domingo, 10 de junio de 2012

Dos modelos de banca española


Estamos asistiendo al nacimiento de una corriente de opinión, más asentada entre la gente menos informada y fomentada no sé por quién, cuyo objetivo es demonizar a la banca y cargar sobre ella todos los males de la crisis que padecemos. Las malas prácticas bancarias, las intervenciones y el saneamiento de las cajas con fondos públicos ha calado en la gente y en cualquier entrevista a pie de calle son muy pocos los que comprenden algo de lo que pasa y una gran mayoría los que claman contra los bancos o contra la Merkel o contra lo que sea, sin más razonamiento.

Me molesta de esta corriente de opinión que pretenda tratar a todos por igual y meta a todas las entidades bancarias en el mismo saco. Voy a hacer un breve recorrido por la historia de la banca en los últimos cincuenta años, en plan didáctico porque mucha de la gente que ahora protesta no sabe por qué ni contra quién.

La estructura de la banca desde la década de los sesenta del pasado siglo estaba compuesta por cuatro grupos muy distintos. Por una parte los bancos tradicionales, los siete grandes, Central, Hispano Americano, Español de Crédito (Banesto), Santander, Bilbao, Vizcaya y Popular. En paralelo la banca pública con Banco Exterior, Hipotecario, Crédito Agrícola, Crédito Industrial, Crédito Local y Caja Postal, refundidos todos en un nuevo banco público, Argentaria, a principio de la década de los noventa. Un tercer grupo estaba formado por las Cajas de Ahorro, algunas de las cuales venían ya desde mediados del S. XIX pero la mayoría creadas a partir del Estatuto de Cajas Generales de Ahorro Popular de 1939 llegando a 45 entidades en el año 2009. Desde el año 1947 en el que las Cajas pasaron a ser controladas por el Mº de Trabajo, se convirtieron en un medio de captación del ahorro popular para ser utilizado por el régimen en la financiación de proyectos públicos (coeficiente de inversión obligatoria de 1951). El cuarto grupo, muy extendido pero de menor importancia lo constituían las Cajas Rurales, que nacieron como cooperativas de crédito en el entorno agrícola cooperativo y que se agruparon posteriormente en la Asociación Española de Cajas Rurales, que integra a 73 entidades.

Ya en el nuevo régimen los Bancos y las Cajas siguieron por derroteros muy diferentes. Los siete grandes habían establecido un oligopolio basado en un pacto entre caballeros, con unas prácticas comunes y una división territorial y de negocios inamovible. Alfonso Escámez, Claudio Boada (después Amusátegui), Pablo Garnica (luego Mario Conde), Emilio Botín (luego Emilio Botín hijo), Sánchez Asiaín, Pedro de Toledo y Luis Valls, Presidentes de los citados bancos, celebraban mensualmente una comida en la sede del Banco Central en la que establecían las normas y usos por las que se regía la actividad bancaria. Fue Emilio Botín, el actual Presidente del Santander, el que acabó con esta estructura arcaica rompiendo el mercado con el lanzamiento de la “Supercuenta”, que dio pie a la guerra por remunerar los depósitos que hasta el momento apenas lo estaban. Los siete grandes hacían un tipo de banca industrial, comercial y de grandes fortunas. La banca minorista fue exclusiva de las Cajas hasta que el Banco Santander optó por incluirla en su negocio. A partir de entonces comenzó a resquebrajarse el grupo, era la década de los noventa y un movimiento de fusiones bancarias se extendía por Europa y EEUU. En España la banca reaccionó a tiempo y consiguió mediante las fusiones posteriores no solo permanecer como banca propiamente española sino en algunos casos ascender a los primeros puestos de la banca mundial como el Santander, 7º Banco mayor del mundo y único europeo entre los diez primeros. Dio comienzo el proceso con la unión de Bilbao y Vizcaya (BBV), seguidos de cerca por el Central e Hispano Americano (CH) y Argentaria que fusiona toda la banca pública. En un segundo proceso, el Santander compra Banesto, que sigue funcionando independiente y se une con Central Hispano (SCH), cambiando posteriormente el nombre por Santander. El Banco Bilbao Vizcaya (BBV) compra Argentaria creando el BBVA, nombre que todavía se mantiene. Aquellos siete grandes se convirtieron en tres, Santander, BBVA y Popular (que ha comprado el B. Pastor), primero, segundo y quinto del ránking español respectivamente y hay que reconocer la importancia que tuvieron estos movimientos para el sistema bancario español que, fue capaz de conseguir tamaño suficiente para “poder comer sin ser comido”, seguir siendo bancos españoles y crecer en el mercado minorista a pesar de la desleal y dura competencia de las Cajas. La visión de futuro de los banqueros españoles que desembocó en un proceso de fusiones sin perjudicar a la plantilla de empleados y sin coste alguno para la sociedad española, salvo las ayudas de estímulo del Gobierno, son para poner como ejemplo de buen hacer frente al desmadre, escándalo y ruina de la fusión, intervención y nacionalización de las Cajas que, éstas sí son en gran parte las responsables de la crisis que nos arruina. De éstas trataré la próxima semana porque hoy ya no me queda espacio; de los dos sacos, el de los Bancos y el de las Cajas, convertidas ahora en ruinosos “bancos light”.
       El Pueblo de Albacete, Domingo 3 de Junio de 2012






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