EL PRIMATE VENEZOLANO
De nada sirvió la lucha por los derechos
de los primates que entabló la
vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega y que se materializó en la
Proposición no de Ley de los socialistas en el Congreso, para que se reconociera a todos los
grandes simios derechos morales y legales como el derecho a la vida, a la
libertad y a no ser torturados. Proposición que no llegaron a discutir ni en la
comisión correspondiente. De nada le sirvió porque le han salido unos cuantos primates
desagradecidos.
No llegaron a entender la postura del misionero |
En el mundo de los simios hay de
todo como en el de los humanos, los hay amables, tiranos, dictadores, mala
leche, ladronzuelos, impúdicos, cara dura, proxenetas, jefes de clan, mafiosos
y un largo etc. Con lo que no contaba Fernández de la Vega era con que en
determinadas zonas de la selva venezolana había prosperado un tipo de simio más
inteligente que el resto y que, sin llegar ni con mucho a la inteligencia media
de un escolar, fue haciendo mella en las hambrientas mentes indígenas
haciéndoles creer que la reencarnación de los dioses no era cosa del pasado
sino actual y que ellos mismos estaban siendo testigos del milagro.
La expresión de ese rostro sirvió para convencer a los socialistas |
Esta raza de “simiohumanoides”
fue ganando terreno en la selva hasta que salió de ella e inició la aventura
urbana. Allí fue donde encontró un
enemigo que se regía por costumbres y leyes venidas de fuera y al que no resulto
difícil subyugar aplicando la estricta ley de la selva.
Para entender mejor al enemigo
civilizado y poder combatirlo, se hicieron rodear de demonios y ángeles caídos
de ese mundo extraño y débil, que a falta de dioses reencarnados elegían ellos
mismos a quienes gobernaban la tribu. Esos demonios diminutos, de pelo largo
con aspecto de extraterrestres que han ayudado a que el imperio de los simios
se imponga en Venezuela, pretenden exportar el experimento al mundo de los iguales, aprovechando la
debilidad de las mentes hambrientas de pan y de justicia, que en el mundo
deambulan como ánimas en pena, buscando algún haz de luz entre las tinieblas de
sus almas tenebrosas.
Sin comentarios |
Esa raza de “simioshumanoides”
tienen mucho de lenguaraces y de bocazas y poco de agradecidos. Ahora, al cabo de quinientos años, vuelven a arremeter contra
los que gobiernan el pueblo que les sacó de la selva y les enseñó que había otros
mundos, otras lenguas, otros reyes y otros dioses. Al vómito de improperios que
dieron lugar al “¿por qué no te callas? ha seguido otro recientemente de boca
de quién le sucedió, otro primate que ha convencido al resto de que se comunica
con los dioses a través de un pajarito y que los dioses le dicen que no
habiendo ricos, todo serán pobres pero iguales, sin más jerarquía que la que
impone el reino animal, la ley de la selva.
A María teresa Fernández de la
Vega los simios le han salido respondones. Este último, el de Venezuela tiene
la boca sucia, sucia, sucia, pero le vamos a perdonar por dos razones. La
primera porque somos conscientes de que su condición de “simiohumanoide” le coloca
a años luz de nuestros estándares de sociedad civilizada. La segunda porque al
insultar a nuestros gobernantes democráticamente elegidos, va a obligar a
alguien a quitarse la careta y descubrir de una vez su trasfondo fascista y totalitario.
No hay mal que por bien no venga.
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