viernes, 18 de diciembre de 2015

ADA COLAU Y LOS TONTOS DEL SOLSTICIO


El "lumbreras" que ha diseñado el árbol de Colau debería proponerse para el Premio Princesa de Asturias de las Artes
ADA COLAU Y LOS TONTOS DEL SOLSTICIO

Hay una coplilla que se canturrea por mi pueblo que dice: “Hay tontos que tontos nacen / hay tontos que tontos son / y tontos que vuelven tontos / a los que tontos no son”. Y hablando de tontos hay también un refrán que se utiliza con frecuencia y dice así: “cada día que amanece el número de tontos crece”.

En el amplio mundo de los tontos, donde tienen merecida fama el tontorrón, el tontaina, el tontico y el tontucio; el tontochorra, el tontoelhaba, el tonto del culo y el tonto de los cojones, ha nacido una nueva raza de tontos, “el tonto del solsticio”.

El tonto del solsticio es un espécimen parido, si no  abortado, por la rojería antisistema y podemita que en su concepción totalitaria de la vida pretende imponer, desde las minorías radicalizadas,  un modelo de vida adaptado a sus roídas conciencias y sus intereses de clase, de secta, de clan.

El tonto del solsticio acude cada año en el de verano a ver por donde se cuela el sol en Stonehenge, en el orto del día más largo del año. Mientras la muchedumbre contempla como aparece el sol, el tonto del solsticio da saltos levantando los brazos y gritando como un poseso. Aquí, como no tenemos Stonehenge celebramos la noche de San Juan y en ella, el tonto del solsticio retoma su primitivismo y salta las hogueras entre gritos y danzas ancestrales.

El tonto del solsticio solo podía celebrar el de verano ya que el de invierno está ocupado en toda nuestra sociedad occidental por otra celebración, más moderna pero más trascendente por cuanto ha sido la guía espiritual de nuestra civilización, el nacimiento de Cristo. Pero el tonto del solsticio odia las raíces de esta civilización y  esta cultura, que por otra parte es la suya y por ello se une a otros que penden de la misma rama y en atea y estrafalaria congregación se montan una celebración paralela, no tanto por convicción como por joder la marrana. El tonto del solsticio se ha inventado también la celebración de la bienvenida a la sociedad democrática en lugar del bautismo cristiano tradicional y la fiesta del paso de la niñez a la pubertad en lugar de la primera comunión cristiana, eso sí, previo  pago de tasas por la reserva de fecha y del acto en sí.

 Cuando la congregación de tontos del solsticio encuentran a alguien que sobresale  por su situación de poder y capacidad de influir y determinar en su favor, la suben al altar de un Stonehenge imaginario y la nombran tonta mayor del solsticio, con mando en tropa; sí, con mando en tropa del ejército de desalmados, cantamañanas, asnos, estrafalarios y chalados que deambulan por la tierra de nadie que es ahora Barcelona.

Ada Colau, la tonta mayor del solsticio, ha usurpado la voluntad de la mayoría de los ciudadanos barceloneses y ha pretendido eliminar todo vestigio y toda referencia a la fiesta cristiana de la Navidad; en su lugar llena las calles de faranduleros y saltimbanquis. Alega la Alcaldesa en la web municipal que es “una de las celebraciones más antiguas”, muy anterior a la celebración cristiana que la suplantó. Argumenta igualmente que  “Durante el solsticio de invierno los días son más cortos que en ningún otro momento del año, pero es durante este periodo cuando se comienzan a alargar. Con el solsticio celebramos, por tanto, el triunfo de la luz sobre la oscuridad, un momento que anuncia que la primavera llegará pronto”. Si esto último fuera así el Ayuntamiento de Barcelona jamás celebraría el solsticio porque si algo predomina por encima de la testa de los barceloneses es una formación de nubarrones tenebrosos que anuncian un futuro incierto y calamitoso. Coinciden Ada Colau y Alfonso Guerra en lo de que a Barcelona, como a España, no la iba a  conocer ni la madre que la parió.

La programación comprende  “Actividades relacionadas con el reciclaje y la sostenibilidad, espectáculos de magia, marionetas, circo… todo junto para vivir el solsticio de invierno”, o sea una forma de subvencionar a la farándula que en el mercado libre del espectáculo no se come una rosca o promocionar la mediocridad artística construyendo un árbol navideño a base de botellas vacías, con tan poca iluminación que más parece ciprés de cementerio que abeto de Navidad.  Justifica todo como “Una buena manera de disfrutar de las fiestas sin potenciar sus aspectos más consumistas, de mostrar a los barceloneses y a las barcelonesas que hay maneras alternativas de vivir la Navidad de una manera diferente”.  Si para la alcaldesa el consumo es un pecado capital, los comerciantes y sobre todo los empleados del comercio  estarán acordándose de su progenitora. “Las celebraciones del solsticio de invierno incluirán también un espectáculo de luz y sonido con las fuentes de la plaza de Cataluña como grandes protagonistas”. "¡Ven a celebrar el solsticio de invierno!", comienza a describir la web del Ayuntamiento dedicada a estas fiestas. "La plaza de Catalunya se convierte en el centro de una Navidad diferente".

A diferencia de Madrid, donde la pseudo podemita Carmena ha sido más avispada, la barcelonesa ha impuesto el sectarismo de una minoría sobre el total de los barceloneses, aprovechando eso sí un momento de indefinición, confusión y miedo que impide que la gente salga a la calle a defender lo que piensa y lo que siente.

Yo invito a los barceloneses a que cuelguen de sus balcones estampas, láminas, tapices o cualquier otra cosa que recuerde y represente  el nacimiento de Jesús; que los rodeen de luces y destierren al fantoche de Papá Nöel aunque en esta ocasión casi esté justificada su presencia; que enseñen los dientes a Colau y le digan que ya está bien de suplantar la soberanía del pueblo y con ella sus creencias y costumbres y ya de paso, que el día 20 tengan mejor ojo y más acierto a la hora de depositar el voto y elijan a quienes defienden el todo y no solo la parte que comulga con la división y la separación.

Conocido es de todos que los pavos no celebran la Navidad porque el nacimiento de Jesús significa su paso por el horno. Esto da pie al siguiente silogismo navideño: Los pavos odian la Navidad. Ada Colau odia la Navidad. Ada Colau es una pava.




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