lunes, 26 de diciembre de 2011

EL PARO, LA ECONOMÍA SUMERGIDA Y LA FAMILIA

Estamos en Diciembre, a punto de finalizar el histórico y malogrado año 2011 y es hora de hacer balance aunque la foto resultante no sea de las que se enmarcan y cuelgan en la pared del salón. A nivel nacional, los casi medio millón de parados más que este año se suman a los cuatro millones y medio que había en Enero y la reducción de cotizantes a la S.S. que la pone al borde de la quiebra, son los datos más significativos. Los resultados de las pasadas elecciones de Noviembre albergan la esperanza de encontrar un oasis tras la larga y penosa travesía del desierto que nos aguarda. La Unión Europea, que cada día nos ilusiona menos, en apariencia nos ayuda y en realidad nos hunde. A cambio de los tan cacareados fondos estructurales y fondos de cohesión ha desmantelado nuestra industria, ha dejado yermo nuestro campo y nos ha condenado a ser un país de servicios de segunda clase porque las empresas punteras de servicios no están ubicadas precisamente en España. Nos han dejado las playas porque no se las pueden llevar pero se han hecho dueños de gran parte de ellas y nos están imponiendo su explotación, sus normas y sus costumbres.

No voy a insistir en argumentos tan manidos como la crisis, el desgobierno, el gasto y la corrupción. Todos tenemos ya una opinión creada y trasmitida a las urnas hace pocos días. Sí voy a insistir en algo que todos conocemos y todos callamos, las cifras reales del paro. Zapatero inicio su primer mandato con una tasa de desempleo del 10,70 %, 2.227.200 parados y 17.865.000 ocupados, herencia del gobierno de Aznar, que a su vez había heredado de González 3.932.900 desempleados, el 22,83% y 12.626.000 ocupados. A final del tercer trimestre de este año las cifras de paro alcanzaban el 21% con 4.978.000 personas sin trabajo y apenas 17.000.000 de ocupados, lo cual viene a decir que en las dos legislaturas de Zapatero no solo no han encontrado trabajo cuatro millones de demandantes de empleo sino que se han eliminado un millón de los ocupados en el 2004.

Todos sabemos que estas cifras de paro no son reales. Si lo fueran España habría reventado por los cuatro puntos cardinales y no ha sido así. La economía sumergida ha subido en el periodo Zapatero desde el 20% al 25% del PIB, y el fraude fiscal alcanza la friolera de 240.000 millones de Euros, siendo las causas más conocidas la facturación sin IVA, los trabajadores no dados de alta en las empresas y el trabajo domiciliario y las chapuzas. Gracias a esto y al sacrificio soportado por las familias, la situación se ha ido manteniendo y no ha desembocado en huelgas o tumultos callejeros. Cómo se explica si no que la gente no haya salido a la calle ni aún en la huelga general descafeinada y consensuada entre Sindicatos y Gobierno, en la que participaron pocos más que los liberados y empleados sindicales.

Pero donde quiero ir a parar realmente es al hecho de que en el mejor momento de bonanza económica, entre el 2006 y 2007 que se consiguió la cifra record de veinte millones y medio de ocupados, quedara un poso de 1.765.000 parados, un 8%. Esto es lo que no se entiende. Un 8% de parados cuando nos invadían los moros, negros, búlgaros, rumanos, sudamericanos y todos encontraban trabajo, supone un porcentaje elevado de personas poco aficionados al curro y mucho a vivir del cuento. Los de larga duración que apuraban los plazos de prestación y de ayuda familiar renunciando a cuantas ofertas laborales pudieran llegarles. Los extremeños y andaluces del PER que para qué se iban a preocupar si con una veintena o poco más de jornales anuales cobraban todo el año. El sector hostelero y otros fijos discontinuos, con seis meses de actividad y unos cuantos de paro y algunos más que habrá pero que desconozco. No es asumible que en un periodo caracterizado por la continua creación de empleo, cinco millones en diez años, en el que todo el mundo encontraba trabajo hasta los que venían con una mano atrás y otra adelante, hubiera un porcentaje tan elevado de inactivos. ¡Qué digo, inactivos!, que va, ni mucho menos, Todos activos y muy activos pero en lo suyo, en la chapuza a domicilio, en los bancales de olivos propios, en los salones de bodas los fines de semana etc. etc. No sé qué será peor si un millón y medio de gandules o un millón y medio de caraduras y listillos.

Asignatura pendiente para el nuevo Gobierno, controlar el paro, vigilando el rechazo de ofertas de empleo y el trabajo a escondidas, obligando a realizar cursos de formación y trabajos para la sociedad a todos los que reciben prestaciones, controlando el desmadre del empleo comunitario de los Ayuntamientos, eliminando o endureciendo el PER y un largo etc. de cosas en las que confío entrarán a saco. Mientras haya en España quién presuma de trabajar en “La Psoe”, quienes sueñen con ser liberados sindicales o funcionarios, o de los que pasan el día buscando al terrateniente que cobra menos por firmar las peonadas; mientras haya funcionarios y políticos que hagan de la corrupción estilo de vida; mientras este sea el reino de pícaros y listillos, no habrá prosperidad ni progreso. Los que pregonan la igualdad de los españoles en la miseria y la desdicha haciendo de la riqueza el estandarte del enemigo pero instalados en ella. Los que defienden la socialización del hambre, de la incultura y de la apatía; todos ellos son los responsables de cuántos españoles no pueden acceder a un derecho constitucional como es el trabajo y de cuántos, acostumbrados a vivir de la milonga, no dan un palo al agua esperando el maná de cada día. Y como responsables de este retroceso histórico, repetido en menos de una veintena de años, no son dignos de llamarse progresistas ni hacer del progreso su bandera. Progresar es crear riqueza. Ellos la destruyen

Otro factor determinante para ayudar a sobrellevar la crisis ha sido el enorme sacrificio de las familias, que han estado y están soportando las consecuencias de la falta de empleo y de ingresos. Haya infinidad de padres que están haciendo frente como garantes a las hipotecas contraídas por los hijos y que estos no pueden pagar. No menos numerosos son los abuelos que se han tenido que hacer cargo de los nietos por no poder llevarlos a las guarderías y tampoco son menos los que con una triste pensión de jubilación están manteniendo a sus hijos y sus nietos. De buscar una residencia para los abuelos por la a veces egoísta imposibilidad de atenderlos, hemos pasado al reparto por meses, de ellos y de lo que parece ser más importante, de la pensión. Son estas familias, las que Zapatero y sus pupilas desprecian por considerarlas antiguas y rancias, las que a la hora de la verdad están saliendo al quite, por el tirón de la sangre y por la secular generosidad que caracteriza a los bien nacidos y mejor criados. Que diferente hubiera sido en el caso de esas desestructuradas familias modernas zapateriles de aidas y pajines en donde suelen ir dos por tres calles y donde el individualismo y el egoísmo son valores en alza. La crisis ha servido de parapeto a las familias frente a los vientos disgregadores de la mal llamada progresía.

Que inmenso se hará el desierto, Mariano, si no reparas en componer la tropa que te acompañe para cruzarlo.

Paco del Hoyo http://www.pacodelhoyo.blogspot.com/
Publicado en El Pueblo de Albacete el 12/12/11

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