martes, 16 de diciembre de 2014

EL PRIMATE VENEZOLANO




EL PRIMATE VENEZOLANO

De nada sirvió la lucha por los derechos de  los primates que entabló la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega y que se materializó en la Proposición no de Ley de los socialistas en el Congreso, para que se reconociera a todos los grandes simios derechos morales y legales como el derecho a la vida, a la libertad y a no ser torturados. Proposición que no llegaron a discutir ni en la comisión correspondiente. De nada le sirvió porque le han salido unos cuantos primates desagradecidos. 

No llegaron a entender la postura del misionero
 En el mundo de los simios hay de todo como en el de los humanos, los hay amables, tiranos, dictadores, mala leche, ladronzuelos, impúdicos, cara dura, proxenetas, jefes de clan, mafiosos y un largo etc. Con lo que no contaba Fernández de la Vega era con que en determinadas zonas de la selva venezolana había prosperado un tipo de simio más inteligente que el resto y que, sin llegar ni con mucho a la inteligencia media de un escolar, fue haciendo mella en las hambrientas mentes indígenas haciéndoles creer que la reencarnación de los dioses no era cosa del pasado sino actual y que ellos mismos estaban siendo testigos del milagro.

La expresión de ese rostro sirvió para convencer a los socialistas
Esta raza de “simiohumanoides” fue ganando terreno en la selva hasta que salió de ella e inició la aventura urbana. Allí fue  donde encontró un enemigo que se regía por costumbres y leyes venidas de fuera y al que no resulto difícil subyugar aplicando la estricta ley de la selva.
Para entender mejor al enemigo civilizado y poder combatirlo, se hicieron rodear de demonios y ángeles caídos de ese mundo extraño y débil, que a falta de dioses reencarnados elegían ellos mismos a quienes gobernaban la tribu. Esos demonios diminutos, de pelo largo con aspecto de extraterrestres que han ayudado a que el imperio de los simios se imponga en Venezuela, pretenden exportar el experimento  al mundo de los iguales, aprovechando la debilidad de las mentes hambrientas de pan y de justicia, que en el mundo deambulan como ánimas en pena, buscando algún haz de luz entre las tinieblas de sus almas tenebrosas.

Sin comentarios
 Esa raza de “simioshumanoides” tienen mucho de lenguaraces y de bocazas y poco de agradecidos. Ahora, al cabo  de quinientos años, vuelven a arremeter contra los que gobiernan el pueblo que les sacó  de la selva y les enseñó que había otros mundos, otras lenguas, otros reyes y otros dioses. Al vómito de improperios que dieron lugar al “¿por qué no te callas? ha seguido otro recientemente de boca de quién le sucedió, otro primate que ha convencido al resto de que se comunica con los dioses a través de un pajarito y que los dioses le dicen que no habiendo ricos, todo serán pobres pero iguales, sin más jerarquía que la que impone el reino animal, la ley de la selva.


A María teresa Fernández de la Vega los simios le han salido respondones. Este último, el de Venezuela tiene la boca sucia, sucia, sucia, pero le vamos a perdonar por dos razones. La primera porque somos conscientes de que su condición de “simiohumanoide” le coloca a años luz de nuestros estándares de sociedad civilizada. La segunda porque al insultar a nuestros gobernantes democráticamente elegidos, va a obligar a alguien a quitarse la careta y descubrir de una vez su trasfondo fascista y totalitario. No hay mal que por bien no venga.

                                                                                                         16/12/14



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