La euforia de los números
acumulados durante el 2015 corre el riesgo de disiparse si la imagen de crisis e inseguridad política
permanece más tiempo de lo debido a la vista de los inversores y de los
mercados. Nos guste o no, formamos parte de unas organizaciones supranacionales
que nos condicionan, nos limitan e influyen notablemente en muchas cosas de
nuestra vida diaria que pasan
desapercibidas para nosotros. Las grandes cifras macroeconómicas, los indicadores,
las calificaciones de las sociedades de rating, la evolución de la deuda, la
prima de riesgo, el IPC, el PIB etc. etc. nos suenan a música celestial,
sabemos que eso existe pero no sabemos en qué nos afecta, lo sentimos lejano y
por eso no nos preocupa. Se echa en falta en España un nivel aceptable de
cultura económica. En los programas educativos debería contemplarse esta
materia, al menos para que las nuevas generaciones conozcan los más elementales
principios de la economía y entiendan como se crea y se destruye la riqueza.
Cuando la cultura económica tenga unos niveles aceptables el sentido del voto
cambiará por completo, al menos en que la gente no se dejará llevar por
embaucadores que ofrecen milongas al electorado a sabiendas de que son imposibles
de conseguir.
A lo largo de estos años de crisis ha habido que hacer encajes de
bolillos para salir adelante, pero son pocos los españoles que han reconocido
el esfuerzo y el sacrificio en comparación con los que no han sabido valorar la importancia de la crisis y sus
consecuencias. Unos cuantos millones de españoles han reconocido la enfermedad
y el tratamiento médico quirúrgico
aplicado a la misma. Unos cuantos más apenas si han aceptado que había
tal enfermedad y no han comprendido la urgencia de los tratamientos y se han
opuesto radicalmente a ellos. Todavía hay muchos españoles que piensa que el
dinero cae del cielo. Son muchos los que no creen que la política económica de
control del gasto sea la solución y no alcanzan a comparar la sencilla o a veces
complicada administración de su casa con la de la casa grande que es el Estado.
Viene a cuento todo esto a que el
resultado de las pasadas elecciones nos ha dejado un panorama político que es
el menos deseado para culminar el
proceso de salida de una situación de crisis. Se ha castigado a quienes a lo
largo de tres décadas han gobernado poniendo la economía al servicio del
crecimiento, la riqueza y el bienestar y se ha premiado a quienes nunca
hicieron nada salvo disfrutar de lo creado por los anteriores sin aportar nada y dando por malo todo lo
anterior. Se ha despreciado a quienes,
aun con sus muchos errores, metieron a España en las comunidades europeas y
administraron con acierto hasta conseguir que seamos la cuarta potencia de la
Zona Euro y se ha premiado a vendedores de humo, defensores del despilfarro y
del incumplimiento de nuestros compromisos internacionales, políticos y sobre
todo económicos.
¿Qué va a pasar en este año que
se adivina tan crítico y difícil?. Todo va a depender de la capacidad de
diálogo y sacrificio de nuestra clase política y de la búsqueda de soluciones
para la gobernabilidad en un tiempo mínimo. La inseguridad y el tiempo corren
en contra nuestra. Hace unos pocos años la prima de riesgo estaba en más de
seiscientos puntos, lo que quiere decir y todo el mundo debería saber, que
España pagaba por el dinero que necesitaba un 6% más caro que Alemania, que es
la referencia. Ahora la prima de riesgo apenas supera los cien puntos lo que
significa que tan solo estamos pagando un 1%
más que ellos. Hace pocos años el Estado se financiaba con Deuda Pública
por la que pagábamos más de un 5%. Ahora en cambio se emiten Letras del Tesoro
a un interés del -0,28%, es decir, nos
pagan por invertir en deuda española en
vez de cobrarnos. Somos la cuarta economía de la zona Euro, suponemos el 14% del PIB
y por ello todos los ojos están pendientes de lo que hagamos en estos momentos de inseguridad a que nos ha
conducido votar más con el corazón que con la cabeza. Las agencias de rating Moody’s,
S&P y Fitch nos tienen catalogados en la cuarta categoría “Grado Medio
Inferior”, al mismo nivel que Italia y por debajo de Alemania, Francia y Reino
Unido. Ya han calificado como “deuda basura” a la deuda catalana y la ruptura
de la Alcaldesa Carmena con las tres agencias hace presagiar que la
calificación en un futuro próximo va a resultarnos comprometida.
Este asunto daría para muchas
páginas pero solo dispongo de un espacio reducido por lo que voy a concretar el
razonamiento defendiendo que la clave para el desarrollo y el bienestar está en adaptar nuestra economía a los ritmos
y vaivenes que la globalización nos impone. No podemos salirnos del camino que
hemos elegido ni podemos pararnos porque en ambos casos tenemos quién nos arree
por detrás. La cuestión política debe solucionarse en un plazo mínimo de tiempo
porque quién manda es la economía y esta no da treguas. Es lamentable el
desconocimiento y la poca valoración que los españoles tenemos de los asuntos
económicos; ello nos ha conducido a dejarnos llevar por el que mejor habla, el
que más vocea o el que más promete y eso crea inestabilidad política y dudas en
los mercados y esto es el principio de la vuelta atrás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario