Pedro Sánchez, la foto es lo que importa |
LA REFORMA CONSTITUCIONAL DE SÁNCHEZ
Mariano Rajoy ha reunido hoy en La Granja de
San Ildefonso a toda la cúpula del PP para hacer un acto de público acatamiento
y homenaje a la Constitución de 1978. De su discurso se entresacan algunas
frases que dan para titulares de prensa:
“ Hay quienes creen que la Carta Magna
es un «juguete» y solo proponen «frivolidades y ocurrencias»; “Se reformará sin duda las veces que lo exija
el interés general de los españoles”, “No son momentos para ocurrencias, frivolidades y eslóganes”; “Sobre la
exaltación de las diferencias jamás se levanta nada útil al conjunto”; “Solo
desde el espíritu de la Constitución podrá España terminar de salir de la
crisis”.
Más que un homenaje
a la Constitución - a cuya celebración oficial no acudieron la mayoría de los
barones del PP a excepción de los de Galicia, Alberto
Núñez Feijóo; Aragón, Luisa Fernanda Rudi, Comunidad Valenciana, Alberto
Fabra; y Murcia, Alberto Garre - parecía tratarse de una toma del pulso a los barones
regionales y una sesión de reanimación, insuflando ánimos, despejando dudas,
acallando críticas y eliminando disensiones.
¿Los ha reunido por consejo de Arriola? |
No parece que los dirigentes regionales
sientan mucha devoción por la Carta Magna o al menos así lo demuestran en las
repetidas ausencias en su celebración anual en el Congreso de los Diputados, aunque
eso sí, al ágape del Palacio Real sí acudieron casi todos, faltando como
siempre el president de la Generalitat, Artur Mas y el lehendakari, Iñigo
Urkullu, que convierten en normalidad la subnormalidad. También el presidente de Asturias, Javier Fernández, que
estaría cazando osos con Don Fabila y alegó problemas de agenda.
Pero volviendo al hilo del asunto, no se ven
en el PP demasiadas ganas de embarcarse en una reforma de la Constitución que
no creen necesaria y que consideran además una pérdida de energías y de tiempo.
Menos aún cuando ven la deriva oportunista, insensata, superficial e
inconsistente de quién tiene la responsabilidad de dirigir el Partido
mayoritario de la oposición. Es cierto que los tiempos corren muy deprisa y la
adaptación de nuestros modelos y esquemas ha de
ser permanente. La Constitución no es ajena a ello y necesita
actualizarse para mejorar la convivencia de todos, que no es lo mismo que
modificarla para acomodarla a los intereses de unos pocos..
Si
de mí dependiera, el Artículo 2, “La
Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española,
patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el
derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la
solidaridad entre todas ellas” se quedaría reducido a la mitad: “La Constitución se fundamenta en la
indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos
los españoles”, porque nadie puede asegurar que un Estado centralista sea
menos efectivo en su funcionamiento y menos garante de los derechos y
libertades. Francia es un Estado centralista cuya división territorial,
Regiones, Departamentos y Comunas son equivalentes a nuestras anteriores
Regiones, Provincias y Municipios. No hay legislación regional y el Estado
reparte en función de las necesidades de cada uno y no por ello es menos
democrático ni posee ningún tic de carácter dictatorial.
Y
a la hora de modificar, no escaparía por supuesto la legislación electoral, que
permite entre otras cosas que un partido con un número determinado de votos
obtenga la mitad de escaños que otro con la mitad de votos; un proceso
electoral que admite que para conseguir un escaño en Madrid un Partido tenga
que sumar cinco veces más votos que en Soria; un sistema por el cual en España,
además de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General haya otras 16 leyes
electorales regionales.
Tampoco
saldría bien parado el Senado que en la actualidad es un cementerio de
elefantes políticos, de estómagos agradecidos y de incompetentes lameculos
que nos cuestan este año a los españoles
la friolera de 52 millones de Euros.
Hay que modificarla, sí, pero no en el sentido que quieren algunos socialistas |
Pero
como de mí no depende que todo esto se modifique, sino de lo que decidan los
dos grandes Partidos, veo por una parte que Rajoy no tiene intención de
reformar nada a no ser que le obligue y por otra, observo no sin cierta
tristeza cómo “Pedro I El Guapo, vasallo que era de la Sultana de Sevilla”, en
vez de llevar el PSOE a la Cataluña de los charnegos, se doblega a los
intereses de un PSC que ha perdido el
Norte, el Sur y cuarenta puntos cardinales más que hubiera. Ha heredado de
Rubalcaba el problema catalán y también la solución, una solución que pasa
porque la soberanía nacional no resida en los españoles sino en los estados que
conformen la supuesta España federal. Trágalas inasumibles por la mayoría de
los españoles que no van de experimentos con gaseosa.
Los
socialistas y con ellos Pedro Sánchez al frente, pretenden con el estado
Federal contentar o acallar a su rama catalana y a los independentistas. Un
Estado federal que llaman asimétrico porque no sería igual para todos sino
acomodado a los intereses de vasco-navarros y catalanes en perjuicio del resto
de los españoles. Claro que el recorrido de este planteamiento es tan corto
cómo la efímera gloria del nombramiento de Sánchez. Ni el PP ni los mismos
votantes del PSOE van a consentir que Cataluña se vaya de rositas solo porque
unos pocos allí no quieran ser españoles y otros pocos de aquí se lo
consientan.
Para
hacer lo que Pedro Sánchez pretende, de boquilla, hace falta ir a lo que
establece el Artículo 168 de la Constitución. Primero que el proyecto cuente
con la aprobación de las dos Cámaras con mayoría de dos tercios en cada una.
Segundo, que se proceda a la disolución inmediata de las Cortes. Tercero, las
nuevas Cámaras elegidas tendrán que ratificar de nuevo la decisión y redactar
el nuevo texto que a su vez debe ser aprobado por mayoría de dos tercios en
cada Cámara. Para terminar, la reforma se someterá a referéndum para que sea
ratificada por el pueblo.
Para
lo primero ya va a ser difícil que sin el consenso de los dos grandes Partidos se
consigan las mayorías necesarias de dos tercios y tratándose de hacer añicos el
modelo actual de Estado, eso es imposible. En cuanto a lo segundo, ¿quién es el
político español que una vez ganadas las elecciones y acomodado en Moncloa
disuelve generosamente las Cortes y se arriesga a no volver?. Esto siempre se
pide cuando se está en la oposición y de hecho, ¿por qué no lo propuso el PSOE
cuando gobernaba?. Para lo tercero existiría la duda de que las nuevas Cámaras
estuvieran o no de acuerdo con la reforma propuesta y pudieran dar un varapalo
a los proponentes y ya, para terminar, haría falta convencer a los españoles de
que la buena salud de los catalanes depende de la miseria general del común de
los mortales que allí no viven y eso tiene más tela de lo que parece.
La
reforma constitucional de Pedro Sánchez no deja de ser un brindis al sol. Charlatanería
de quién huye de la realidad vendiendo humo. Los socialistas no saben cómo atajar
la locura de unos cuantos catalanes sin romper con sus asociados del PSC y han
elegido el peor camino, el que no conduce a ninguna parte y menos si pretenden
andarlo ellos solos, o con Podemos, que todo pudiera ser, y eso sería su
suicidio político.
13/12/14
No hay comentarios:
Publicar un comentario