domingo, 14 de diciembre de 2014

PEDRO SÁNCHEZ Y LA CONSTITUCIÓN



Pedro Sánchez, la foto es lo que importa
LA REFORMA CONSTITUCIONAL DE SÁNCHEZ



Mariano Rajoy ha reunido hoy en La Granja de San Ildefonso a toda la cúpula del PP para hacer un acto de público acatamiento y homenaje a la Constitución de 1978. De su discurso se entresacan algunas frases que dan para  titulares de prensa: “ Hay quienes creen que la Carta Magna es un «juguete» y solo proponen «frivolidades y ocurrencias»; “Se reformará sin duda las veces que lo exija el interés general de los españoles”, “No son momentos para ocurrencias, frivolidades y eslóganes”; “Sobre la exaltación de las diferencias jamás se levanta nada útil al conjunto”; “Solo desde el espíritu de la Constitución podrá España terminar de salir de la crisis”.

Más que un homenaje a la Constitución - a cuya celebración oficial no acudieron la mayoría de los barones del PP a excepción de los de Galicia, Alberto Núñez Feijóo; Aragón, Luisa Fernanda Rudi, Comunidad Valenciana, Alberto Fabra; y Murcia, Alberto Garre - parecía tratarse de una toma del pulso a los barones regionales y una sesión de reanimación, insuflando ánimos, despejando dudas, acallando críticas y eliminando disensiones.

¿Los ha reunido por consejo de Arriola?

No parece que los dirigentes regionales sientan mucha devoción por la Carta Magna o al menos así lo demuestran en las repetidas ausencias en su celebración anual en el Congreso de los Diputados, aunque eso sí, al ágape del Palacio Real sí acudieron casi todos, faltando como siempre el president de la Generalitat, Artur Mas y el lehendakari, Iñigo Urkullu, que convierten en normalidad la subnormalidad. También el  presidente de Asturias, Javier Fernández, que estaría cazando osos con Don Fabila y alegó problemas de agenda.
Pero volviendo al hilo del asunto, no se ven en el PP demasiadas ganas de embarcarse en una reforma de la Constitución que no creen necesaria y que consideran además una pérdida de energías y de tiempo. Menos aún cuando ven la deriva oportunista, insensata, superficial e inconsistente de quién tiene la responsabilidad de dirigir el Partido mayoritario de la oposición. Es cierto que los tiempos corren muy deprisa y la adaptación de nuestros modelos y esquemas ha de  ser permanente. La Constitución no es ajena a ello y necesita actualizarse para mejorar la convivencia de todos, que no es lo mismo que modificarla para acomodarla a los intereses de unos pocos..
Si de mí dependiera, el Artículo 2, “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas” se quedaría reducido a la mitad: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles”, porque nadie puede asegurar que un Estado centralista sea menos efectivo en su funcionamiento y menos garante de los derechos y libertades. Francia es un Estado centralista cuya división territorial, Regiones, Departamentos y Comunas son equivalentes a nuestras anteriores Regiones, Provincias y Municipios. No hay legislación regional y el Estado reparte en función de las necesidades de cada uno y no por ello es menos democrático ni posee ningún tic de carácter dictatorial.

Y a la hora de modificar, no escaparía por supuesto la legislación electoral, que permite entre otras cosas que un partido con un número determinado de votos obtenga la mitad de escaños que otro con la mitad de votos; un proceso electoral que admite que para conseguir un escaño en Madrid un Partido tenga que sumar cinco veces más votos que en Soria; un sistema por el cual en España, además de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General haya otras 16 leyes electorales regionales.

Tampoco saldría bien parado el Senado que en la actualidad es un cementerio de elefantes políticos, de estómagos agradecidos y de incompetentes lameculos que  nos cuestan este año a los españoles la friolera de 52 millones de Euros. 

Hay que modificarla, sí, pero no en el sentido que quieren algunos socialistas


Pero como de mí no depende que todo esto se modifique, sino de lo que decidan los dos grandes Partidos, veo por una parte que Rajoy no tiene intención de reformar nada a no ser que le obligue y por otra, observo no sin cierta tristeza cómo “Pedro I El Guapo, vasallo que era de la Sultana de Sevilla”, en vez de llevar el PSOE a la Cataluña de los charnegos, se doblega a los intereses de un  PSC que ha perdido el Norte, el Sur y cuarenta puntos cardinales más que hubiera. Ha heredado de Rubalcaba el problema catalán y también la solución, una solución que pasa porque la soberanía nacional no resida en los españoles sino en los estados que conformen la supuesta España federal. Trágalas inasumibles por la mayoría de los españoles que no van de experimentos con gaseosa.

Los socialistas y con ellos Pedro Sánchez al frente, pretenden con el estado Federal contentar o acallar a su rama catalana y a los independentistas. Un Estado federal que llaman asimétrico porque no sería igual para todos sino acomodado a los intereses de vasco-navarros y catalanes en perjuicio del resto de los españoles. Claro que el recorrido de este planteamiento es tan corto cómo la efímera gloria del nombramiento de Sánchez. Ni el PP ni los mismos votantes del PSOE van a consentir que Cataluña se vaya de rositas solo porque unos pocos allí no quieran ser españoles y otros pocos de aquí se lo consientan.

Para hacer lo que Pedro Sánchez pretende, de boquilla, hace falta ir a lo que establece el Artículo 168 de la Constitución. Primero que el proyecto cuente con la aprobación de las dos Cámaras con mayoría de dos tercios en cada una. Segundo, que se proceda a la disolución inmediata de las Cortes. Tercero, las nuevas Cámaras elegidas tendrán que ratificar de nuevo la decisión y redactar el nuevo texto que a su vez debe ser aprobado por mayoría de dos tercios en cada Cámara. Para terminar, la reforma se someterá a referéndum para que sea ratificada por el pueblo.

Para lo primero ya va a ser difícil que sin el consenso de los dos grandes Partidos se consigan las mayorías necesarias de dos tercios y tratándose de hacer añicos el modelo actual de Estado, eso es imposible. En cuanto a lo segundo, ¿quién es el político español que una vez ganadas las elecciones y acomodado en Moncloa disuelve generosamente las Cortes y se arriesga a no volver?. Esto siempre se pide cuando se está en la oposición y de hecho, ¿por qué no lo propuso el PSOE cuando gobernaba?. Para lo tercero existiría la duda de que las nuevas Cámaras estuvieran o no de acuerdo con la reforma propuesta y pudieran dar un varapalo a los proponentes y ya, para terminar, haría falta convencer a los españoles de que la buena salud de los catalanes depende de la miseria general del común de los mortales que allí no viven y eso tiene más tela de lo que parece.

La reforma constitucional de Pedro Sánchez no deja de ser un brindis al sol. Charlatanería de quién huye de la realidad vendiendo humo. Los socialistas no saben cómo atajar la locura de unos cuantos catalanes sin romper con sus asociados del PSC y han elegido el peor camino, el que no conduce a ninguna parte y menos si pretenden andarlo ellos solos, o con Podemos, que todo pudiera ser, y eso sería su suicidio político. 

                                                                                                        13/12/14


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