindir de las
personas que llegan a cierta edad independientemente de la profesión y
el nivel o categoría que tuvieran en ella. Estamos viviendo en una
sociedad que no valora los conocimientos ni la experiencia, una sociedad
de trepas egoístas que no son capaces de entender que todo ese mundo
tecnológico en el que se desenvuelven no lo han inventado ellos sino sus
abuelos y sus padres.
En fin, seguiremos pasando las revisiones psicotécnicas, que espero
sean completas y se apliquen con rectitud e imparcialidad y dejemos de
darles ideas, que ya de por sí y tratándose de limitaciones los
Gobiernos son insaciables, como para echarles una mano.
(Publicado 28/09/2016 en Visión 6 TV)
No hay comentarios:
Publicar un comentario