IGLESIAS PONE A SÁNCHEZ “MIRANDO PA
CUENCA”
El ególatra
Pablo Iglesias no podía consentir que Esperanza Aguirre ocupara todas las
páginas y espacios de los medios de comunicación ni que el PSOE se perdiera en
diatribas contra Rajoy por no acompañar a Esperanza en la huída. A punto de
sacar a la luz de nuevo la propuesta que ya se conocía, no veía con buenos ojos
que alguien le restara protagonismo, a él que es el referente del oportunismo y
la manipulación de la imagen.
Así las
cosas y conocedor de los resultados de la última encuesta de GAD3 para ABC, de
la que se desprende que en votos ganaría al PSOE aunque eso no se tradujera en
escaños, pero aún así reduciendo la distancia de 21 diputados a solo 9, Pablo Iglesias
ha vuelto a las andadas y se ha hecho con las portadas, se ha convertido en la
noticia, sin crio que amamantar ni smoking raído, esta vez con el panfleto-guía
de su proyecto de gobierno.
No ha
entendido bien –o lo ha entendido demasiado bien- cual es el papel que le corresponde
en estos momentos. Antonio Hernando sin disimular su cabreo le ha dicho:
“Pablo, no sabes dónde estás”, pero Pablo se ha sacado su libro del futuro podemita, cien páginas de
populismo bananero y le ha dicho a los socialistas que Moncloa a medias, a más
de medias si le dejan y les ha dado a elegir entre ponerse “mirando pa Cuenca”
o “pa las urnas”, así de sencillo. No conformándose con ello, que no es poco,
se arroga la facultad de entablar contactos bilaterales con otras fuerzas
políticas, como si del candidato propuesto se tratara y deja a Sánchez una vez
más en un segundo plano, con un descaro y una jeta de las que hacen historia.
Le monta a
Sánchez un Gobierno con 15 Ministerios,
uno de ellos el de Plurinacionalidad, para el que ya tiene candidato, Xavier
Domènech. Quiere más de la mitad de los Ministerios y se reserva la Vicepresidencia
y con ella el control del CNI, el CIS, el BOE así como la Presidencia de la
Comisión de Secretarios de Estado (33 en vez de 24 de ahora) y los 15
Subsecretarios. Se asegura el control de tres Secretarías de Estado: de
Relaciones con las Cortes, de Comunicación y de Lucha contra la Corrupción así
como la Comisión Delegada de Inmigración, Asilo y Refugio, todas ellas
dependientes de Vicepresidencia.
Pone como
condición indispensable el referéndum catalán; promete derogar todo lo
derogable; cambiar la Constitución; eliminar las Diputaciones excepto las
vascas; someter a referéndum cualquier misión militar fuera de España; proponer
la eliminación del Euro para lo cual ha firmado un acuerdo con la Liga Norte
italiana, el Frente Nacional francés, el Sinn Féin irlandés, el Movimiento 5
Estrellas y los seguidores del dimitido
Beppe Grillo; dar una paga a todo el mundo y subir los impuestos a los ricos,
controlar a las empresas privadas y construir una gran industria pública unida
a una gran banca pública, controlar la prensa y los demás medios de
comunicación y en definitiva, construir ese gran país llamado “Venezospaña”.
En resumen,
trata de usurpar el papel de Sánchez y le impone unas condiciones tales que
hacen imposible que el candidato socialista las acepte. Al final no quedará
otro camino que ir a nuevas elecciones y en ello están los dos, en ver quién
convence al electorado de que ha sido el otro el culpable de no ayudar a formar
un gobierno de “progreso y de cambio”
–es decir, de hambre-. Aún así, parece que
la estrella de Iglesias, que alcanzó su esplendor entre las perseidas de
Agosto, apenas brillará entre las acuáridas de mayo y ya es el peor valorado de
los cuatro políticos en lid, un punto por debajo de Rivera y tres décimas por
debajo de Sánchez y Rajoy. ¿Es el principio del fin?
El PSOE está
“perplejo, preocupado y decepcionado” en palabras de Antonio Hernando. Los socialistas
están nerviosos, acojonados y desesperados porque su jefe los ha metido en un
túnel en el que por más que andan no ven la luz de la salida. Están
obsesionados con el PP y bajan la guardia ante Podemos. La corrupción en el PP
les sirve para ver la paja en ojo ajeno y no la viga en el propio. La dimisión
de Esperanza Aguirre anima a Hernando a pedir que Rajoy vaya en el mismo
paquete –tanto les dolió aquello de ”váyase
Sr. González” que aún lo recuerdan y pretenden revivirlo con Rajoy.
Puros nervios ante una fecha que se aproxima sin haber sembrado, salvo
discordia, ni recogido fruto alguno. Es posible que sobre Rajoy en los nuevos
tiempos que dicen que vienen, pero Rajoy ha recompuesto el entuerto zapateril y
ha dejado España en una situación si no envidiable al menos tranquilizadora. Ha
ganado las elecciones generales pese a quién pese, con lógicos peores
resultados debido al desgaste de gobernar y a la salida a la arena de las
nuevas formaciones políticas que han hecho dividir entre cuatro lo que antes
era entre dos. Pero si Hernando pide que Rajoy se vaya –Rivera también lo
dice-, lo que debe hacer antes es mirarse en el espejo de su casa y ver que su
jefe de filas, el tal Sánchez, no ha hecho nada meritorio salvo
institucionalizar el odio a la derecha. Ha obtenido los peores resultados en
toda la historia del PSOE ; ha quedado en cuarto lugar en la circunscripción
donde encabezaba la lista, en definitiva, ha obtenido 90 escaños frente a los
123 del PP, así que si creen que Rajoy
debe marchar, debería ir delante Sánchez abriendo el camino.
Pero en
último extremo no son los socialistas los que van a echar a Rajoy, si acaso lo
echarán los afiliados al PP y los que no siéndolo también le otorgamos nuestra
confianza. Les recuerdo a los socialistas una anécdota acaecida en un pequeño
pueblo de Cuenca, Campalbo, en plena guerra civil. Allá fueron unos cuantos
milicianos –esos a los que tanto añora la izquierda española- de un pueblo de al lado a matar al cura.
Vistas las intenciones de los visitantes, los lugareños salieron a la calle
armados con lo que pudieron y se encararon con ellos argumentando que “el cura
es nuestro y si hay que matarlo ya lo mataremos nosotros”. Pues lo mismo digo
yo al “ansia pura” de Hernando, que si hay que echar a Rajoy ya lo echaremos
nosotros, o en un Congreso del Partido los suyos o en las urnas los demás.
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