Panorámica nocturna del Recinto Ferial |
COSAS DE LA FERIA: LAS CASETAS DE LA CUERDA
La Feria moderna en la Cuerda comenzó cuando el Ayuntamiento marcó
los espacios a ocupar por las Peñas, algunas de las cuales tenían su
sede dentro del recinto. Se normalizó el tipo y tamaño de las casetas y
se les impuso un canon para su funcionamiento por el que, entre otras
cosas, debían permitir la entrada a las mismas a socios y no socios, sin
distinción. Se les facilitó el acceso a la energía eléctrica y al
alcantarillado. Al principio fueron unas pocas Peñas las que se
instalaron en la Cuerda. Como socio fundador que fui de la Peña El
Sarmiento recuerdo que éramos apenas una decena las que al principio se
instalaron, La Besana, La Espila, Enemigos del Agua, Magisterio, Harka
Manchega, Amigos del Caballo, El Sarmiento, Ferroviarios, Los Cabales;
no recuerdo en qué orden y seguramente he olvidado algunas.
En un principio y en plena euforia peñista, se desarrollaba una
intensa actividad en todas, campeonatos, concursos, actividades para
niños etc. etc. Funcionaban bien el bar y la cocina y poco a poco fueron
haciendo abuso de la privacidad contradiciendo la norma municipal – una
de ellas siempre tuvo la puerta cerrada al público- y comenzaron a
cerrarlas a la gente con la excusa del aforo permitido y de que había
actuaciones pagadas exclusivamente por los socios.
Así era La Cuerda en 2004 |
Al paso de los años, la euforia fue cayendo, los socios disminuían,
los costes se elevaban y los subastadores de bar y cocina pretendían
hacer de la Feria el “Agosto”. Esto dio lugar a que muchas de las Peñas
prácticamente en quiebra optaran por alquilar de alguna forma la caseta a
bares de copas y restaurantes de la ciudad, trasladados por esos días a
la feria. Así las Casetas se convirtieron en discotecas, zonas de copas
y restaurantes, con la única referencia a su origen en un mínimo
letrero en la portada. El espíritu con que nació la Cuerda moderna, que
pretendía tener un parecido con las ferias andaluzas en las que la
caseta es el núcleo fundamental de la fiesta, había desaparecido
convirtiéndose en otra cosa diferente cuya deriva no comparto y además
exijo como ciudadano que se respete el fin con el que se crearon y a
quienes lo hayan convertido en negocio aplicarles la tasa que
corresponde a negocios y no a Peñas benéficas o sin ánimo de lucro.
La intención del Ayuntamiento de valorar las actividades de estas
peñas a lo largo del año me parece interesante aunque el seguimiento de
las memorias anuales sea difícil de comprobar. No obstante, aquellas
Peñas que tienen actividades a lo largo del año generan facturas,
utilizan ocasionalmente instalaciones municipales y tienen cobertura
mediática. Bastaría sin embargo darse una vuelta por la Cuerda y de
inmediato se aprecia lo que es una caseta de Peña y una de negocio
camuflada. Que lo hagan o no dependen de muchas cosas pero sobre todo
del amiguismo y el clientelismo político. Lo cierto y verdad es que
parte de la Cuerda se ha convertido en una zona de botellón “legal”, que
ocupa la vía pública, invade el ambiente de ruido que perjudica la
actividad de casetas vecinas y genera tanta o más suciedad que la del
botellón de la Plaza de Toros. Ya lo critiqué en alguna ocasión; la
“zona” como estas casetas de feria invaden el espacio público y deben
ser reguladas con más firmeza. De nada vale saltarse la normativa del
botellón durante cinco días cuando se está permitiendo el botellón
“legal” toda la feria.
Poco a poco las marcas, discotecas y restaurantes se adueñan de La Cuerda |
Y a otra cosa mariposa, Ya va más de un millón de personas los que
hemos pasado por la Feria. Es impresionante conocer los puntos de origen
de los visitantes. Lo que tradicionalmente se limitaba a poco más o
menos los cien kilómetros a la redonda ahora se extiende a cientos. El
recinto ferial se queda chico en los fines de semana, por cierto que no
sé si la autoridad tiene previsto su desalojo en caso de grave
necesidad, pero los pasillos que comunican los redondeles aparte de ser
estrechos están ocupados por puestos de chorizos y morcillas que forman
un tapón permanente.
La Feria de Albacete se recrece cada año, algo sucia y algo cara,
como todas, pero una gran Feria que no tiene parangón con ninguna otra
de la Región y de media España. Es la Feria de Albacete y de toda la
comarca. Yo recuerdo en mi niñez cuando, viviendo en las casas de
Gabriel Villalba al principio de la carretera de Barrax, mi abuelo me
compró un caballo de cartón que me llegaba por encima de la cintura,
aquello sí que era un caballo. Pasado el tiempo, recuerdo en mi juventud
que desde mi pueblo, Sisante, salían uno o dos autocares diarios por la
mañana y con vuelta de madrugada. La Feria de Albacete era para
nosotros tan nuestra como la que daba comienzo el en pueblo el día 13.
La Feria de Albacete ha conseguido ser la Feria de todos; ahí está su
mérito.
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