EL FUTBOL COMO PANTALLA
Más de diez mil energúmenos
conforman el espectro nacional de los ultras futboleros, grupos marginales y
violentos, politizados o no y con experiencia delictiva. Utilizan el futbol
como pantalla porque es un deporte en el que los nervios están a flor de piel y
la violencia al menos la verbal está a la orden del día, desde los encuentros
de regional hasta los de la competición europea. Celtarras, Herri Norte Taldea,
Brigadas Blanquiazules, Boixos Nois, Ultra Sur, Frente Atlético, Yomus, Biris
Norte, Bukaneros, Alkor Hooligans, Riazor Blues, Peña Mujika entre los más
activos y que ya arrastran una docena de muertos en veinte años.
Grupos de extrema derecha,
extrema izquierda, abertzales y nacionalistas, organizados todos en torno a una
ideología política que propagan en un medio al que acceden sin problema,
camuflados bajo la bandera deportiva. Los campos de futbol son el altavoz de
estas minorías marginales y antisistemas, especialistas en la lucha callejera,
entre ellos mismos y contra todo orden establecido.
Lo peor de todo esto es que estos
grupos han sido utilizados, mantenidos y defendidos por algunas directivas de
los clubes de fútbol, que los han utilizado en beneficio propio para acceder al
poder y para mantener el ambiente de amedrentamiento del contrario, en el
terreno de juego y en la grada. Ahora, al cabo de los años alguien con sensatez
los ha empezado a alejar de los campos, Real Madrid y Barcelona CF, pero hay quién los sigue aupando y
protegiendo. Los gerifaltes multimillonarios de la Liga profesional y de la
Federación miran para otro lado, véase si no la ausencia de Ángel Mª. Villar en
la reunión que ha mantenido hoy en Madrid la Comisión Nacional contra la Violencia
en el Deporte, para estudiar si procede tomar alguna medida y cómo obligar a
los clubes a controlar a su gente.
Y lo peor de lo peor es que estos
grupos de criminales en potencia están organizados y hoy se matan entre ellos
pero si mañana encuentran un mínimo
punto en común saldrán a la calle como estamos acostumbrados a ver en
Burgos, Barcelona o Madrid, a intentar derribar el sistema con las hasta ahora
manifiestas bendiciones de la izquierda española sin exclusión.
Las autoridades del Estado deben
adoptar medidas para criminalizar la actividad de estos grupos y mantenerlos
aislados y controlados. A las autoridades deportivas les corresponde poner
orden en sus respectivas casas y expulsarlos de los campos de fútbol, porque
privados de su proyección mediática y controlados policialmente al menos les
resultará más difícil ejercer su actividad. Las revueltas callejeras de estos
delincuentes calan pronto en colectivos desfavorecidos y de temprana edad,
azuzados y controlados por los movimientos de extrema izquierda, que aunque
ahora se revistan de partidos políticos me traen a la memoria el refrán de que “aunque
la mona se vista de seda…”
Ah, y mañana ya saldrán los “PIUdemos”
y hasta “Pedro I el Guapo” pidiendo comparecencias y dimisiones porque según ya
van diciendo, debería haber habido un ejército de policías a la entrada de Madrid
inspeccionando todos los autobuses procedentes de Finisterre y unas cuantas
dotaciones de bomberos patrullando a nado el Manzanares. A alguno ya le ha
pegado un repaso la Delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, en una
tertulia televisiva.
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